Capítulo XXI: Secretos y peligros en la Ópera de París

59 6 0
                                    


Perspectiva de Erik

Tan pronto recibí la desagradable noticia de parte de uno de los directores que Christian Chagny no estaba muerto tuve que ir a ver a Kamille, ese hombre podía sospechar que lo que le había pasado había sido mi obra y eso significaba problemas para mi pelirroja. Los directores estaban aliviados porque el maldito périmètre seguía financiando a la Ópera y si algo le ocurría, un gran apoyo económico se perdería.

Ya era de noche y aprovechando la oscuridad para pasar desapercibido como antes, camine lo más rápido posible hasta la casa Giry, me cerciore de que no habían espías alrededor para poder acercarme. Al notar que la mayoría de las luces estaban apagadas, excepto la de Kamille, trepe hasta su ventana. Lo que no esperaba era ver a mi amada asomándose al mismo tiempo que yo terminaba de subir, tape su boca antes de que gritará y nos impulse hasta el interior de su habitación.

Me encontraba encima de ella y al ser una posición tan vista en mi mente en otras circunstancias mucho más obscenas, me aparté lo más rápido que pude. Su rostro era tan rojo como su cabello y avergonzada, evito mirarme por unos instantes, se levantó del suelo y camino hasta la puerta para cerrarla con seguro. Se volteo y me indico que la siguiera para meterse a su baño privado, tragué grueso, ella no sería capaz de hacer algo así en casa de sus jefes, ¿cierto? La seguí al interior del pequeño baño y ella nos encerró, señalo el inodoro con una tapa rosa acolchonada y me pidió que me sentara, me reí de lo extraña que era la situación y le hice caso.

-¿No crees que es mucho protocolo debido a nuestra situación actual, querida?- pregunte con una sonrisa en mis labios, estaba tan feliz por verla, lucía un sweater gris que le quedaba tan grande que le llegaba por encima de las rodillas y el cabello recogido en dos coletas bajas, eso me hizo recordar que le llevaba más de un siglo de existencia y se formó una mueca en mi rostro, era un degenerado.

-Lo hago porque no quiero que Marie o Lucas escuchen lo que vamos a hablar. Nadie debe saber que estás aquí, ¿por qué viniste? - su semblante era serio y su tono tan acusador que me arrepentí de haber venido, tragué saliva y antes de pedir disculpas ví sus ojos hinchados, había llorado.

-Vine porque necesitaba asegurarme que estabas bien, mi amor- extendí mi brazo para poder tocar su rostro, acaricie suavemente su mejilla con mi mano y una pequeña lágrima se escapó, confirmando su pesar: -Puedo darme cuenta de que no es así, qué ocurrió?

Ella suspiro y yo me puse de pie, envolviendo su menudo cuerpo entre mis brazos, escuché como lloraba y se dejaba reconfortar por mí. Podía sentir su miedo y seguía siendo sorprendente que ese sentimiento no fuera provocado por mí, estaba seguro que si Kamille descubría un poco de lo que yo era capaz me abandonaría. Tragué grueso ante esa idea y ella se separó lentamente de mí, para poder verme a los ojos, su mirada gris atravesaba la mía dorada.

-Erik, no sé qué hacer- admitió y procedió a contarme todo lo sucedido con el Chagny en la clínica, apreté mis puños por la impotencia y me sentí tan culpable de que ella estuviera pasando por esa situación. Había algo extraño en la petición que le había hecho ese hombre, existía una trampa más allá de lo obvio, no podía descifrar cuál era, pero debía hacerlo para que no me tomara desprevenido. Tenía que vigilarlo mejor. Lleve a la pelirroja a su cama y la ayude a acostarse, ella seguía tan sensible que varias lágrimas bajaban por su rostro sin poder evitarlo.

-Te prometo que todo estará bien, mi querida. Puedo decirte pistas falsas y eso hará que él se rinda en intentar emboscarme en mi propio terreno- acaricie sus labios con mi pulgar y me sentí tentado, pero preferí quedarme alejado, sabía que ella no se sentía bien.

-Lo sé, pero igual me preocupa que puede pasar contigo. ¿Sabes lo riesgoso que es que estemos juntos? Pueden estar vigilándome y saber que estás aquí- tomo mi mano y la presionó suavemente contra su hermoso rostro, de pronto la habitación ardía.

Me enamoré del Fantasma de la ÓperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora