CAPÍTULO 4

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HENRY

Observe a mi presa desde el otro lado de la habitación. Salí a comer al comedor con el resto de los pacientes aquí. No tenía intenciones de entretener a estas personas a mi alrededor, pero sí tenía mis ojos puestos en alguien muy importante.

Si no fuera por ella, comería en mi habitación, pero por primera vez pude verla. Ella no había cambiado mucho. Sus ojos marrones estaban inyectados en sangre, su corto cabello castaño, desordenado. Parecía que no había dormido durante días y no se había molestado en cepillarse ese sucio cabello.

Me pregunté si estaba pensando en mí, si se preguntaba cuándo iba a atacar. Apuesto a que lo estaba, apuesto a que podía sentir mis ojos sobre ella en este mismo momento.

Una pequeña sonrisa se deslizó por mis labios y se desvaneció tan rápido como había llegado. Pude sentir su incomodidad todo el tiempo mientras sus ojos escaneaban a cada persona en este salón hasta que cayó sobre mí. Si no lo supiera mejor, habría dicho que acaba de ver un fantasma, su piel palideció y sus labios temblaron.

El tenedor en su mano cayó y chocó contra el suelo, pero sus ojos nunca dejaron los míos. Incliné la cabeza hacia un lado, haciéndole saber que yo era tan real como parece.

Con un fuerte grito ensordecedor, comenzó a tirar de su cabello. Wow, se había vuelto tan loca, ¿eh? Pude quedarme ahi viéndola todo el día, pero para mi decepción, los guardias entraron corriendo y se acurrucaron alrededor de ella, inyectándola y luego sacándola del comedor.

Observé cómo sacaban su cuerpo inerte, muy pronto, ese cuerpo inerte se retorcerá debajo de mí. Mi última obra de arte.

Estudié el cuchillo de mantequilla que había robado del comedor. No estaba afilado en absoluto, pero tendría que hacerlo funcionar. Supongo que eso significa más presión y más dolor para mi presa en espera.

Los psicópatas no pertenecen aquí

¿Mataste a tus padres?, ¿Somos los siguientes? Hahahahahah

Estás loco, joder loco, no me extraña que tus padres abusaran de ti!

¿Quién se ríe ahora? Así es, ninguno de ellos. Porque están todos muertos. Cerré los ojos y permití que sus insultos llenaran mi cabeza. Permití que el maltrato mental, físico y verbal me llenara las venas de rabia.

Permití que todo viniera a mí, que me saludara con un fuego ardiente que inflamaba mi sangre. Juré que terminaría con todos y cada uno de ellos, hasta el último. Juré que desearían nunca poner un pie en ese orfanato, que nunca me vieran, porque yo soy, el fin de todos ellos, yo soy, la muerte de ellos.

Metiendo el cuchillo debajo de mi almohada, esperé a que la persona entrara. Podía sentir que era Bella. Cada vez que ella estaba cerca de mí era como si pudiera sentirla, como si mi mente respondiera a su presencia.

Como pensé, ella entró, con una sonrisa plasmada en su rostro. Ella siempre sonreía, una sonrisa que me hizo encender como una vela. Me pregunto qué la hizo sonreír, claramente este lugar era tan miserable como parece. Yo tampoco era exactamente su razón para sonreír, de hecho, sería más lógico si tuviera el ceño fruncido cuando venia de visita.

—Buenas tardes, Henry. —Esta vez no se acercó, sino que se sentó en el suelo con la espalda contra la puerta.

Había sillas en esta habitación, ¿por qué seguía sentada en el suelo?

—Creo que te estoy empezando a gustar. —Ella bromeó. Una broma que no tenía gracia.
—Tal vez si te visito más a menudo, incluso te convertirías en mi mejor amigo.

DESIRE |HENRY CAVILLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora