Capítulo 26

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Ethan

What would I do without your smart mouth?

Drawing me in, and you kicking me out

Got my head spinning, no kidding, I can't pin you down...

La música envuelve el cuarto, pero no la paro como otros días. Es una canción tranquila. Abro los ojos despacio encontrando un brazo sobre mi abdomen. Eila descansa su cabeza en mi pecho, pegada a mí. Tiene los ojos aún cerrados y sus pestañas son tan largas que chocan con sus pómulos. Es tan bonita...

Se remueve un poco y una sonrisa diminuta asoma en su boca.

– ¿Por qué me miras? – pregunta con la voz aún adormilada.

– Porque estás muy guapa cuando duermes – susurro sin moverme.

Ella abre los ojos y sonríe antes de dejar un beso casto sobre mi hombro. Acorto la poca distancia que hay entre nosotros para posar sus labios sobre los míos. La beso apretándola más a mi cuerpo, por lo que acaba subida a horcajadas sobre mí.

– Creo que deberíamos prepararnos para ir al instituto – dice dando pequeños y dispersos besos por mi cara.

– Uf... no me apetece – suelto antes de moverla para que quede bajo mi cuerpo.

Escucho su risa mientras la tumbo sobre la cama. Su pelo oscuro descansa rebelde sobre la almohada. Sus labios están rojos y sus ojos brillantes.

– Me alegra que estés más animada que ayer – digo sinceramente.

Una pequeña sonrisa asoma en sus labios. La beso de nuevo, pero la sonrisa no se le borra.

– ¿Me harás el desayuno? – pregunta cuando nos separamos.

– Claro que sí, princesa – digo al tiempo que me levanto para ir a la cocina.

Ella viene detrás de mí hasta que se mete en el baño.

Preparo café y pongo dos rebanadas de pan en la tostadora. Al rato llega Eila, andando segura con solo mi camiseta puesta, descalza y con algo en la mano.

– ¿Qué hacía esto en tu baño? Es mío – dice mostrándome un coletero.

Es muy bonito, de color azulón con flores rojas y verdes. Sonrío mirándola.

– Es que tengo un santuario en el doble fondo de mi armario en donde guardo cosas de las chicas con las que estoy – bromeo y ella me pega en el brazo –. Fue el que me tiraste la mañana después de la fiesta de Fanny.

Ella sonríe como si se acordase y luego se hace un moño con el coletero. Bueno, quien dice moño dice churro, porque está tan mal hecho que no sé que parece. Pero le queda bien. Muy bien.

– ¿Coges la mermelada? – le pido mientras meto otras rebanadas de pan en la tostadora.

– ¿Dónde?

– En esa puerta – digo indicándole un armario de los de arriba.

Se acerca al armario y se tiene que poner de puntillas solo para conseguir abrirlo. La camiseta se le sube dejando ver parte de su trasero. No voy a negar que son muy buenas vistas.

– Idiota – murmura girándose hacia mí sin la mermelada.

Me señalo con un dedo perplejo.

– Me estabas mirando el culo – me reclama de brazos cruzados.

– Es que tu culo es muy bonito – me excuso, pero ella me pega en el pecho –. Qué agresiva...

– Idiota...

[1]Desde que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora