Capítulo 36

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Dejo de escuchar a la profesora Beckett. Dejo de prestar atención al alboroto a mi alrededor. Me quedo prendida de esa sonrisa y de esa mirada, por más tiempo del que me gustaría.

Acabamos saliendo de allí y la profesora nos guía hacia la zona de las butacas. Pasamos hacia el fondo del salón de actos y ocupamos el sitio que nos han asignado.

Las siguientes exposiciones pasan como un suspiro de rápidas, que a penas me doy cuenta de que ya estoy aplaudiendo a los últimos alumnos.

Mi corazón no rebaja sus latidos ni una décima y yo siento a cada segundo que pasa, la mirada de Ethan sobre mi piel. Y quiero tenerlo así de cerca. Pero también quiero alejarme de él.

Cuando los presentes empiezan a levantarse, el alboroto va en aumento. Busco con la mirada a mis amigos y a mi madre y cuando por fin los encuentro, he perdido de vista a Ethan.

– ¡Eila, te ha salido súper bien! – exclama Lydia dándome un abrazo.

– Parecías toda una profesional en el tema – la secunda Mía abrazándome también.

– Dios, pero qué amiga tan lista tenemos – ríe Isak.

Me río con ellos rebajando la tensión de mis hombros notablemente. Mi madre me felicita por la exposición y algún profesor se me acerca para darme la enhorabuena.

Conseguimos salir al exterior y recorremos los pasillos del instituto viendo algún que otro proyecto y cogiendo algún tentempié de las mesas que hay repartidas por los pasillos.

Mía se acaba yendo con Isak un rato después, ya que Axel tiene una exposición y sus padres le han guardado dos sitios, así que me despido de ellos con la mano y camino con Lydia enganchada en uno de mis brazos y mi madre en el otro.

Lydia y mi madre van al baño y yo las espero en ese pasillo mirando algún que otro proyecto, hasta que una mano se cierra en torno a mi hombro.

Me giro un poco sorprendida al ver a una pareja que me observa con una sonrisa. Ella es baja, y tiene unos preciosos ojos verdes que me observan con cariño. Casi al momento caigo en la cuenta de quienes son.

– Hola Eila, no te vimos en la salida del auditorio y queríamos felicitarte por la presentación – dice la mujer con una amable sonrisa.

Tiene un tono de voz dulce que me hace sonreír. Sin embargo, cuando estoy a punto de hablar, su marido me interrumpe.

– Perdona que no nos hemos presentado – dice riendo y su mujer le sonríe –. Yo soy Nicholas y esta es mi esposa Violet, somos los padres de Ethan.

Trago saliva manteniendo la sonrisa cordial y cojo la mano que me tiende el señor Coleman.

– Encantada, yo soy Eila Cooper.

– Sí, lo sabemos, Ethan nos ha hablado mucho de ti – dice su madre con una sonrisa tierna en los labios.

El corazón me golpetea en el pecho. Un recuerdo vago de la comida de su cumpleaños me viene a la mente.

Pues claro que les hablé de ti. No dejaba de pensarte.

Me aclaro la garganta y recompongo la sonrisa amable. Pero no digo nada. No sé que decirles ahora, ni siquiera sé lo que les ha dicho Ethan de mi en todo este tiempo. Para mi suerte, Violet vuelve a hablar.

– Has estado muy bien en la presentación – me felicita.

– Gracias, señora Coleman.

Al llamarla así abre mucho los ojos y niega con la cabeza.

[1]Desde que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora