Capítulo VIII: La obsesión crece

108 8 0
                                    


Me encontraba en mi habitación, culminando el cuestionario que debía entregar al día siguiente. Me había ahorrado bastante tiempo al copiar la mitad de las respuestas en la universidad, ahora estaba a punto de terminar y apenas iban a ser las doce.

Había llegado de la Ópera hace apenas hora y media, mi acompañante me guío por un largo corredor que al finalizarlo, tenía salida en la parte trasera de la Ópera Garnier. Estaba realmente oscuro y antes de salir de su hogar, el Fantasma se había colocado un antifaz negro y pude ver sus labios por completo. Tenía un par de cicatrices del lado derecho de su boca, se veían realmente profundas.

Trate de no darle importancia, así que no hice ningún comentario al respecto y gracias a ese cambio en su indumentaria, pudo acompañarme hasta la entrada del Palacio Garnier. La oscuridad era tanta que de no ser por la parte blanca de su esmoquin y lo clara que era su piel, él podía confundirse fácilmente con la noche.

Erik había insistido en que pidiera un taxi, mientras esperábamos en la línea de la Ópera pude notar que los transeúntes que seguían saliendo de ver el musical nos pasaban por un lado y murmuraban cosas sobre nosotros.

-Deben venir de una fiesta de disfraces, pero opino que ella debió esforzarse más en ese disfraz de Christine.

-¿Verdad? ¿Quién le dijo a ella que Christine era pelirroja? En cambio el hombre hizo un gran trabajo al ponerse ese disfraz de Fantome.

-Que hombre tan elegante, se ve tan imponente.

-Esa chica se ve algo joven para él, lo que hace el interés, de seguro anda en busca del dinero de ese caballero. Típico de latinas.

Me encogí sintiendo desánimo ante esos comentarios, pero Erik también los escucho y por pasó sus brazos por mis hombros abrazándome protectoramente, poniendo su barbilla sobre mi coronilla, dedicando miradas de odio a quienes pasaban cerca de nosotros.

Cuando llegó un taxi nos separamos, le indique mi dirección al taxista y al decirle adiós a Erik, él beso mi mejilla y me dijo que me cuidará. Sentí una gran calidez en mi pecho por sus acciones.

Ahora podía decirse que ya era amiga del Fantasma de la Ópera y él me había prometido que pronto harían las esperadas audiciones, me dijo que fuera paciente.

De todas formas, algo me decía que Amelia sería la encargada de avisarme sobre ese gran día. Ahora, debía concentrarme en todas las tareas que tenía pendientes, continúe escribiendo la última respuesta del cuestionario y al ver mi calendario por décima vez en la noche, supe que aunque tuviera días libres sin necesidad de venir a cuidar a Lucas, no podía seguir yendo a ver espectáculos a la Ópera. Tenía que hacer el mayor esfuerzo posible para mantener un promedio alto y así impedir que me quitarán la beca, en enero se acababa el cuatrimestre y ahí sabría si podía seguir viviendo con los Giry y continuar estudiando en la universidad.

Al ponerle punto y final al cuestionario, tomé un marcador de punta fina verde claro para hacer márgenes a modo de cuadro a todas las hojas con las preguntas. Busque una pequeña engrapadora que guardaba en mi cartuchera y le puse una grapa al conjunto de hojas blancas, al dejar todo guardado en mi bolso me permití reclinarme sobre la silla de oficina negra.

Aún llevaba puesto el vestido y los tacones, al haber regresado tan tarde no quise perder tiempo y me dediqué a mis obligaciones.

Mi estómago empezó a gruñir y decidí ducharme para bajar a comer algo, cuando había llegado el único que estaba en la sala era el señor Jean Baptiste que acababa de llegar de su trabajo, lo saludé de manera cordial y le comenté en donde estaba, él solo dijo que tratará de no llegar tan tarde la próxima vez porque puede ser peligroso y se fue a su oficina. Marie y Lucas al parecer tenían tiempo dormidos y me hizo sentir culpable pensar que me esperaron para cenar, pero no aguantaron el cansancio.

Me enamoré del Fantasma de la ÓperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora