minimaratón - 1/2
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El insoportable pitido del despertador hace que mi ritmo cardíaco de un vuelco el lunes a las ocho y media. Me subo las sábanas hasta arriba intentando no oír ese sonido estridente, pero claro, si no pulsas el botón no para de sonar. Los pitidos son aún más fuertes por lo que doy una patada a las sábanas y pulso el botón con mala leche.
Una sensación de alivio me invade al no oír nada. Dios que tranquilidad. Me vuelvo a tumbar y los ojos se me cierran. Pero esta vez me da un susto el móvil. Miro el mensaje de Ethan resoplando.
<Ethan>
Esto es por si no estás despierta... te recuerdo que me has dicho que a las nueve tengo que estar en tu casa, y sé que las tías sois muy lentas preparándoos así que ya puedes apurar...
El cabreo que tengo encima por despertar tan temprano en vacaciones, hace que mis dedos se muevan ágiles por la pantalla escribiendo lo siguiente:
<Yo>
Cómeme los ovarios, Ethan
Su respuesta son dos caras de risa que dejo en leído.
Me levanto de la cama a regañadientes y me dirijo al baño donde me doy una ducha caliente que acabo con un chorro de agua fría, para despertarme. Como parece que hace mal día, me pongo unos vaqueros y un jersey fino con un escote en "V" que deja ver el bralette negro de encaje. Me calzo las Converse blancas y voy hacia la cocina.
Me tomo un café aún adormilada mirando un punto fijo cualquiera. Si alguien entrase en este momento pensaría que estoy planeando un asesinato en serie por la cara de mala hostia que tengo, pero es que yo soy así. Despertarme temprano en vacaciones no es lo mío.
Al acabar el desayuno voy al baño a secarme el pelo y luego guardo mis cosas en el bolso. Al final me toca a mi esperar a Ethan, que llama a mi puerta a las nueve y cuarto. Viene vestido con una camiseta blanca simple, unos vaqueros azules y sus Vans.
– Y yo era la que tardaba... – comento pasando por su lado hacia el ascensor.
Me sigue con una sonrisa en la cara y riendo por lo bajo. Ese sonido me tiene mal.
Cuando nos bajamos del ascensor, Ethan saluda al porteo. Por primera vez desde que llegué escucho su nombre, Alfred.
Ethan se pone la chupa de cuero cuando salimos fuera, donde el aire frío de diciembre nos abraza. Sin embargo, en California, sobre todo en Santa Mónica, el tiempo es casi siempre bueno y aunque haga frío, no es tan fuerte como el de Londres.
Sigo a Ethan por la calle hasta que se detiene delante de un Audi A3 rojo. Lo miro y él me invita a subir. El coche es muy bonito, tanto por fuera como por dentro.
– ¿Te gusta? – me pregunta sonriendo. Yo solo asiento –. A mí no mucho, ya sabes que me gusta más la Harley.
Arranca y se incorpora a la carretera con rapidez. El aeropuerto está a media hora de la ciudad, pero con Ethan esa media hora se convierte en unos quince minutos escasos.
Aparca en el parking del aeropuerto y entramos al edificio a paso rápido. No hay mucha gente dentro, por lo que la sala de espera está casi vacía.
Vamos hacia los tablones de los horarios y buscamos el vuelo que viene de Londres. Por lo que dice, se ha retrasado un cuarto de hora, así que decidimos esperar sentados en unas incómodas sillas.
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[1]Desde que te conocí
Novela JuvenilCada persona que conoces está luchando una batalla que desconoces, así que sé amable siempre -*- Eila Cooper es una adolescente como otra cualquiera que vive en Londres desde hace años con sus padres. Cansada de los problemas familiares e impulsad...