Ethan
– Fanny... no, ¿qué haces? – le digo cuando empieza a desabrocharme los botones de la camisa.
Vale, lo admito, no debí seguirle el beso. Me cogió desprevenido y... siempre me ha gustado como besa Fanny.
¡Bah! No sé a quién intento engañar. La verdad es que pensé que así podría olvidarme de los besos de Eila.
¿Os doy un spoiler? No lo he conseguido.
– Ethan, los dos sabemos que te mueres de ganas de volver a tenerme en la cama. No lo niegues – susurra muy cerca de mí.
Vuelve a sellar sus labios con los míos, pero esta vez la separo al instante.
– Fanny para.
– Te estas volviendo un ñoño, Ethan – murmura seductoramente mientras juega con la hebilla de mi cinturón.
Me aparto de ella y me dirijo a la puerta, pero vuelve a pararme.
– ¿Ethan, qué te pasa? Parece que escapas de mí. ¿Ya no te gusto? – pregunta empezando a besar mi nuca –. ¿O hace tanto que no nos acostamos que te has olvidado de cómo es estar dentro de mí?
– Fanny, entre nosotros solo había sexo y ya me he cansado. Supéralo – digo tajante, aunque creo que he sido un poco duro.
Se me queda mirando unos segundos y luego se coloca el cinturón que había tirado al suelo cuando entramos en su cuarto, alrededor de la cintura. Todo con una calma estresante.
– Ha sido ella. Te ha cambiado, no lo niegues – dice tomando asiento en su cama. Al ver mi expresión de desconcierto continúa hablando –. Eila. Desde que llegó no has vuelto a mirarme como antes.
– ¿Fanny, pero qué mierda dices? – exclamo frunciendo el ceño –. En primer lugar, siempre te he mirado igual. Y en segundo lugar no somos nada ¡Joder Fanny! Supera de una maldita vez que no me interesas. Puede que seas la chica guapa, la que se gana al mundo con su dinero, la reina del instituto... pero yo solo te follaba por pasar el rato. ¡Deja de crearte castillos en las nubes porque no eres una princesa!
Siento la respiración agitada cuando cierro la boca. Tal vez me he pasado con el tono en el que se lo he dicho, pero ella no muestra ninguna expresión de miedo o tristeza en la cara, sino una completamente irónica.
– Si crees que puedes conseguir que Eila acabe en tu cama, eres más estúpido de lo que pensaba – comenta pasándose el dedo pulgar por la comisura de los labios para limpiarse el pintalabios que se le corrió –. ¿Qué haces aún aquí? Corre junto a tu Julieta, Romeo. No vaya a ser que encuentre a otro más interesante antes.
Su mirada de odio es tan fuerte que casi me hace dudar. Aún así salgo de la habitación dando un portazo. El silencio que invadía su cuarto se rompe en cuanto llego a las escaleras. Bajo los escalones uno a uno mirando mis Vans negras y pensando en las palabras de Fanny aún furioso.
Es una niña mimada. Ni siquiera sé por qué empecé a acostarme con ella. Ah ya... para joder a su hermano.
Cuando llego abajo busco a Sam con la mirada, pero no lo encuentro, lo único que veo es una masa de personas apiñadas mirando hacia una esquina del salón.
Me acerco a la multitud y toco el hombro de un chico un poco más alto que yo y le pregunto qué es lo que está pasando.
– ¿No lo sabes, tío? – dice riendo como una morsa y yo niego con la cabeza.
Es obvio que no lo sé, gilipollas, Si no, no te estaría preguntando.
Pienso para mí, pero no digo nada, el tío está muy borracho.
ESTÁS LEYENDO
[1]Desde que te conocí
Genç KurguCada persona que conoces está luchando una batalla que desconoces, así que sé amable siempre -*- Eila Cooper es una adolescente como otra cualquiera que vive en Londres desde hace años con sus padres. Cansada de los problemas familiares e impulsad...