Condena

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Nuestros corazones se condenaron con solo conocerse, nuestras vidas perdieron valor por el simple hecho de cruzarse y invadir la razón y decidir que se necesitarian para vivir completas, simplemente nos condenamos, porque la gente es asi, sola se condena, algunas veces lo busca y otras veces lo hace  pensando que no pasara nada, porque todo es así, fácilmente impredecible el hombre que está allí parado con la mirada mas asquerosa que alguien puede tener, no se inmuta, pero parece que sus quietos labios deciden decir algo.

S: como pudieron hacerme semejante cosa yo que las amaba con todo mi corazón, yo que estaba dispuesto a dar mi vida por ustedes si hubiese sido necesario, pero me han traicionado, y lo van a pagar muy caro.

Sus lágrimas se están conteniendo.

Él sale enojado, quizás triste, no lo sé, su cara era muy confusa.

Nosotras nos quedamos mirándonos a la cara, lloramos en silencio, sabemos que nos podría pasar, así que solo esperamos.

Él Sultán vuelve.

S: Larissa nos vamos ahora mismo al palacio.
Demanda enojado.

Yo solo hago caso.

La madre Sultana me toma de la muñeca y me abraza, me toma por sorpresa, ya que allí está el Sultán, su hijo, no esperaba que hiciera eso.
Me abraza muy fuerte, y me susurra al oído.

Ms: te amo, solo quiero que lo sepas.
Sus ojos están llenos de lágrimas, el sultán me vuelve a llamar, y ella me suelta, en una última mirada creemos despedirnos porque realmente ya no hay futuro prometedor, y el miedo se vuelve a burlar en nuestra cara.
Vamos en el carruaje el Sultán y yo en total silencio, ni siquiera nos miramos a los ojos, yo no puedo hacerlo.

Llegamos al palacio, el me toma de la muñeca y me lleva como a una niña pequeña que le van a reclamar y de qué manera más fuerte, esto va estar muy mal.

Mis amores ya me arreglaron el teléfono, gracias por su paciencia, las amo.

Pd: ¿Hay lectoras de Medellín Colombia? Reportense.

Mi Sultana. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora