CAPÍTULO IV.II

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CAPÍTULO IV.II

Era de noche, el ejército de Pandora se había tomado el día para descansar y todos se encontraban de buen humor a causa del delicioso banquete del cual habían sido capaces de degustar. Jay seguía algo molesto con Yeonjun y Soobin por haber desobedecido sus órdenes, pues habían puesto en peligro la vida de todos, aunque en el fondo estaba feliz y aliviado de que todo hubiera resultado bien.

—Chicos, ¿puedo pasar?

—Príncipe Jay. —Soobin asomó su cabeza por la entrada de su carpa y le sonrió—. Por favor, adelante.

El rubio ingresó a la carpa que ambos muchachos compartían. Esta era un poco más grande que la suya. Había varias maletas e instrumentos científicos que ocupaban la mayor parte del espacio y sobre una pequeña mesa se encontraba Yeonjun sentado mientras examinaba meticulosamente el cuerpo de uno de aquellos gusanos que había sido su cena. Del otro lado se encontraba un único catre acomodado, cosa que extrañó al chico.

—Junnie, cariño, el príncipe Jay vino a vernos. —El mayor apartó su rostro del monstruo y se giró para ver al recién llegado.

—Es un placer como siempre tenerlo por aquí. —Yeonjun se levantó de su asiento y se quitó aquellos enormes y graciosos lentes llenos de lupas con los que segundos antes había estado examinado al animal—. ¿En qué podemos ayudarlo? —Jay se aclaró la garganta.

—Honestamente sigo algo enojado por su actitud de esta mañana —confesó sin rodeos—. Sé que no lo hicieron con malas intenciones pero aun así me hubiera gustado que lo hubieran consultado primero conmigo.

—Lo lamentamos su alteza, no volverá a suceder. —Ambos se agacharon pidiéndole perdón.

—Eso espero, no podemos perder más vidas.

—Prometemos no volver a hacerlo, su alteza. Siempre lo consultaremos con usted antes de tomar cualquier tipo de decisión —prometió Soobin.

—Gracias, lo apreciaría mucho y por favor, dejen de llamarme "su alteza", somos amigos, así que por favor llámenme Jay o Jongseong. —Los mayores sonrieron y aceptaron su petición—. Y bien, ¿qué descubrieron sobre esas cosas? —preguntó señalando hacia la mesa.

—Oh, en realidad es muy interesante —habló Soobin con emoción—. Pensamos que se trata de una cría de algún tipo de gusano...

—Lo llamamos gusano de fuego azul —interrumpió el de cabellos rosas.

—¡Y viajan en manada! —dijo el más alto con alegría—. Como pudimos ver son comestibles, y pueden retraer sus espinas; el gusano más grande que pudimos hallar fue de metro y medio, aunque pensamos que los adultos pueden llegar a medir más, además su peso es de unos 12 Kg. Sus espinas se retraen y otros cuentan con filosas aletas que son capaces de cortar el cuerpo humano a la mitad.

—Venían desde el norte así que suponemos que allá se debe encontrar su nido —agregó el mayor.

—Si esas son las crías no me quiero imaginar a sus padres —comentó Jay haciéndolos reír a todos.

—Sería preferible no hacerlo, eso es seguro. —El silencio se instaló en el lugar.

—Noté que sólo tienen un catre ¿quieren que les consiga otro? Así no le dolerá la espalda a quien duerma en el suelo. —Ante este comentario los chicos no pudieron evitar soltarse a reír.

—Agradecemos su preocupación prínc... Jay. Pero así estamos bien, Binnie y yo hemos estado compartiendo el catre. —El príncipe los miró algo confundido, cosa que los hizo reír con más fuerza.

—Vaya que es un despistado. —El mayor rodeó con un brazo la cintura del de cabellos azules y lo atrajo a su cuerpo—. Soobin y yo somos pareja. —La mandíbula del rubio se abrió formando una "O" y tras pensarlo bien por unos segundos quiso pegarse en el rostro.

¡Era más que obvio! Desde que los había conocido los chicos se la pasaban juntos, había llegado a ver sus sonrisas y miradas cómplices, sus caricias discretas, los había escuchado llamarse con apodos dulces e incluso los había visto compartir la cama. La cara que el príncipe puso fue tan graciosa que los científicos rieron con más fuerza.

—Lo lamento, normalmente no soy así de despistado, creo que he estado enfocado tanto en otras cosas que por alguna razón me fue difícil ver lo obvio —se disculpó Jay con vergüenza.

—No te disculpes, nosotros pensamos que era obvio —soltó Soobin riendo.

—Lo lamento. —Volvió a disculparse—. Será mejor que los deje solos, ya es muy tarde y debemos descansar. Mañana seguiremos con nuestra caminata hacia el oeste. Que pasen una linda noche —comentó antes de abandonar la carpa con torpeza, causando que los mayores volvieran a reír.

Apenas estuvo afuera, Jay miró el cielo. Sus pensamientos automáticamente se dirigieron al príncipe de ojos bonitos a quien tanto extrañaba. Varias preguntas le habían surgido ante la confesión de sus amigos y él también se preguntaba si algún día sería capaz de ser tan feliz como ellos a lado de Jungwon. Soltó un pesado suspiró y se dirigió hacia su carpa.

Cross the Line {Cursed-Blessed} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora