Capítulo XXVI: Un compromiso y un reencuentro no deseado

77 6 4
                                    

Perspectiva de Kamille

Mi primera impresión al ver su rostro por completo fue impresionarme, no por la fealdad que él decía tener, era ese contraste tan fuerte al ver una mitad hermosa y otra dañada con rabia, noté con pesar que esas heridas que habían marcado su lado derecho habían sido realmente dolorosas.

Me separé un poco de mi acompañante y detalle bien esas cicatrices, tenían un tono rosa que me hacía creer que se había lastimado recientemente, pero sabía que no era así.

Recordé esa noche que Erik me había rescatado en ese restaurante donde el Chagny me había llevado a cenar, gracias a esa vestimenta de cocinero pude ver más de esas marcas que lo avergonzaban.

Se veía herido, pero era algo que podía arreglar usando maquillaje, acaricie su mejilla con mi pulgar, mi tacto lo mantenía con los ojos cerrados y varias lágrimas bajaban por su rostro.

El lado hermoso y el lado lastimado lloraban a la vez, me rompía el corazón verlo así. Lo que pasaba con Erik no se podía remediar únicamente con maquillaje, no era tan sencillo.

Tenía ante mi a un hombre que su mero nacimiento le supuso una condena. Por como se ocultaba del mundo y también como había temido tanto que yo viera su verdadero rostro, podía intuir que había crecido alejado de cualquier cuidado o empatía humana, recibiendo siempre burlas y daños por su apariencia.

Ahora sólo tenía una mitad de su cara que se consideraba fea, pero el daño que había sufrido ese pobre hombre era tan profundo que algo me decía que él pensaba que si se aparecía en público otra vez le sucedería lo mismo que antes, pero no estaba del todo segura de eso.

Trague grueso, necesitaba saberlo: -Erik, ¿tu apariencia era como la primera película que vimos? ¿Eso fue lo que hizo que te escondieras del mundo?

El Fantasma no sabía que decirme, estaba absorto en sus pensamientos, hasta pude ver cómo ese brillo lastimero en sus orbes dorados se había ido y ahora sólo existía una mirada vacía.

Empezó a hablar, su voz tan armoniosa se escuchaba afligida: -Era realmente abominable, tanto que mi propia madre me odio desde que nací. No tenía nariz y mi piel era amarillenta, sin labios ni cabello y extremadamente delgado...

Un nudo se formó en mi garganta y mis ojos se nublaron, ¿cómo se podía ser tan cruel? Erik siguió hablando: -Ella me obligaba a usar un saco en la cabeza con un par de huecos mal cortados para poder ver, pero nada más, era lo máximo que ella soportaba ver de su hijo.

No sabía que decirle, me dolía escucharlo: -Erik, lo siento, no merecías que tu madre te hiciera eso.

Él sólo asintió, al parecer se estaba acostumbrando a qué yo viera su rostro en su totalidad: -Una vez que me cansé de ser golpeado y abusado por los distintos hombres que venían a casa, escape sin mirar atrás. Llegué al pueblo más cercano y justo ese día se estaba presentando un circo de fenómenos, pensé que era mi oportunidad para alejarme de casa y poder usar esta desgracia a mi favor.

Empezo a reírse de manera amarga y me miró de reojo, podía ver dolor en su mirada: -Mi historia difiere un poco a lo que vimos en la película esa, Madame Giry no me acogió aquí en la Ópera, yo estuve presente en el momento que fue construida. Deje el circo después de acabar con la vida del gitano que me mantenía en una jaula, me aventure en Persia y aprendí sobre arquitectura y también sobre tortura, me hice reconocido por mis métodos y era alguien temido, pero Hatim (en ese momento era un policía de allá y se había vuelto muy cercano para mí) él sabía que yo podía hacer mejores cosas y me dijo que nos fuéramos. Una vez que estuve preparado, regrese a Francia y el Daroga me acompaño, nuestros caminos se separaron y supe que necesitaban a un conocedor en la materia arquitectónica para poder crear el Palacio Garnier- se levantó dejándome desconcertada.

Me enamoré del Fantasma de la ÓperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora