Epílogo.- Defensor mandaloriano

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--Mamá. Mamá. ¿Estás bien? –Albus Potter estaba invadido por el pánico tras ver la herida en la pierna de su madre.

--No se detengan niños. ¡James, Lily! ¡Niños, no se queden atrás! ¡Esas cosas están cerca! –Ginny Weasley cogeaba por la puñalada en su muslo.

Trataba de parar el sangrado, pero la herida era ya casi incapacitante.

--¡Mamá! ¡Podemos escondernos en esa casa! –sugirió James Potter.

Los tres niños y su madre estaban exhaustos. Sus pensamientos no eran del todo claros. Una casa aparentemente abandonada por los habitantes ahuyentados por el pánico parecía ser su única esperanza.

--¡No se separen niños! ¡No se separen!

Cerrar la puerta y esconderse en una habitación era el paso más sencillo. Lo único que podían hacer era implorar que las criaturas no se percataran de su presencia. Su descomunal fuerza y número, fusionados en una enorme masa grisácea, hacían que nada pudiera detenerlos.

--Mami tengo miedo –sollozó Lily Potter.

--Tranquila hija, tranquila. Todo va a estar bien ¿Sí? Su padre vendrá a rescatarnos.

Ginny Weasley trataba de consolar a sus hijos. Pero en el fondo ella estaba siendo corroída por el miedo. Y con cada minuto, perdía la esperanza en que su esposo Harry Potter viniera en su ayuda.

--Mami... ¿y si nos encuentran? –mencionó Albus Potter casi rompiendo en llanto.

--Bajen la voz niños. Esas cosas no van a encontrarnos. Tranquilos. Ellos no van a...

"¡PUM! ¡PUM! ¡PUM!" se escuchó un gran golpeteo en la puerta de la casa.

El solo sonido provocó un escalofrío en cada uno. La sensación de descarga eléctrica erizó cada vello en la piel de los niños y su madre.

"¡PUM! ¡PUM! ¡PUM!"

--Toc toc... --se oyó la voz de una mujer al otro lado--. ¡Niñitoooooos! ¡Señoritaaaaa! ¿Por qué se esconden? Solo queremos cantarles una canción.

Ginny Weasley apuntó su varita a la criatura detrás de la puerta. La cual con el solo puño comenzó a despedazar la madera.

"¡PUM! ¡PUM! ¡PUM!" se escuchó en las paredes de la casa.

--La canción dice...

Y conforme el temblor en la mano de Ginny aumentaba, sus hijos comenzaban a romper en llanto.

Las ventanas de la casa comenzaron a romperse en pedazos cuando unas siniestras manos de piel gris las hicieron trizas.

--¡Mamá! –gritó Lily Potter con lágrimas de terror en sus mejillas--. ¡Mamá!

--La canción dice....

Los rugidos se hicieron presentes otra vez. Ese desgarrador sonido que parecía haber sido invocado desde el mismísimo infierno ahora estaba a tan solo unos metros de ellos.

--Estre... lli... ta... ¿Dón...de... estás?

Y tras esa última pronunciación, la puerta de madera se hizo pedazos, mostrando a una mujer de ojos rojos y un aspecto en extremo pálido. Los músculos de su boca estaban contraídos, de manera que mostraba unos afilados dientes. Y su respiración era exagerada, inhalando con fuerza por la nariz y exhalando por la boca igual que una bestia sedienta de sangre.

--Este... lli...ta... te encon...tré

--¡Desmaius! Lanzó un hechizo Ginny Weasley, el cual derribó a la criatura.

La familia había perdido por completo la reacción. Se sentían acorralados. Abandonados.

Y con una siniestra sonrisa, la mujer se levantó del suelo. Arañando ahora las paredes hasta que las uñas fueron despojadas de sus repulsivos dedos.

--Estre... lli... ta... te voy a... ma...tar.

--¡Papá! ¡Papá ayúdanos!

Y como si de una plegaria se tratara, la atacante dejó de moverse. Sus brazos dejaron de balancearse y su canto cesó en cuanto la hoja de un cuchillo le atravesó la frente.

El cuerpo de la criatura cayó primero de rodillas y luego dejó caer su rostro, hasta por completo desfallecer. Y detrás de esa bestia, un hombre recubierto de una armadura plateada cuyo casco y placas metálicas estaban decoradas por franjas moradas, apareció frente a la familia Potter.

El cazador extrajo de su cinturón un par de armas de fuego, de las cuales brotaron proyectiles luminosos de color violeta. Una tras otra, las monstruosidades que cazaban a la indefensa familia cayeron ante estos peculiares proyectiles.

--¿Un muggle? –se preguntó Ginny.

Cada disparo acertaba perfectamente en el rostro de estas criaturas. Cada disparo, erradicándolas por completo.

El llanto cesó. Los gritos se silenciaron. Y el terror fue reemplazado por una calmada respiración.

Ginny miró atentamente a este salvador, contemplando su armadura y lo que en su espalda, parecía una especie de mochila.

--¿Señora Ginevra Weasley? –el hombre se acercó a la atemorizada familia, retirándose su casco y dejando al descubierto el rostro de un joven muchacho cuyo cabello estaba en sus puntas coloreado de rosa--. El señor Harry Potter me envía a rescatarlos. Mi nombre es Aled Last, de Mandalore. No tengan miedo. Nos iremos de aquí. Ahora vámonos. Vienen más infectados hacia acá. Harry Potter y los señores Dudley no tienen mucho tiempo.

Heartstopper/Harry Potter Episodio 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora