Capítulo XXIV: Descubriendo al hombre detrás del Fantôme

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Perspectiva de Kamille

Me sentía realmente aliviada por haber tenido razón al creer que el hombre frente a mí no era un monstruo, confiaba ciegamente en él, pero por culpa de la incertidumbre y la desesperación que me hizo sentir el Daeva al ver sus ojos infernales, deje que esos sentimientos nublarán mi propia visión del Fantasma.

Un escalofrió recorrió mi cuerpo por completo, Christian Chagny era un asesino, mi miedo por él había aumentado enormemente ante la confesión de Erik y ahora comprendía porque el Fantasma insistía tanto en que yo me quedará en la Ópera. Mediante sus trampas, pasadizos y artefactos podía cuidarme mejor de lo que podría afuera, en el mundo exterior.

Ahora tenía una única duda en mi mente, si ese asesinato había ocurrido cinco años atrás, ¿Por qué Erik no había acabado con Chagny en ese entonces?

-Pero, no lo entiendo, ustedes se odian a muerte. ¿Por qué no lo asesinaste hace tiempo? O, ¿Por qué él no ha hecho nada para destruirte?- todo mi ser estaba lleno de intriga, me levante del suelo y busque su mirada, él trago grueso.

Tras un incómodo silencio, decidió hablar y nuestros orbes se encontraron, el gris y el oro se veían otra vez: -Porque hicimos un acuerdo mucho antes de que llegarás a Francia, precisamente cuando ocurrió el incidente de la pobre Margaritte- dejo de mirarme y ahora sólo fijaba su visión al oscuro cuerpo de agua frente a ambos, yo hice lo mismo: -Hace cinco años, me enteré que alguien se estaba haciendo pasar por mi e intentando arruinar más mi nombre, fue bastante curioso que esa persona fuera un mecenas del Palacio Garnier y que sólo supiera parlotear sobre ese asesinato en su palco.

Puse los ojos en blanco, era algo tan típico de ese Changy que hasta podía imaginarlo con un vaso de whisky en una mano y un tabaco encendido en la otra mientras se felicitaba a si mismo luego de cometer tan horrible acto, una mueca de asco se formó en mi rostro y Erik lo noto, así que se rio un poco y acaricio mi cabeza, tan suavemente que podía jurar que se parecía al viento matutino de Paris ondeando mi cabello.

Tan pronto como inició su contacto él mismo lo terminó, yo quería que siguiera brindándome esa muestra de afecto, pero entendía que seguía afectado por mi reacción al ser atacada por el Daeva.

-¿Qué hiciste al encontrarlo siendo un completo imbécil?- pregunte sin poder evitarlo, detestaba mucho a Christian Chagny y ahora no me sentía capaz de ser amable con él, sabiendo el monstro que era.

-Cuida esa boca, querida mia, no mancilles tu imagen insultando a ese ser- dijo Erik reprimiendo una sonrisa, yo bufe, pero le hice caso y me mantuve callada: -Apague las luces de su palco y lo asuste, obviamente. Me dijo que se sentía halagado porque el monstruo de la Ópera había ido a verlo y que solamente quería llamar mi atención. Sentí mucha pena por esa pobre mujer y me enervó que ese cínico tomará una vida inocente tan a la ligera, así que lo estrangule con mi lazo Punjab, aunque no termine el trabajo como ya sabrás.

Me impresiono el saber que Erik había estado tan cerca de acabar con el Chagny y no había podido hacerlo, ¿podría ser que se estuviera ablandando antes de mi llegada a su vida?

Sus orbes dorados me miraron con diversión: -No creas que me arrepentí en el último minuto, querida mía, es que el nuevo petimetre me suplico que no lo hiciera y me dijo que podría ser de utilidad.

Levante una ceja sin comprender, ¿por qué Christian Chagny querría ayudar a Erik? Todo lo que el hombre me había demostrado hacia mi maestro había sido desprecio y un gran entusiasmo por destruirlo, en la Mascarada intentó apuñalarlo frente a todos los presentes.

-No puedo entender... ¿Qué podía ofrecerte Christian para que tú lo dejarás libre?- trague grueso, sabía que era extraño hablar con tal naturalidad sobre asesinar o no a alguien, pero hasta yo misma había pensado en intentar que ese Chagny fuera el último, no podía juzgar a Erik al tener esos pensamientos.

-Me alegra que lo preguntes, querida mía- tomo mi mano con delicadeza y yo busque sus ojos al notar algo raro en su voz; se escuchaba nostálgica, pero él no me miraba a mí, en cambio su vista se poso en una de las salidas de la caverna, aquella que tenía una pequeña luz al final que se reflejaba sobre el agua negra del Lago: -Como sabrás, actualmente la ópera no es tan bien apreciada como lo era en mis tiempos, el Palacio Garnier ha dejado de estar lleno con el paso de los años y eso ha afectado enormemente a quienes hacen vida en este mundo lleno de música y arte- yo lo escuchaba en silencio, tenía razón, cuando había venido por primera vez a ese teatro pude ver que no todos los asientos estaban ocupados a pesar de ser la Reinauguración y lo mismo pasó al venir junto a Amelia, eso debía suponer perdidas no sólo para la dirección de la Ópera si no para los trabajadores que no aparecían en el escenario, esos que corrían de un lado a otro en el momento de una función para lograr que los espectadores pudieran disfrutar de la magia que podían ofrecer esas viejas tablas.

Me quede pensativa mientras mi maestro seguía hablando: -El nuevo petimetre me dijo que sabía que la Ópera pasaba por dificultades económicas debido a la falta de clientes, así que pretendía ser el mecenas como lo habían sido sus antepasados y cuya tradición inicio con Raoul de Chagny y su pedante hermano mayor, Phillipe. Así que lo deje con vida, no me conviene que la Ópera caiga en la ruina.

Lo escuchaba, pero sabía que sus intereses no eran únicamente materiales, al Fantasma le importaban los trabajadores del Palacio Garnier y trataba de no demostrarlo, pero era más que obvio, de no ser así, podía simplemente refugiarse en su hogar oculto y olvidarse de la superficie. Sin pensarlo mucho, me acerque hasta él y lo abrace, escondiendo mi rostro en su pecho.

El hombre se quedo estático por mi repentino contacto y yo sólo podía contener las lagrimas que amenazaban con salir de mis ojos, Erik era bueno y tan incomprendido, tan odiado y sin motivos.

-¿Estás bien, Kamille?- se había agachado un poco y correspondía como podía mi abrazo, levante mi rostro, se veía realmente preocupado por mi y yo le sonreí como pude, limpie lo que pudieron ser rastros de llanto y mi mano derecha acaricio la mitad de su rostro, aquel que era hermoso y que no cubría con una máscara.

Mi toque hacia que Erik se estremeciera y cerrará sus ojos, no podía imaginarme cuan solo se debió sentir ese hombre por tantos años en ese lugar y siendo acompañado únicamente por un demonio que te daba escalofríos tan sólo escucharlo.

-Estoy bien, Erik- le dije y él sonrió un poco, aliviado, en mi pecho sentía una emoción inexplicable, quería darle todo el amor que merecía y sentía que esa mascara, aunque se la había regalado yo y era hermosa, me impedía quererlo del todo.

Quería saber que había detrás de las innumerables mascaras que el Fantasma usaba para ocultar a Erik, un hombre que necesitaba amor y que yo, una recién llegada a su mundo, deseaba dárselo.

-Quiero hablar contigo... ¿Podemos entrar a tu casa?- le pregunte, él salió de su ensoñación y asintió, tomando mi mano y llevándome con él de vuelta a su hogar.

Una vez adentro ambos recordamos que habíamos estado en el oscuro Lago y como si fuera un chiste, estornude provocando que Erik tocará mi frente.

-No puedes quedarte así, ve a darte un baño y a cambiarte de ropa, querida- señalo su habitación y yo no tuve más remedio que hacerle caso, ahora que me veía con la claridad que tenía la sala de estar de Erik, mi blusa había dejado de ser color crema y ahora estaba cubierta de manchas negruzcas, mi pantalón y zapatos llenos de lodo y mi cabello no debía estar en mejores condiciones, suspire, en medio del miedo que sentía no pensé muy bien al lanzarme directo a ese Lago cuyo fondo parecía imposible de tocar.

Asentí, sintiendo mis mejillas arder, era como vivir con él nuevamente: -Lo haré, no tardaré porque se que tú también necesitas usar el baño, lamento haberte hecho pasar por ese mal rato, Erik- camine hacia la habitación y él sólo me dedico una sonrisa sin enseñar los dientes.

-No te preocupes, haría todo lo posible por rescatarte, mi única preocupación es tu bienestar mi ángel- hizo una reverencia y yo sólo podía reírme con nervios, para luego cerrar la puerta de la habitación y dirigirme al baño para quitarme todo el musgo y suciedad que tenían esas aguas.

Me encargue de bañarme lo más rápido posible, necesitaba hablar con él y hacerle saber lo que significaba para mí, no tenía ganas de huir, encontraría la manera de estar con Erik y que eso no afectará mi vida de manera negativa.

En mi mente intentaba imaginar como se vería esa parte oculta de su rostro y que no importaba cualquier deformidad que tuviera, que podría quererlo, así como fuera.

Me enamoré del Fantasma de la ÓperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora