Capítulo XII: La tentación de Kamille

103 8 0
                                    


Perspectiva de Erik

Podía sentir un dolor punzante en mi pecho al ver como mi amada Kamille le decía que si con la cabeza al maldito petimetre a su propuesta de matrimonio. No podía permitirlo, no cuando había empezado a sentirme enamorado de ella, cuando por ella había podido dejar mi obsesión estúpida por Christine Daae.

Tuve que hacerlo, repetir todo, sabía que Chagny iba a venir con ella y aunque quise impresionarla, quería dejar una advertencia al presentarme en la mascarada. No estaba en mis planes que el desgraciado le propusiera matrimonio en mi cara, mucho menos que supiera de mis visitas nocturnas a la pelirroja.

Baje la mirada, viéndola dormir plácidamente en la urna que ahora servía como barco, se veía realmente preciosa. Trate de ignorar el vestido para no pensar en Christine, pero me impresionaba el descaro con el cual ese Chagny había planificado todo. Seguí remando, a lo lejos pude divisar el altar del Daeva brillando y escuche su voz detrás de mi cabeza.

-Linda chica, hombrecito. ¿Qué me piensas entregar de ella?- trague saliva y me apresure, sintiendo los vellos de mi cuerpo levantarse.

-Nada, es una invitada, ya ha venido antes y lo sabes.

-Es cierto, pero también sé que no vas a dejarla aquí sólo por unas horas. Allá arriba están buscando como llegar hasta acá- la voz era tan rasposa y desagradable, pero me era tan útil: -Si consiguen tu escondite y destruyen mi altar, te convertirás en polvo.

Me congelé, nunca me había detenido a pensar que pasaría si encontraban mi guarida y al conocer la realidad, supe que debía tener más cautela de ahora en adelante. Hice bien en bloquear todas las entradas conocidas por los imbéciles que vinieron a destruir mi casa años atrás, ahora solamente yo conocía como entrar y salir de mi territorio. Ni siquiera Kamille tenía idea de cómo llegar hasta aquí y prefería que se quedará así.

Llegamos por fin al muelle fuera de mi casa, amarre el barco evitando que la corriente del Lago se lo llevará y tomé a la pelirroja en mis brazos, sintiéndome ganador por primera vez en todo este tiempo.

La lleve hasta mi habitación, deje su menudo cuerpo en mi cama y cerré la puerta, dispuesto a prepararle una cena maravillosa.

Me quite mi disfraz junto a mis guantes de cuero y los deje en mi estudio, me coloque una camisa de vestir blanca sin mi chaleco y un pantalón negro, me dirigí a la cocina y empecé a cortar vegetales para la cena, saque un pollo de la nevera para que se fuera descongelando.

Podía ser inmortal, pero me había dado cuenta de que no tenía sentido pasar hambre sin necesidad, así que dedique varios años de mi larga vida a perfeccionar mi arte culinario. Me sentía orgulloso de poder preparar cualquier platillo por más excéntrico que fuera.

Puse a calentar el horno, mientras cocinaba las papas en un sartén pensaba en lo placentero que sería asesinar a Christian Chagny, rogando clemencia mientras lo ahorcaba y su estúpida cara se tornara de color azul. Pasado un rato, termine de aliñar el pollo y lo metí en el horno, estaría listo cuando ella despertará.

Mientras lavaba todo lo que había utilizado vino a mi mente lo maldito que era ese hombre, Kamille no podía haberle dicho que si a esa propuesta a menos que estuviera siendo obligada, dudaba enormemente que mi niña quisiera casarse con semejante imbécil.

El pánico me invadió al recordar que él me delató frente a todos, pero si sabía que yo estaba visitándola en las noches, ¿Por qué sus gorilas no me habían detenido? No tenía sentido, algo tramaba Chagny y debía descubrirlo.

Escuche un sonido proviniendo de mi habitación, me acerque hasta la puerta y la toque con suavidad.

-¿Estás despierta, Kamille?- pregunté, sintiéndome nervioso.

Me enamoré del Fantasma de la ÓperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora