Victoria de la pasión o quizás amor

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Estamos besándonos tratando de saciar nuestros desesperados y hambrientos cuerpos, ella me termina de tumbar en el piso y ahora se sienta a horcajadas sobre mí, no nos importa el lugar donde estamos, lentamente nuestros cuerpos se revuelcan en el piso, y terminamos en la alfombra.

Ms: no en la alfombra no, me da picazón.

Como pudimos nos fuimos a la cama, nuestros beso desesperados y cargados de quizás amor nos acompañan, ella me rodea con sus brazos y quita mi vestido dejandome exhibida para su goce visual.

Ms:Ni siquiera tener dos hijos a descompuesto tu cuerpo, sigue siendo igual de apetecible para mí.
Empieza besando mis clavículas con lentitud, sin ningún afán, y en medio del continicio  y Vaivén de nuestras caderas, la noche era nuestra, la noche y la luna fueron los testigos de estos amores que posiblemente no podian ser, de los roces y las caricias más sutiles y amorosas, los gemidos más bajos para que el continicio no delatara el acto más pecaminoso para algunos y para otros la necesidad que nos carcome.

Está vez su besos fueron más lento, el tiempo se detuvo, ni siquiera nos importo el tiempo, fueron incontables corrientazos de placer, al quedar tan exhaustas y quedar por esta noche saciadas, el cansancio nos alcanza y no me dan ganas de irme a mi habitación, nos quedamos dormidas, hasta que una leve claridad nos obliga a despertarnos las aves se escuchan cantar, aún no sale el sol pero ya casi es el amanecer.

Ms: tienes que irte ahora, ruega que nadie te vea.
- y los guardias?
Ms: yo me encargo, vete ahora.

Me pongo mi vestido y me voy.
Mientras voy por el pasillo con una cara de desvelo evidente, el la soledad de los pasillos escucho mi nombre en una voz fuerte y masculina.

Sultán: ¡Larissa!

Mi corazón late a mil por segundo al reconocer la voz, es el sultán.

- su majestad buenos días. Hago reverencia.
S: que haces despierta tan temprano?
- ahh, yo, yo...
Una voz que también conozco habla detrás del Sultán.

Ms: mi sultán, mi hijo, cómo amaneces ?

Si: madre, buenos días, estoy bien, me  encamino para ir a las reuniones de visires y pasha.
Ms: hijo mío espero que te vaya bien. Larissa te tomaste el té que te ordene?

Mi cara de confusión amenaza con salir, pero entiendo que ella me está ayudando.

S: un té para que madre? Acaso Larissa está enferma y no me lo dijo.

Ms: hijo Larissa iba a la cocina, yo la escuché pasar, le pregunté que pasaba y me respondió que no podía conciliar sueño, así que le recomendé un té que hace nuestro cocinero, es buenísimo para dormir, no es así Larissa?
- ah, así es su majestad, es buenísimo, ya tengo sueño de nuevo.

S:  muy bien, necesito irme, sigan descansando.
Él se acerca a mí, besa mi frente y hace lo mismo con su madre.
Yo me voy a mis aposentos y no puedo evitar pensar en lo que paso anoche, fue mágico, simplemente fue el encuentro de un amor desesperado.

Mi Sultana. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora