Capitulo V: Un cambio para Kamille y el anhelo de Erik

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Perspectiva de Kamille

Mi alarma me despertó y tarde un poco en levantarme, teniendo rastros del sueño que me había mantenido feliz en la madrugada.

En mi mente Erik había estado en mi habitación y acarició mi cabello, acercó su rostro hasta mi cuello y dijo que mi olor le atraía, tenerlo tan cerca hizo que mi cuerpo reaccionara y yo lo besará.

Sacudí mi cabeza, no podía pensar ese tipo de cosas con alguien que recién acababa de conocer, estaba mal, ni siquiera éramos amigos. No volvería a dormirme con su pañuelo cerca de mi nariz, el olor tan atractivo que desprendía hizo que mi pobre mente me jugará una travesura.

Me levanté con pesadez y empecé a realizar mi rutina diaria, para quitarme ese sueño absurdo de mi cabeza. Tenía bastantes cosas en que pensar, lo ocurrido el día anterior con Erik y lo que había conversado con Marie me tenían indecisa. Pensé que quizás hablando con mi nueva amiga del asunto con Christian Chagny podría decidirme, porque no podía negar que el hombre era apuesto y encantador, pero todo eso parecía desaparecer cuando se volvía un loco dispuesto a obligarme a irme con él.

Al bajar y pasar por la cocina con mi bolso en un hombro me despedí de Marie, me excuse con ella por no desayunar ya que quería llegar temprano a la universidad.

-Tranquila querida, recuerda que hoy es viernes y Lucas tiene clase de violín a las tres y media. Yo salgo a las cinco y media por el cambio de horario, así que no puedo ir por él. Toma esto- me entrego una carpeta y ahí estaba una autorización de ambos padres para yo poder retirar al niño junto a una copia de mi pasaporte. La tomé y la guarde en mi bolso con una sonrisa amistosa.

En mi país no había tanto protocolo para ir a retirar a un niño, pero por algo este era un país desarrollado y el mío no, el nivel de secuestros y delincuencia en Venezuela era más mucho más elevado que aquí.

Me despedí de ella y emprendí mi camino a la Escuela de Negocios, ansiosa por ver Administración. Las clases que vi en el instituto me hicieron enamorarme de la carrera y hacer lo imposible por tener el promedio más alto para lograr obtener una beca, tras tanto esfuerzo me sentía orgullosa por conseguirlo.

Dos cuadras antes de llegar un pensamiento negativo paso por mi mente. ¿Y si este primer corte no conseguía la calificación mínima para seguir obteniendo la beca? Cuando me inscribí me advirtieron bastantes veces que si mi calificación final del primer corte de notas bajaba de 90 puntos, mi beca automáticamente quedaría suspendida y si quería continuar estudiando debía pagar el cuatrimestre, el cuál costaba 3000 euros.

No disponía de esa cantidad de dinero, apenas tenía lo poco que me quedo de la venta del apartamento que con la conversión quedó en 850 euros y todavía no cumplía un mes con los Giry para que me pagarán mi mensualidad de 600 euros. Quizás si ahorraba bastante podía guardar para ese caso de emergencia, pero algo me decía que si me quitaban la beca el convenio con Marie y Jean Baptiste se rompería, además que no sería lo más sensato gastar todo mi dinero en pagar la universidad si me quedaba en la calle.

Suspire, odiaba tener que preocuparme por cosas que no habían pasado y quizás nunca pasarían. Lo que debía hacer era esforzarme lo suficiente para no perder la beca, así tuviera que dejar de dormir para poder estudiar para los parciales que tendría en dos semanas.

El día de clase pasó muy rápido, no se me hizo tedioso y el amor que le tenía a la Administración me hizo anotar prácticamente todo lo que la profesora decía, mi mano volaba en mi libreta al escribir las palabras más rápido que cualquiera.

A la hora del almuerzo me llegó un mensaje de texto en francés de mi nueva amiga Amelia. Era algo inevitable, al vivir aquí debíamos hablar menos español para acostumbrarnos al idioma.

Me enamoré del Fantasma de la ÓperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora