Capítulo 38

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siento mucho la demora, pero aquí está ya el... 

maratón final 1/2

La última vez que había venido a la playa con los chicos, esta estaba atestada de gente, pero no de tanta como hoy.

Hay una barbaridad de estudiantes de último año y de la universidad que llenan buena parte de la playa.

Según me contaron mis amigos, todos los años se celebran fiestas así para empezar y terminar el verano. Hoy es la famosa fiesta de inicio de verano, aunque no sé si estaremos todos para celebrar la de final del verano.

Intento alejar esos pensamientos para disfrutar la noche y sigo a Isak, Lydia y Mía entre la gente hacia unas mesas plegables que han montado.

– Adoro las fiestas en la playa – dice Lydia cogiendo un vaso de la temblorosa mesa que dudo que aguante mucho tiempo sobre la arena.

– A mí no me apasionan mucho, la verdad, te llenas de arena – reprocha Isak con una mueca.

– Pero puedes bañarte si te apetece.

Es imposible rebatirle eso a Lydia y más cuando ya hay varias personas en el agua dándose un baño.

Se está haciendo de noche, pero hay varios farolillos colgando en torno a la carpa que hay sobre las mesas de bebidas y comida. No sé cómo se las han ingeniado para montar todo esto, pero les ha quedado muy bien, supongo que es la práctica de haberlo hecho tantos años seguidos.

La música suena desde varios altavoces que hay dispersos por la arena y hay gente bailando, bebiendo y charlando por todas partes.

No hace frío, el hecho de estar a mediados de mayo ayuda bastante, por lo que la fiesta tiene pinta de que va a durar toda la noche.

– ¿Vamos a bailar? – me pregunta Isak tendiéndome la mano y yo la agarro guiándolo hacia la gente.

Nos movemos al son de la música saludando a algún que otro compañero de clase de vez en cuando y cogiendo unas bebidas que nos trae Lydia cuando ella y Mía se unen a nosotros.

Me lo estoy pasando muy bien haciendo el tonto con ellos sin preocupaciones y una sensación de tranquilidad me recorre el cuerpo.

Después de todo el vaivén del último año de instituto, los exámenes, las clases, los líos y los problemas familiares... después de todas las disputas y todas las reconciliaciones, me siento más ligera, como si por fin todo empezase a ir bien.

Cierro los ojos meciendo mi cuerpo de un lado a otro cuando siento sobre mis caderas el calor tan característico de unas manos rodeándolas.

Apoyo la cabeza en el hombro de Ethan y miro hacia arriba captando el brillo de sus ojos verdes escrutando los míos.

– Hola – susurro con una sonrisa tirando de las comisuras de mis labios.

– Hola, princesa – responde al tiempo que de un movimiento rápido y fluido me da la vuelta hasta que quedamos cara a cara –. ¿Te lo estás pasando bien?

Asiento sin dejar de sonreír y le rodeo el cuello con los brazos.

Permanecemos así bailando un buen rato. Me olvido de la gente de alrededor, tan solo me centro en Ethan, sus manos rodeando mi espalda y su frente pegada a la mía.

Que simple se vuelve todo cuando realmente estás donde quieres estar. Todas las dudas desaparecen, te sientes libre, como si pudieras echar a volar. Todo encaja donde debe encajar, todo es como debe ser, tan fácil que uno se acaba sorprendiendo de ello.

[1]Desde que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora