Capítulo 12

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 – ¿Este finde estáis libres? – pregunta Lydia mientras guarda unos libros en la taquilla.

– Yo tengo cita con la psicóloga el sábado por la mañana, pero por la tarde estoy libre – comenta Mía con una sonrisa.

Desde la escena de película que protagonizaron hace un par de semanas al reconciliarse ella y Axel, parece que las cosas han cambiado. Mía está yendo al psicólogo tres días a la semana y a la nutricionista para que lleve una dieta buena y completa.

Los primeros días fueron difíciles, pero está mucho mejor ahora.

– Yo nunca tengo nada que hacer en casa así que sí, me apunto a lo que sea – digo empezando a caminar rumbo a clase.

– Podríamos llamar a los chicos para ir juntos – dice Lydia mirándome y Mía hace lo mismo.

– ¿Qué? – pregunto sin entender sus expresiones.

– Nada, que como a ti no te gustaba quedar con los chicos... en especial con Ethan...

– Eso era cuando no lo aguantaba, ahora ya lo aguanto... un poco – digo intentando defender mi carácter anterior. Las dos me miran de una forma extraña –. A ver, sin él, no se resolvería el problema de Mía...

– Ya, pero si tú no le hubieses dicho nada, él no habría hablado con Axel – dice Mía.

– Yo creo que le gustas a Ethan – suelta Lydia de repente y yo casi me atraganto con la saliva.

– ¿Qué? ¿Cómo le voy a gustar a Ethan? Él lo único que busca en las tías son líos de una noche – digo mirando al frente.

– No me digas que a ti no te gustaría pasar una noche con pedazo monumento – exclama la loca de mi amiga y no puedo evitar mirarla con los ojos como platos.

– Venga... me voy a clase – digo para escapar del tema –. Luego os veo.

Las dos me saludan con las manos y se dirigen a sus clases también.

Justo cuando toca el timbre que da comienzo a la última clase de la tarde, entro en el aula. La señora Beckett aún no ha llegado a clase, pero el resto de alumnos sí, por lo que los mejores asientos del centro y de delante están pillados.

Me dirijo al fondo de la case y me siento en una mesa doble que está vacía. Coloco mis cosas sobre la mesa, y mientras no llega la profesora abro el cuaderno por el final y empiezo a hacer garabatos sin sentido.

– Buenos días clase – saluda la señora Beckett sacándome de mis pensamientos –. Bien, como ya dije la semana pasada, hoy empezaremos con los trabajos. Serán por parejas, así que los haréis con vuestro compañero de mesa.

Yo miro a mi derecha, pero el asiento de al lado sigue vacío. Levanto la mano para llamar la atención de la profesora.

– Dime Eila.

– Em... yo no tengo pareja para el trabajo – digo señalando el asiento vacío a mi lado.

– ¿A no? – pregunta mientras abre su ficha de alumnos –. Juraría que sois pares.

Justo en el momento en el que lo dice la puerta del aula se abre dejando pasar a Ethan.

– Ethan Coleman... que raro en ti llegar tarde – dice irónica la profesora, luego se dirige a mí –. Aquí tienes a tu compañero Eila.

Cuando Ethan se sienta a mi lado y me muestra una sonrisa a modo de saludo, ruedo los ojos. Lo que me faltaba, tener que hacer un trabajo con el tío que pasa de todo.

– Bien, como iba diciendo, el trabajo será por parejas y consistirá en hacer un informe sobre los distintos tipos de trastornos relacionados con lo que vosotros decidáis, algunos ejemplos serían los trastornos visuales o los psicológicos, aunque ahí podemos diferenciar varios tipos – explica la profesora y todos asentimos –. Como vamos bien con la materia os dejaré algunas clases para prepararlo. Pero os recuerdo que espero pulcritud y buena presentación. Es un trabajo muy completo, quiero que tratéis varios puntos y va a contar bastante para la nota. Incluso lo tendré en cuenta para los alumnos que tienen la asignatura pendiente.

[1]Desde que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora