Para Draco Malfoy caminar sobre el piso marmoleado del Ministerio de Magia era una sensación de lo más reconfortante. El sentir cómo sus lustrados zapatos de vestir se deslizaban a través del encerado piso lo hacía sentir que paseaba en las nubes.
Su largo cabello rubio se posaba en sus hombros, de modo que tenía que deslizar su mano sobre los sedosos mechones de pelo para acomodárselo cada cierto tiempo.
Su maletín color blanco atraía la mirada de todos los aurores dentro de sus oficinas, dado que contrastaba de un modo muy notorio con el resto de su atuendo completamente negro, exceptuando por su camisa blanca y su corbata verde obscuro.
Le encantaba sentir cómo las miradas se posaban en él, un sentimiento que prefería ocultar a la perfección dado que, a su edad adulta, el egocentrismo no era del todo bien visto.
El maletín comenzó a agitarse de manera violenta, como si dentro de él hubiera una enorme fiera dispuesta a salir y devorar a todo aquel que se cruzara en el camino. Malfoy solo se limitó a darle una fuerte palmada al lomo blanco de su equipaje, haciendo que lo que fuera que estuviera dentro de él guardara la calma.
--Buenas tardes --se dirigió Draco a la recepcionista de la oficina de la ministra de magia, quien apenas levantó la mirada para ver a la persona que la saludaba.
--Su nombre señor
--Draco... Malfoy
La recepcionista finalmente dejó aquello que la mantenía abstraída del mundo para contemplar al hombre que tenía delante de ella. Su largo y sedoso cabello rubio, su atuendo muy formal, y la impactante combinación con el maletín blanco la hicieron reaccionar de manera inmediata.
--Le avisaré a la señorita Granger que ya está aquí.
--Le agradezco mucho
Si algo adoraba Draco de haber recibido el paso de los años, era la elegancia que éstos le habían permitido adquirir a través de la sabiduría, así como la atención que esta elegancia le permitía recibir.
--Un momento señor Malfoy, la señorita Granger finalizará unos cuantos asuntos telefónicos con el primer ministro inglés y lo atenderá en seguida.
--Muy amable –agradeció Draco alejándose del escritorio de la recepcionista.
El vanidoso hombre se permitió tomar asiento mientras esperaba a ser atendido. Dispuesto a reposar sobre una de las sillas de madera de la sala de espera, y abstraído por la sensación de su gran autoestima, no se percató de que uno de los asientos era ocupado por una vieja conocida.
Una anciana de cabello castaño, quien permanecía cabizbaja, con una llamativa tristeza y cruzada de brazos, llamó la atención de Malfoy, despertando en él un pequeño sentimiento de nostalgia por su antigua escuela de magia y al mismo tiempo la alegría de encontrarse con una entrañable amiga.
--¿Directora Minerva?
Mcgonagall salió del trance reflexivo en el que estaba absorta, permitiéndose mirar al apuesto hombre y sonriendo por la alegría de ver a un viejo amigo.
--¡Draco! –dijo levantándose de su asiento para darle un gran abrazo--. Pero qué guapo estás hijo. Te pareces mucho a tu padre
--¡Qué alegría verla directora! ¡Y qué sorpresa encontrarla por aquí!
--Ni me lo digas, preferiría no haber tenido que desperdiciar una tarde entera en este horrible lugar.
Malfoy volteó la mirada hacia todos lados, tratando de ver si Mcgonagall se encontraba acompañada de algún otro conocido o alguna escolta.
--¿Está esperando pasar con Hermione?
--No hijo –dijo borrando la sonrisa de su rostro--. Ya he recibido bastante de ella. Solo espero a que mi alumno regrese para irnos de aquí. Aunque ahora que lo pienso, es una suerte que estés aquí. El chico te ha buscado como un maníaco.
--No me lo diga. ¿Charles Francis Spring? ¿El niño que ha enviado a una lechuza gris a acosarme y llenar mi casa de cartas en las últimas dos semanas?
--Debes entenderlo Draco. Charlie quedó bastante afectado por lo que ocurrió hace poco. Su hermana casi muere por protegerlo. Solo quiere aprender todo lo que pueda de grandes magos como tú.
Malfoy hizo una breve pausa tras escuchar esas palabras: "quiere aprender todo lo que pueda de grandes magos como tú". Sin duda durante su adolescencia, Harry Potter se llevó toda la atención y era el centro del universo para cualquiera que pisara el castillo de Hogwarts. Para Draco, escuchar que ahora tenía al menos un admirador entre todo el colegio lo hizo sentir eufórico, realmente feliz; emoción que trató de disimular para no dar un brinco de alegría frente a todos los aurores.
--Si ese es el caso, estaré encantado de enseñarle todo lo que sé –dijo alimentando ligeramente su vanidad.
--Creo que puedes decirle eso tú mismo... --Mcgonagall miró en dirección hacia uno de los pasillos--. Porque viene justo por ahí, en compañía de otro viejo amigo por lo que veo.
A lo lejos, emergiendo de un mar de aurores perdidos en su trabajo, un sonriente Charlie Spring, acompañado de un contento y conversador Ron Weasley aparecieron delante de los ojos de Draco Malfoy y Minerva Mcgonagall.
Draco sintió pocas emociones al ver nuevamente a Ron. Pero el ver al joven muchacho con una corbata verde y el llamativo escudo de Slytherin, característicos de la misma Casa de Hogwarts a la que él perteneció; todo eso sumado a la sensación de tener un gran admirador, hicieron que Malfoy se llenara de ternura y felicidad.
--¡Señor Malfoy! La señorita Granger lo recibirá ahora –gritó la recepcionista
--Me encantaría hablar directora, pero tengo un asunto que resolver-- dijo mostrándole el maletín blanco y dando unas leves palmadas en el lomo del mismo.
Mcgonagall entrelazó sus dedos. La noticia que recientemente había recibido por parte de la ministra de magia la había dejado temerosa. Ahora necesitaba de toda la ayuda posible.
--Draco, en serio, piénsalo –le habló Minerva--. Hogwarts necesita de ti. Si no quieres hacerlo por este chico, al menos hazlo por el bien de todos los alumnos.
--¿Qué quiere decir directora? –respondió él adoptando una expresión seria.
--Si tienes tiempo, te veré en el castillo. Hay una cómoda habitación en el ala de profesores esperando específicamente por ti. Hermione me contó algo que deberías saber, algo muy serio. Por favor no tomes mi petición a la ligera.
--La veré luego directora –se despidió con un rápido comentario y un leve ceño fruncido.
Draco Malfoy emprendió camino hacia la oficina de la máxima autoridad mágica en Inglaterra, dejando atrás a Mcgonagall y sin oportunidad de hablar con Ron Weasley o Charlie Spring.
Con una gran sensación de incomodidad y un ligero temor causado por el comentario de Mcgonagall, empujó la elegante puerta de madera con dragones tallados en ella, mientras su maletín blanco comenzaba a moverse nuevamente, esta vez emitiendo algo parecido a un rugido combinado con un discreto siseo.
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Heartstopper/Harry Potter Episodio 2
Fanfic¡Un pegaso necesita ayuda! Dos meses después del ataque al castillo de Hogwarts por parte de un probable mortífago, la escuela reanuda sus actividades normalmente. Sin embargo, Rubeus Hagrid se topa con un incidente que puede poner en sobre aviso a...