Capítulo XVIII: La lucha de Kamille

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Perspectiva de Kamille

Los días pasaban realmente rápido, entre parciales y exposiciones mantenía mi mente tan ocupada que a duras penas podía fantasear con mi próximo encuentro con mi profesor de canto. Un par de semanas más y volvería a verlo. Mis sentimientos no eran del todo claros con respecto a Erik, sabía que no podía enamorarme de él tan pronto y menos conociendo tan poco sobre su vida, echaba una lectura recreativa al libro de Gastón Leroux cada que tenía tiempo libre y en vez de sentirme más informada, mi cabeza se llenaba de más y más dudas.

El escritor, el cual era el mismo del libro que me había prestado Marie en mis primeros días en casa Giry, describía a Erik como un vil acosador y deforme monstruo con aspecto de zombie, muy pocas veces destacaba lo brillante que era y mucho menos mostraba al Fantasma como a un ser humano, esto me llegó a producir cierto rechazo por el periodista Leroux y decidí indagar por mi cuenta.

Lamentablemente mis esfuerzos no habían rendido frutos porque el señor Jean Baptiste no era una persona muy conversadora conmigo y tras castigarme nuestro trato se había limitado a saludarnos mutuamente cuando nos cruzamos en la sala o en la cocina durante la noche.

No había vuelto a ver a Antoniette, la madre de Jean Baptiste, al preguntarle por ella él solamente murmuró algo de que su madre volvería cuando la necesitaran nuevamente y continúo tomando su taza de café mientras leía unos documentos. Marie al ver que yo regresaba muy temprano producto de mi castigo decidió darme clases de cocina francesa siempre y cuando no tuviera algún pendiente de la universidad, podía notar en sus ojos que ella me veía como a una hija o quizás una hermana menor, no me sentía capaz de preguntarle nada por temor a incomodar hasta que una noche mientras la ayudaba a recoger los platos y cubiertos de la mesa me pidió que la ayudara a secar todo, evitando que yo subiera con Lucas al segundo piso para jugar con su nueva consola.

La mujer de cabello castaño y mirada triste desde hacía varios días me dijo algo que no me dejó dormir esa noche: "Me recuerdas a mi hermana menor, ella y yo fuimos muy unidas, tristemente no llego a conocer a Lucas". Tragué saliva y obviamente pregunté el porqué, ella sonrió con amargura y me miró, sus lágrimas amenazaban con salir: "Porque se enamoró de un hombre malvado, él le prometió el cielo y las estrellas, ella de ilusa le creyó y se escapó con él, aún sin conocerlo realmente. Decía que era de buena familia, pero nunca conocí su apellido. Fue realmente doloroso para mis padres y para mí saber que mi hermana fue encontrada muerta cerca de la Ópera Garnier, con una marca sangrienta en el pecho con las letras F y O."

Cerrando la llave del fregador y quitándose el delantal, tomo mis manos entre las suyas y me pidió suplicante: "Te lo imploro, mantente lejos del monstruo de la Ópera. Christian Chagny es lo mejor para ti y te sabrá proteger de ese engendro del demonio, prométeme que no volverás a ir al Palacio Garnier sin él, Kamille". Me mordí el labio y asentí lentamente, sabiendo que estaba prometiendo en vano. Había algo muy extraño en todo lo que me contaba esa mujer y conocía a alguien que sabría aclarar todas mis dudas, conocería la verdad sin necesidad de ir hasta la Ópera. Al día siguiente me dirigí a la Escuela de Negocios lo más temprano posible con ojeras en mi cara y llevando un termo de café negro con azúcar en mi mano, había pasado la noche en vela tratando de entender porque Erik habría asesinado a la hermana de Marie años atrás y no conseguía ningún motivo, no podía preguntarle a él directamente así que tenía que aclarar mis dudas mi nueva amiga Alimsej, quien después de leerme las cartas se sentaba conmigo todos los días en la cafetería para almorzar.

A medida que pasaba el tiempo hablaba menos con Amelia por sus ocupaciones en la Opera y por mis obligaciones de la universidad, pero me contentaba saber que ella estaba bien y feliz por las cosas que me contaba cada que podía. Antes de llegar a la universidad compré un chocolate oscuro no tan amargo y lo lleve como una ofrenda para obtener respuestas de mi amiga, esperaba que funcionará y con ese pensamiento en mente llegue hasta la secretaría, ella estaba tecleando en su computadora y sus compañeras no habían llegado aún, deje la barra sobre el escritorio y ella me miró, alzando una ceja.

Me enamoré del Fantasma de la ÓperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora