Capítulo XI: Una propuesta inesperada

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Me dejé caer en la cama, agotada por todo lo que había tenido que hacer, me había retrasado mucho en cuanto a mis obligaciones por todo este ridículo plan del imbécil y tuve que pedirle a los Giry que me permitieran dos días de permiso para poder ponerme al día en la universidad.

El tiempo había pasado realmente rápido desde que había salido a supuestamente tener una cena con Christian Chagny y acabe comiendo en una cafetería con Erik, ya había pasado una semana de ese hecho. Al día siguiente tuve que acudir a la fiesta que me había indicado el hombre y usando el vestido que me había enviado horas antes a casa Giry, Marie me ayudó a ponerme ese traje tan ostentoso y de color bronce, también me ayudó con el peinado.

Era de corte de sirena y con un escote en la espalda muy pronunciado, debía llevar el cabello recogido y un par de guantes hasta los codos del mismo color del vestido. Los tacones eran dorados y me quedaban un poco pequeños, sabía que me traería problemas en la noche y así fue.

Paso a buscarme en su limosina y como siempre, estaba bebiendo alcohol, me ofreció y yo me tuve que negar de manera educada. Conocía sus intenciones al intentar que yo tomará con él y yo no estaba dispuesta a dejarme tocar.

Recuerdo que antes de llegar a la fiesta, Chagny me tomo de la muñeca y me atrajo hasta él, con su mirada llena de maldad.

-Mi querida rosa, a partir de ahora vas a actuar como mi novia y te voy a agradecer que no me rechaces en público, porque tu amiga la peliazul la va a pasar muy mal- contesto una vídeo llamada en su teléfono, mostrándome que alguien que trabajaba para él estaba afuera de la casa de Amelia.

La rabia e impotencia que sentí no fue normal, pero no podía hacer nada así que me resigne y le sonreí, prometiendo que le seguiría la corriente. Llegamos a la fiesta y lamentablemente no era en la Ópera, no tenía ni idea de quién era esa mansión tan grande.

El resto de la noche la pasé terriblemente mal, los zapatos me lastimaban por tanto bailar con el idiota, todos los ricos que nos rodeaban querían hablar con él y saber cómo nos conocimos, pero el desgraciado era astuto y siempre respondía por mi, alegando que yo era muy tímida mientras apretaba mi cintura con fuerza, provocándome dolor.

Siempre hablaba de él y de cómo su familia había logrado mantenerse en una alta posición aún después de que su tatarabuelo se casará con una simple cantante de Ópera, diciendo esto con obvio desprecio por quién fuera su tatarabuela. Yo para poder mantenerme de buen humor mientras escuchaba lo que decía me dedicaba a beber copas de champagne que traía cualquier mesero, no aceptaba lo que él me ofrecía por el miedo de que estuviera adulterado.

Él se dio cuenta de esto y me tomo de la muñeca con falsa delicadeza, llevándome hasta un rincón del salón: -¿Te cuento un secreto, mi querida Kamille? Da igual si me aceptas o no una copa, todo el licor de esta fiesta ha sido suministrado por la familia Chagny.

Las náuseas se hicieron presentes en mi, sabiéndome perdida y él empezó a reírse de mi, para luego envolver mi cuerpo entre sus brazos.

Todo él apestaba a alcohol y a tabaco, era realmente desagradable y trate de apartarlo, pero su aliento caliente en mi oreja me hizo estremecerme de asco: -Tranquila ma chérie, no voy a drogarte para acostarme contigo, apenas es nuestra primera aparición en público y te has portado excelente.

Trague toda la saliva que se había acumulado en mi boca por las náuseas cuando se alejo después de darme un beso en los labios, sentí su barba y su horrible olor a alcohol en mi boca, provocándome arcadas. Pude ver cómo se iba y me dejaba sola, lo llamaron porque iban a empezar con la subasta para la caridad y no podía iniciar sin él. Mientras yo me sentía tan sucia y tan tonta por tener que soportar todo eso.

Me enamoré del Fantasma de la ÓperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora