Capítulo 14

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súperminimaratón 1/2

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Al acabar las clases me dirijo a mi taquilla y me encuentro con Lydia rebuscando en la suya.

– Hola – la saludo y ella se gira con una sonrisa –. ¿Y Mía?

– Se fue con Axel al hospital, tenían que hacerle más pruebas – contesta empezando a andar hacia la salida –. ¿Sabes que fue Tonny el que lo tiró al suelo? Qué asco de persona.

– Sí, Sam me lo dijo – digo intentando no sonar nerviosa al hablar de Tonny –. ¿Ethan se fue con Axel?

– Sí, se ofreció a llevar a Mía y bueno, ella no lo pensó dos veces. Yo tenía que quedarme para el examen de Ciencias Sociales y ahora tengo que llevarle el coche a Mía a casa.

– Está bien, nos vemos mañana – digo colgándome de su cuello para darle un abrazo.

– Hasta mañana, Eila – se despide dándome un beso en la mejilla y va hacia el coche de Mía.

Camino en silencio por la acera frente al instituto. La verdad es que no me apetece para nada tener que ir andando a casa, así que espero en la parada a que llegue el bus.

– ¿Quieres que te lleve a casa? – pregunta la voz de Sam detrás de mí, dándome un susto.

– Dios Sam... casi me da algo – digo girándome mientras llevo una mano al pecho en donde se sienten los latidos acelerados de mi corazón. Él se ríe.

– Bueno, ¿te llevo? El bus no llega hasta las cuatro – dice señalando los horarios en los que ni me había fijado.

– Sí, por favor, llévame a casa, me estoy muriendo de hambre – le suplico haciendo que se ría de mí.

Vamos caminando hacia su coche, un Seat Leon blanco, y nos dirigimos a mi edificio. Durante el camino vamos hablando de trivialidades hasta que llegamos.

Me bajo del coche y me agacho para mirarlo a través de su ventanilla.

– Ya que ha tenido la amabilidad de traerme a casa, yo tengo por obligación invitarlo a tomar algo a mi apartamento, buen hombre – digo en un tono muy educado tratándolo de usted, lo que provoca la risa de Sam.

Desde que empecé a llevarme con Sam me he dado cuenta de que es muy gracioso. Me cae súper bien. Es el típico chico que cualquiera querría tener por amigo.

– Señorita Cooper para mí sería un gran privilegio tomar algo en su apartamento – dice con seriedad, pero se le vuelve a escapar la risa.

– Oh, por favor, acompáñeme – digo abriéndole la puerta y tendiéndole la mano.

Sam se ríe y apaga el motor antes de bajarse del coche. Atravesamos el vestíbulo hasta los ascensores y mientras subimos hasta la séptima planta, saco las llaves del apartamento. Dejamos nuestras cosas sobre la mesa del comedor y nos dirigimos a la cocina.

– Creo que el portero me tiene tirria – comento sacando dos vasos del mueble y Sam suelta una carcajada –. No te rías, va en serio. Nunca me saluda cuando yo lo saludo.

Le sirvo una Coca-Cola y yo tomo un zumo de melocotón. Pasamos la tarde charlando sobre nada en concreto, algo de clases, algo de nuestras vidas y hacemos bromas cada dos por tres. Hablamos también del proyecto que hicimos en la acampada y que terminó de perfeccionar la semana pasada.

Sobre las siete de la tarde le llega un mensaje de Axel diciéndole que va a salir del hospital y que si puede ir a buscarlo, así que recogemos los vasos y las bolsas de comida que sacamos y Sam me ayuda aunque lleva prisa.

[1]Desde que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora