Cross the Line {Cursed-Blessed}

CAPÍTULO VII.VI

CAPÍTULO VII.VI

Yeonjun y Soobin daban órdenes a la gente a su alrededor mientras intentaban arreglar los daños que había sufrido el barco a causa del agua que había entrado con fuerza al interior de aquel temible monstruo.

—Teniente Carwell. —Irina se acercó a la chica—. Tenemos un problema en la parte de abajo —comunicó con evidente preocupación.

—¿Qué sucede? —La mirada de la mujer pasó de la chica a los científicos detrás de ella.

—Será mejor que ellos vengan —informó, cosa que alertó a la muchacha.

—Señor Yeonjun, señor Soobin —llamó la de piel chocolate, haciendo que ambos la voltearan a ver. Kuma simplemente les hizo un movimiento de cabeza para que la siguieran.

Los tres descendieron detrás de Irina, quien los condujo por el barco hasta llevarlos a un sitio en específico de donde provenían varios chillidos.

—Es aquí —dijo señalando una de las paredes del barco.

Había una fisura en el lugar que permitía el paso de aquella agua color rosa, la cual había cubierto cierta área del piso y amenazaba con tomar más. Tirado cerca de un barril, lloraba un hombre con desesperación mientras otros dos intentaban tranquilizarlo.

—¿Qué sucedió? —demandó saber la teniente.

—Quisimos encargarnos de arreglar la fisura por nuestra cuenta, pero apenas Jonshin tocó el agua pues... —Un alarido de dolor cortó su explicación.

Soobin inmediatamente se acercó hasta el hombre herido para revisarlo. Sus manos tenían una enorme combinacion de colores: rojo, negro, amarillo e incluso morado; además, estaban llenas de horribles llagas y ampollas, como si las hubiera acercado al fuego.

—Tengo que limpiar esto y deshacerme de la piel muerta —informó el de cabellos azules mientras examinaba al paciente.

—¿Dolerá? —preguntó el hombre con miedo. El más alto apretó los labios hasta volverlos una fina línea, sabía que le dolería como los mil demonios, pero la piel estaba tan quemada en algunas zonas que estaba seguro de que el hombre no lo sentiría.

—No seas cobarde —espetó uno de sus compañeros.

—No te preocupes, estás en excelentes manos, el doctor Soobin se encargará de curarte y te dejará como nuevo —comentó Kuma en un intento por tranquilizar y hacer sentir mejor al herido.

—¿Es eso cierto? —preguntó asustado, Soobin asintió sin estar tan convencido.

—Excelente. Entonces Choi, encárgate de eso —ordenó la muchacha—. Señor Yeonjun, nosotros debemos encargarnos de lo otro —comentó la chica señalando la pared.

El mayor asintió.

—¿Cuándo su piel entró en contacto directo con el agua fue cuando se quemó? —preguntó Yeonjun a la mujer que los había llevado hasta ahí, ella asintió—. Tenemos suerte de que se trate de una fisura pequeña, si fuera más grande correríamos el riesgo de que se inundara el barco, además de que todos moriríamos corroídos por eso. Ahora, necesito que traigan madera y herramientas para trabajar.

—También necesitaremos algo para proteger nuestra piel —agregó la menor, haciendo que el de cabellos rosas asintiera.

—Quizás las armaduras que trajo el príncipe les puedan ayudar —comentó otro de los hombres.

—De acuerdo, entonces ya saben qué hacer. Tráiganos lo que necesitamos —ordenó la teniente y al instante la gente se fue a conseguir lo que les habían pedido.

Yeonjun observó a los soldados alejarse y miró a la muchacha con una sonrisa burlona en el rostro.

—¿Por qué me miras así? —preguntó extrañada al ver aquella extraña mueca en el semblante contrario.

—No es nada. Sólo me parece divertido ver cómo la gente te obedece. —La chica alzó una ceja—. Es que eres tan joven y bajita, pero a pesar de eso posees un aura poderosa e intimidante —explicó el muchacho.

—¿A qué viene ese comentario? —Yeonjun alzó los hombros y desvió la mirada.

—Lo que quiero decir es que te respeto, Kuma. —Ante esta confesión, la de piel chocolate se sonrojó. Era la primera vez en su vida que alguien le decía algo como aquello y, viniendo de alguien tan inteligente y mucho mayor que ella, realmente era un halago.

—Oh... g-gracias. Nunca antes alguien me había dicho algo como eso —se sinceró, ganándose otra sonrisa por parte del más alto.

—Quizás mis palabras no tienen tanto valor como las del príncipe Jongseong pero...

—No, no. Por supuesto que tienen valor. El que alguien tan inteligente me lo diga realmente es... es... —El mayor le dio un golpe juguetón en el hombro.

—Ya lo sé, es algo genial, ¿quién no se moriría por ser alabado por el brillante Choi Yeonjun? —Kuma se soltó a reír al oír estas palabras—. Sólo lo decía para molestarte, quería confirmar mi teoría. —Esto hizo que todo el rostro de la menor se volviera rosa.

—¿Te-teoría? —Él asintió.

—De que te gusta el príncipe Jay —habló con convicción haciendo que ella abriera los ojos y comenzara a entrar en pánico.

—No, no. Eso no es cierto —negó frenéticamente.

—Por supuesto que es verdad, es más que obvio. —Este comentario la alteró—. A ti te gusta el príncipe Jay. —Kuma se quedó en silencio, no veía útil el seguir negando algo que, según el mayor, era tan evidente.

—¿De verdad es muy obvio? —Yeonjun asintió, esto le sacó un suspiro a la menor—. Supongo que también sabes que es unilateral porque él ya tiene a alguien a quien ama.

—No sabía que Jay te había contado...

—¿De Jungwon? —El de cabellos rosas abrió los ojos impresionado, realmente no esperaba que la de piel chocolate conociera aquella información—. Por supuesto que lo sé —suspiró—, al igual que sé que él sólo me considera una buena amiga. Como a ustedes.

—Sí, supongo que sí.

—Supongo que... eso es mejor que nada, ¿cierto? —Yeonjun suspiró.

—El amor que existe en una amistad a veces puede llegar a ser mucho más fuerte y mejor que el de una relación —comentó con sinceridad para luego darle una pequeña palmada en el hombro en señal de apoyo—. El dolor que sientes ahora es pasajero, cuando encuentres a la persona indicada te reirás de este momento. —Kuma asintió cabizbaja.

En ese momento regresaron los soldados con lo que les habían pedido.

—Manos a la obra —mencionó Yeonjun con una sonrisa mientras comenzaba a colocarse la armadura, acción que fue imitada por Kuma.

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