Parte 5.- Un viejo amigo

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--Entonces joven Spring... --preguntaba el auror con las gafas puestas mientras su pluma flotante tomaba nota de todo lo que Charlie decía--. Además de su testimonio contra el ex alumno de Hogwarts, Benjamin Hope; ¿Su motivo para la petición oficial de retirar a los aurores de Hogwarts, fue la severidad y pequeños actos correctivos que su profesor Andrew Allen tuvo contra usted?

Charlie tartamudeó antes de responder. El auror no lo miraba, prácticamente se dirigía a él como si el muchacho no existiera y fuera solo un caso más que atender entre cientos de miles.

El hombre se sentía frío, cruel, indiferente... Con cada intervención verbal que éste hacía, el problema de Charlie a pesar de toda su crueldad, parecía ahora no ser más que un juego de niños tontos.

--Su excelencia... Le repito que el profesor Allen me insultó repetidas veces y se burlaba de mí continuamente frente a todos mis compañeros de clase.

--¿Puedo saber a qué se refiere con "insultos"? –preguntó el auror elevando su tono de voz

Spring comenzaba a frotar sus sudorosas manos contra su túnica de Slytherin; era muy difícil tratar de sintetizar meses de maltrato y humillaciones, además de buscar las palabras adecuadas para resumir todo en una sola oración.

--Bueno... Me llamaba idiota, imbécil, estúpido... una vez amenazó con usar el maleficio Crussiatus en mí si no entregaba cinco pergaminos sobre la historia de la Gellert Grindelwald después de que no supe responderle cuáles fueron los objetos que Voldemort usó como horrocruxes.

El auror solo levantó la mirada de su escritorio por un momento. No se lo había dicho a Charlie, pero esa expresión inmutable le gritaba a todas voces una palabra: "Ridículo".

--¿Es todo? ¿Unos cuantos insultos y una amenaza verbal por una tarea?

--Señor... No puedo...

El hombre azotó todo el juego de papeles en su escritorio, mientras golpeaba con el puño la madera del mismo. Charlie comenzó a temblar ante la implacable furia del auror, furia ante la que apenas podía defenderse.

--¿Estás mintiendo niño? ¿O solo estás haciéndome perder el tiempo con una ridícula historia de lloriqueo?

--Señor... yo... el profesor Allen... –tartamudeó el muchacho

--¡Habla de una vez!

--Él... además usó una pluma negra conmigo –dijo descubriéndose las muñecas y dejando ver un par de cicatrices justo sobre las venas en su mano izquierda, las cuales adquirían la forma de una oración apenas legible: "Debo esforzarme más".

El hombre pareció recobrar la calma al ver las heridas del muchacho, de lejos las cicatrices parecían cortadas hechas con una navaja; pero al prestar atención, era evidente que se trataba de una herida creada por ese nefasto artefacto. La pluma negra era temida por cualquier estudiante, incluso aquellos que habían ya egresado, tenían todavía recuerdos dolorosos de ella. El ardor de sentir un objeto afilado desgarrando cada una de las capas de la piel después de haber escrito una "pequeña reflexión" como castigo a una falta, era algo que podía intimidar a cualquier mago en aprendizaje.

--Joven Spring, lamento decirle que las plumas negras están aprobadas por el Ministerio para la educación disciplinaria. Dolores Umbridge las usó cuando yo aún era estudiante y lamentablemente, la única escuela de magia en donde están prohibidas se localiza en Francia. –el auror ablandó muy poco su expresión, dejando apenas notar un pequeño rasgo de compasión por el muchacho frente a él. ¿Hay algo más que desee agregar a su declaración?

Charlie miró una vez más las cicatrices en su mano izquierda, cubriéndolas nuevamente con su túnica. Procedió a levantarse de su silla totalmente decepcionado y con una gran sensación de vulnerabilidad.

--Es todo, su excelencia –dijo haciendo una reverencia.

--Entonces procederé a archivar su declaración –respondió ordenando las hojas de papel que la pluma flotante había escrito--. Puede irse. Le agradecemos su cooperación. Soy Thomas Zimmerman, para servirle.

Spring sintió aquella última presentación como una burla. El hombre no lo había siquiera saludado en cuanto entró a su oficina, y ahora, después de no crear ni la mínima empatía con él, se presentaba con su asqueroso nombre como si nada: "Thomas Zimmerman".

El muchacho cerró la puerta de la pequeña oficina, dejando atrás su testimonio, plasmado en insignificantes y formales palabras; ahora tergiversadas en una hoja de papel que probablemente se perdería entre muchas otras.

Quería sentarse un momento a meditar todo, en las bancas fuera de la oficina donde recientemente había estado. Si Andrew Allen lo había hecho sentir insignificante, este mundo profesional lleno de burocracia y crueldad no se quedaba corto en esa tarea.

Bajó la cabeza y se cubrió el rostro con las manos procurando que nadie lo viera. Todo su esfuerzo invertido en la biblioteca no había podido protegerlo de la malicia de los aurores, todo su conocimiento ahora sobre el encantamiento Patronus parecía inútil frente a las crueles palabras de todas esas autoridades, que lograban penetrar en el corazón de una manera más agresiva que un dementor.

Lo único en lo que pensaba era en volver con la directora Mcgonagall, regresar al castillo y ver a sus amigos para darles a cada uno un gran abrazo.

--¿Charlie?

Un hombre de pelo rojo, con una barba bien recortada y del mismo color, apareció ante sus ojos. Su corbata negra resaltaba perfectamente con la camisa blanca y hacía excelente juego con el pantalón de vestir negro que se erguía delante del rostro del muchacho.

--¿Señor Ronald Weasley? –dijo Charlie incorporándose muy rápido de su silla.

--Solo dime Ron ¿quieres? Me haces sentir viejo

Ambos se abrazaron igual que un padre abraza a un hijo que no ha visto en meses, apretando sus brazos fuertemente el uno contra el otro; ignorando incluso que pudieran obstruir el paso del pasillo.

--¡Lo he extrañado mucho! ¡Tengo...! ¡Tengo que contarle muchas cosas!

--Aún me debes la revancha del partido de ajedrez de aquella vez ¿Quieres tenerla ahora? Mientras hablamos en mi oficina.

Charlie no pudo evitar sonreír. Su corazón saltaba lleno de alegría, bailando a través de todo su pecho.

--En serio me gustaría, pero... tengo que regresar con la directora Mcgonagall. Se va a preocupar si no vuelvo pronto.

--¿Ella está aquí? ¿Dónde? Hace mucho que no la veo. ¿Puedo acompañarte?

--¡Oh! Esto sí que se va a poner bueno señor Weasley. Legendarios maestros reunidos otra vez. ¡Claro que puede acompañarme!

Ron Weasley sacó de su bolsillo una pieza de madera muy elegante. Era de forma alargada, de color negro y con algo parecido a un zafiro incrustado en el mango.

--Escuché que Tori perdió su varita. Y... también escuché que su viejo núcleo era de la escama de un dragón. Dásela de mi parte por favor. Por cierto ¿Cómo va su recuperación? Y... si no es mucha intromisión, ¿Cómo vas con ese novio tuyo?

Charlie se sentía encantado de responder ante tales preguntas. Se sentía muy comprendido cada vez que Ron le preguntaba sobre aspectos que probablemente a nadie más le interesarían.

--En serio tenemos que sentarnos a hablar señor Weasley. Ojalá pudiera contarle todo en unas cuantas palabras –dijo tomando el regalo de Ron para Tori.

--Pues tengo un buen rato libre, solo espero que la directora Mcgonagall te permita quedarte un tiempo más. Supongo que no hay nada más tranquilizante que beber una taza de café con un viejo amigo.

Ambos caminaron a través del largo pasillo revestido con mármol en su piso, ambos con una sonrisa, ambos narrando interesantes anécdotas y prestando atención a las del otro, ambos abstraídos del absorbente mundo burocrático que ahora los rodeaba.

Heartstopper/Harry Potter Episodio 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora