Capítulo VII: El Palco Nº5 (2/2)

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Cuando llegó el deseado intermedio lo poco que había entendido hasta ahora era que el doctor Jekyll había creado una fórmula para sacar toda la maldad del ser humano y al beberla, se convierte en un monstruo capaz de cometer atrocidades llamado señor Hyde.

Me levanté como pude del asiento y efectivamente, me sentía mareada, camine hasta la puerta del palco con mi bolso en mano pero Erik me detuvo tomándome del brazo.

-Estas caminando en zigzag, te sientes bien?- voltee a verlo y le sonreí como una boba, empezando a reírme.

-Jajajaja si, me encuentro excelente. Es que necesito ir al baño pero creo que tome mucho champagne, vuelvo en seguida- me mordí el labio y sentí como todo se tambaleaba a mi alrededor.

Él me miró en silencio y por lo visto recordó todo el trayecto que debía hacer para llegar al baño, así que me llevo agarrada del brazo hasta la pared contraria a la pequeña puerta que yo había usado para escaparme de Chagny.

Tomo mi bolso y me lo puso de manera que quedaba cruzado en mi cuerpo, los tirantes en mi hombro izquierdo y el bolso reposaba en mi cintura, al parecer cuidaba que yo no perdiera mis pertenencias.

Presionó algo en la pared y automáticamente se convirtió en una puerta entreabierta, él la empujó con sus largos dedos y me llevo con él por el largo pasillo, la puerta se cerró detrás de nosotros. Estaba increíblemente oscuro y yo no podía ver nada, más mi poco equilibrio me hacía buscar apoyo en él temiendo una caída en esa penumbra.

No supe cuánto tiempo caminamos, cruzábamos pasillos de izquierda a derecha y sentía que mi vejiga iba a explotar y rogué en el fondo que llegáramos pronto.

Logré divisar al final del pasillo una tenue luz anaranjada, por un momento pensé que era la luz del día pero a medida que nos acercabamos pude ver que era el brillo de muchísimas velas blancas encendidas.

Eran de todos los tamaños y formas, algunas en candelabros y otras sobre las distintas rocas que adornaban el lugar.

Estábamos en la casa del Lago, dónde había querido venir por cuenta propia pero ahora el mismo me traía hasta aquí, no comprendía porque. Era la segunda vez que nos veíamos como tal y aún así me había traído hasta aquí.

Por dónde habíamos salido era un túnel en la pared de piedra, pasamos al lado de las muchísimas velas que iluminaban el lugar y me llevo hasta lo que parecía ser su casa, la fachada se confundía con la piedra, abrió la puerta y con la otra seguía sujetando mi brazo.

El interior era realmente lindo, una sala de estar con un comedor de una sola silla y dos sillones negros pequeños, debajo de estos una gran alfombra rojo oscuro con detalles dorados, parecía de algún país del continente asiático.

Me dejó parada en el centro de la sala y fue hasta otra habitación, estuvo un rato ahí y pude escuchar como movía cosas de lugar. Al salir se veía bastante acalorado y muy agitado, me señaló con su mano enguantada esa misma habitación.

-El único baño está aquí, en mi habitación... puedes usarlo. Me avisas para volver a terminar de ver Jekyll y Hyde- dijo y se fue a otra habitación, cerrando la puerta.

Camine apoyándome de las paredes hasta la que me dijo que era su habitación y pude ver al entrar que varias cosas estaban debajo de la cama, al parecer no quería que yo viera su desastre, me reí por esto.

Al llegar a la puerta del baño la abrí y me sorprendió ver lo hermoso que era, iluminado con un candelabro en el techo que tenía electricidad, todo el baño cubierto de cerámica en distintos tonos de azul y al abrir el grifo, descubrí que tenía agua filtrada. Me senté en el inodoro que también se veía inusualmente nuevo y libere mi motivo de estrés, bajando la palanca.

Me enamoré del Fantasma de la ÓperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora