Capítulo 28

161 2 0
                                    

Me siento tan a gusto en estos momentos que no me atrevo a moverme y ni siquiera a abrir los ojos. Llevo un rato despierta, pero estoy demasiado bien entre los brazos de Ethan. Estamos completamente abrazados, con las piernas entrelazadas y las respiraciones al mismo compás.

Despego mis párpados sintiendo la fuerte claridad que entra por la ventana y me acurruco más en los brazos de Ethan. Parece un bebé cuando está durmiendo.

Sus facciones están relajadas y lo hacen ver mucho más adorable. Tiene los labios entreabiertos y los latidos pausados de su corazón hacen eco en mis sentidos. Su pelo revuelto me incita a mover la mano para tocarlo, al igual que la piel suave de su cara, su cuello, sus brazos...

Sus tatuajes me llaman tanto la atención que empiezo a dibujar con mi dedo el relieve de estos. Una rosa, un mapa, un dragón... hay un tatuaje que me llama la atención y con el que no puedo evitar sonreír. Bajo su clavícula derecha tiene tatuada una pequeña A con un par de estrellas al lado. Como las estrellas de Petter Pan.

En ese momento los labios carnosos de Ethan se curvan hacia arriba en una preciosa sonrisa.

– ¿Por qué me miras? – pregunta con una voz ronca que me eriza la piel.

– Porque estás muy guapo cuando duermes – le digo en un susurro recordando aquella vez que dormí con él.

Abre los ojos despacio y me observa con ese brillo que tenían ayer, que hace que me derrita entre sus brazos. Lo abrazo con fuerza y él deja un sutil beso en mi cabeza.

– ¿Tienes hambre? Porque yo me muero por comer algo – dice provocándome una carcajada.

Se remueve en la cama hasta levantarse y quedarse sentado en el borde. Observo sus movimientos tumbada, viendo como se mueven los músculos de su perfecta espalda.

Me coge desprevenida el que me lance las bragas y una camiseta suya, pero me la pongo rápido sin siquiera levantarme.

Ethan mira los mensajes de su móvil mientras yo hago el tonto tocándolo con mi pie. Se ríe de mí y en alguna ocasión me lo agarra bromeando.

Cuando veo que se va a levantar, aprovecho y le rodeo la cintura con mis piernas. Cojo impulso y me quedo sentada enrollada a su cuerpo. Ethan se ríe mientras paso mis brazos alrededor de su cuello y empiezo a darle besos en el cuello, la oreja, la mejilla... así hasta conseguir que gire un poco el rostro y besarle los labios con pasión.

Con un movimiento rápido hace que me tumbe de nuevo en la cama y él tenga vía libre para colocarse sobre mí y empezar a mover sus manos por mis piernas.

Sus labios buscan los míos demandantes y los míos no aguantan un segundo sin besarle.

– ¿Tú no... no tenías hambre? – le pregunto cuando su boca empieza a dejar besos sobre la piel sensible de mi cuello.

– Se me ha pasado.

Me río sobre sus labios mientras él sigue el recorrido de mis piernas con sus manos. Podría estar así todo el día, pero el sonido de mis tripas hambrientas hace que Ethan se despegue de mí riendo a pierna suelta.

– Vale... tal vez tengas más hambre tú – dice sin dejar de reírse y yo le tiro un cojín.

Se levanta y empieza a caminar hacia el pasillo perdiéndose en él. Me levanto desperezándome y empiezo a andar hacia la cocina, no sin antes pararme en el baño.

Cuando salgo al encuentro de Ethan él está con la atención puesta en la vitrocerámica, sobre la que hay un pequeño cazo que desprende un delicioso aroma a chocolate.

[1]Desde que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora