Los chicos me explicaron que la casa es la de Mateo porque necesitaban una alejada de mi apartamento para preparar la fiesta sorpresa y que yo no sospechase nada.
Durante la tarde, la casa se fue llenando de gente. Todos compañeros y amigos del instituto.
Pasamos un buen rato todos juntos mientras bailamos, nos reímos y bebimos. Sobre las nueve y media la gente empezó a despejar la casa hasta que solo quedamos mis amigos y yo.
– ¡Eila los regalos! – suelta Lydia corriendo hacia la habitación de Mateo en donde decidimos guardarlos.
Baja cargada de varias bolsas con la ayuda de Isak, que dejan frente a mí. Los miro a todos agradeciéndoles por enésima vez y empiezo a abrir regalos.
Cojo uno al azar y resulta ser el de Mía, que salta de alegría diciendo que me va a encantar. Lo abro despacio encontrándome una preciosa mochila de color azul cielo. Ahogo una exclamación cuando veo que dentro esconde unos bonitos aros dorados
El siguiente regalo es el de Lydia que es un neceser lleno de maquillaje que me hace mucha gracia y un collar con un Saturno pequeño que cuelga de la fina cadena de oro. El regalo de Sam y Axel me toma por sorpresa pues un paquete de condones y un conjunto lencero muy provocativo no era lo que yo me esperaba.
– Que graciosos sois chicos – digo con sorna y ellos se ríen.
– Nosotros vamos a lo práctico, son cosas que vas a usar... – sus miradas pícaras hacen que me ría y no puedo evitar mirar de reojo a Ethan que no aparta los ojos de mí.
– Venga ahora abre el nuestro – dice Isak abrazando por la espalda a Mateo.
Cojo el regalo que me tienden y me sorprendo al abrirlo. Una caja llena de CDs de películas antiguas descansa sobre mi regazo. La mayoría las conozco y otras me sorprenden y me llaman mucho la atención. Sin duda la que consigue impresionarme más es la de Dirty Dacing. Un ejemplar muy antiguo que está firmado por los actores.
– No me lo puedo creer – digo en un susurro y salto para abrazarlos igual que a los demás.
Se han esmerado mucho en los regalos, no deberían haber gastado tanto en mí. Cuando acabo de abrazarlos a todos, Ethan me muestra una enorme caja y me la tiende. Lo miro extrañada, pero me invita a abrirla.
Cuando rompo el papel que la envuelve y la abro, me sorprendo al ver lo que hay en el interior. Un precioso vestido de color negro y una preciosa cinturilla plateada, acompañado de unos tacones a juego, ocupan la caja.
Cuando desdoblo el vestido para verlo mejor noto como cae de él una nota. La miro extrañada y achico los ojos cuando miro a Ethan.
Con un movimiento de sus cejas, me invita a leer la nota y eso hago.
– El juego de los cinco sentidos – leo en voz alta –. Como bien sabes, Eila, todos los seres humanos tenemos cinco sentidos, el olfato, la vista, el gusto, el oído y el tacto. En este juego los vas a experimentar todos. Si bien puedes recordar, las rosas de esta mañana eran el olfato y en el vestido que acabas de abrir hay una etiqueta que pone vista. Te quedan los otros tres... ¿Juegas? – acabo de leer mirando a Ethan con una sonrisa. No sé cómo se le ha dado por hacer esto.
Miro de nuevo la nota y luego me dirijo a él:
– Pues claro que juego.
Todos aplauden ante mi respuesta e Ethan me mira con una sonrisa pícara en los labios. Me dice que tengo que ponerme el vestido para seguir con el juego y las chicas y yo subimos al cuarto que Mateo nos presta para prepararme. Parece que están más nerviosas ellas que yo.
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[1]Desde que te conocí
Teen FictionCada persona que conoces está luchando una batalla que desconoces, así que sé amable siempre -*- Eila Cooper es una adolescente como otra cualquiera que vive en Londres desde hace años con sus padres. Cansada de los problemas familiares e impulsad...