Parte 34.- Cefalea

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          --Y bueno mis niños... después de oír la gran y hermosa historia de la adivinación, procederemos a... –Sybill Trelawney se metió nuevamente el dedo en la nariz, rascándose hasta que los ojos se le pusieron blancos de placer, sin importarle que estuviera dando clase frente a todos y cada uno de los alumnos de Hogwarts, de todos los años--. Procederemos a agarrar nuestras bolas de... --se interrumpió a sí misma nuevamente al ver el verdoso moco en la punta de su dedo y en la punta de su cabello cano--. Nuestras bolas de cristal

El aula Dumbledore era enorme, tanto que parecía una enorme falta de respeto llamarla aula. Todas las mesas de estudiantes eran alargadas y curveadas, distribuidas de forma que creaban un perfecto círculo de varios niveles alrededor de un gran presídium.

Al mismo tiempo que la profesora hablaba, las imágenes proyectadas por el humo azulado del cáliz de conocimiento cambiaban su contenido.

--Chicos... en serio estoy muriéndome de aburrimiento, creí que íbamos a tener una clase de dragones y serpientes gigantes con su profesor Ajayi –habló Charlie Z bostezando y apoyando su frente en la madera de su mesa.

--Sí, pero pensándolo bien, creo que Mcgonagall hizo bien al hacer que el profesor Ajayi vigile con Hagrid las puertas del aula Dumbledore y que sea Trelawney quien diera la clase.

--A veces no compartimos las mismas opiniones Aled –agregó Tao casi cerrando los ojos--. Oye Nick Z, que tal te la estás...

Tao interrumpió su comentario al ver a ambos Nick con la cara puesta sobre la mesa, los ojos completamente cerrados, los ronquidos a flor de piel y la saliva escurriendo de las bocas abiertas de ambos.

--¡Chicos bajen la voz! –dijo Elle--. Trelawney puede escucharnos y pasarnos al frente.

--Esa mujer está más sorda con el pasar de los años, no tengas mie... --Daniel Jun interrumpió su comentario cuando veía desde lo lejos que la profesora le indicaba con la mano que pasara al frente.

Poco a poco las miradas de todos los alumnos en la sala se posaron en el chico de Slytherin.

--¡Tú mi niño! –meneaba Sybill la mano--. ¡Sí, tú! ¡Muéstrale a la clase tu increíble don de la adivinación!

--¡Profesora! Pero yo no tengo nada que...

--¡No seas tonto mi niño! ¡Todos deben conocer la profecía que revelaste en la otra clase! ¡Ven y agarra mi bola!

Aled rio discretamente y evitó no estallar en una carcajada con esa última orden, mientras su novio se levantaba de la mesa y comenzaba a bajar los peldaños hacia el centro del aula.

--¿Adivinación? ¿Profecía? ¿Lo dice en serio? ¿Pueden ver el futuro? –se mostró Charlie Z interesado.

--No en realidad. No hemos podido comprobar que la adivinación realmente sea certera; aunque muchos dicen que gracias a ella, Hogwarts ganó la guerra contra Voldemort—respondió Aled.

Todo el enorme y somnoliento público puso sus entrecerrados ojos en Daniel, quien comenzaba a tomar la esfera de cristal con una de sus manos.

El vapor azul proyectado por el cáliz de conocimiento cambió su imagen a aquello que acontecía dentro del objeto.

--Ahora mi niño... abre tu tercer ojo. Y ve más allá.

Y conforme Daniel acariciaba el cristal, una imagen aparecía. Dos figuras geométricas, una redonda, la otra de tres lados. Una blanca, la otra completamente oscura.

El triángulo de color negro se deslizó sobre el círculo luminoso hasta bloquear por completo su luz.

--¡Oh mi niño muy bien! –gritó Trelawney dando brinquitos y aplaudiendo--. ¡Es exactamente el mismo resultado que en la otra clase! ¡Mis niños preciosos! ¿Alguna idea de lo que significa?

--¡Son las reliquias de la muerte! ¡Aunque al dibujo le falta un palito! ¡Igual que a mí! –se oyó a lo lejos.

Toda la clase dejó el superficial sueño para sumergirse en un río de carcajadas.

Sybill estaba emocionada, parecía que todos los alumnos finalmente se sentían emocionados por la adivinación.

--¡Oh sí mi niño!¡Buena participación! --desenrolló la adivina un trozo de pergamino--. Pero mi tercer ojo reveló algo más. La directora pensó mucho en si debía compartirles esto, pero ambas acordamos que tal vez ustedes podrían descifrarlo.

Desde las bancas más externas, Charlie Z comenzaba a tomar nota con una pluma mágica y un trozo de pergamino.

--Aled. ¿Qué son las reliquias de la muerte? ¿Son magia del ángel de la muerte o algo así?

--¿Ángel? No Charlie. Son armas muy poderosas, se rumora que la misma Muerte se las obsequió a tres poderosos magos. El triángulo representa la capa de invisibilidad y el círculo la piedra de la resurrección, aunque sigo sin entender por qué no aparece la varita de saúco en la profecía.

Y conforme la adivina desenrollaba el pergamino, la imagen del cáliz cambiaba de apariencia, dejando a toda la clase, ver el conjunto de versos escritos en el papel. Cada uno igual de llamativo que el anterior, cada uno rayando entre lo literal y lo metafórico.

--Oye pequeño Charlie... ¿estás bien? –preguntó Charlie Z a su contraparte.

Charlie Slytherin apretaba los párpados y se llevaba una mano a la frente. Estaba un poco ruborizado.

--Sí, es solo que comenzó a dolerme un poco la cabeza. No es nada.

El humo en el centro del aula Dumbledore proyectó finalmente la profecía letrada:

--"El Segundo Eclipse trae oscuridad al hogar..."

--Amigo, no te ves muy bien... agregó Tao. Tal vez deberías ir a la enfermería.

Charlie Slytherin terminó por llevarse ambas manos a la sien, apretándola con fuerza para tratar inútilmente de bloquear el dolor.

--"Y al hogar vendrá el ejército de impuros..."

--Oye peque, haz caso. Samantha y yo perdimos todas las medicinas cuando nos capturaron en la Tierra de zombis, no tengo nada con qué ayudarte si te agravas.

El dolor comenzó a ser intolerable, se sentía como si una aguja estuviera perforándole el hueso; como un casco de acero comprimiéndole el resto del cráneo.

--"Una afrenta a la vida, un nacimiento en la tumba..."

Solo un sonido. Corrientes eléctricas chocando.

Presión. Dolor. Incertidumbre.

Y conforme los segundos pasaban, la cefalea hizo que Charlie Slytherin se levantara de su asiento, sin decir una palabra. Sus manos cubrían su cara, pues la luz había comenzado a molestarle.

--Voy con la enfermera Pomfrey. En serio no aguanto. No sé qué me pasa.

--Espera Charlie. Voy contigo. Tu Nick está en su quinto sueño y en serio esto urge –dijo señalando al durmiente chico Gryffindor cuyos párpados estaban semiabiertos y sus ojos desorbitados.

Y finalmente, Aled y Elle vieron cómo Tao y Charlie Slytherin se acercaron a Hagrid en una de las puertas, quien con solo ver el rostro de dolor del muchacho lo dejó pasar sin demora, permitiéndole a ambos abandonar la clase dada la urgencia.

--"Mientras la pluma deja su poder a la espada"

Heartstopper/Harry Potter Episodio 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora