CAPÍTULO 50

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ASHLEY

ASHLEY

Luego de veinticuatro horas de interrogatorio me dejaron irme a casa. Mi papá me recogió con su chofer por la parte de atrás de la comisaria, para así evitar a los reporteros que querían saber por qué habían sacado a la víctima de un secuestro esposada, porque ellos no estaban enterados de lo que había hecho ya que mi padre se había encargado de limpiar mi nombre y seguir ensuciando el de Kevin.

En el camino él no paraba de decirme lo mucho que se preocupó por mí mientras me abrazaba y dejaba besos en mi cabeza, pero sabía que todo era un numerito para que su chofer se comiera el teatrito de buen padre que recupero a su querida hija. Apenas llegáramos a la casa sabía que me iba a hacer pagar por todo lo que había hecho, y eso significaba que lo más probable me quedaría inconsciente en la sala de estar.

Al bajar del coche él me abrió la puerta como un gesto educado y caballeroso. Ambos entramos a la casa la cual se veía tal como antes, en estos últimos meses no había cambiado en nada.

Me quede de pie asimilando que había vuelto pero como era de esperarse mi papá me tomo del brazo con fuerza y me arrastro hasta su despacho. Apenas entramos cerró la puerta con seguro detrás mio.

La Ashley del pasado estaría rogándole de que no lo hiciera y que por favor la perdonara, pero en cambio me encontraba de pie mirándola seria, sin importarme lo que vaya a hacer ahora.

— ¿Él te enseño a desafiar con la mirada de esa forma? —cuestiona para que de la nada me soltara una bofetada, que en tan solo segundos hizo que mi mejilla empezara arder.

Sin darle importancia volví mi vista hacia él, desafiándolo de nuevo. Otra vez me golpeo, pero con mucha más fuerza logrando derribarme y cortándome el labio.

De mis ojos amenazaban salir algunas lágrimas pero intente no permitirlo, no iba a darle el placer de verme llorar por sus golpes.

Se agacho para estar a mi altura y tiro de mi cabello para que clavara mis ojos en él, cosa que hice pero con odio y furia. Deseaba tanto enfrentarlo, pero sabía que hacerlo era sentenciar mi muerte.

— ¿Te piensas que soy tan idiota para creerme el cuentito de que ese desgraciado te obligo a huir con él? —habla a tan solo centímetros de mi cara, dejando que su aliento chocara contra el mío—. Sé perfectamente que fue tu idea el quedarte con él para así no volver conmigo.

Mi respiración era agitada y la sangre me hervía de la furia, pero mi cuerpo no hacía nada, no lo golpeaba o respondía.

— Encima tuviste el descaro de entregarte a él. Eres igual de perra que tu madre.

Soltó mi cabello con brusquedad, que si hubiera aplicado un poco más de fuerza seguro mi cara impactaba contra el suelo.

— Te molesta el que tú no hayas sido —contesto desafiante.

Él ríe irónicamente para luego soltarme una patada que fue directo a mi estómago que hizo que perdiera el aire por la fuerza con la que fue impactada. Tocía desesperada por la falta de aire y el dolor que empezaba a sentir.

— Seguro deseabas ser tú el que me tuviera, porque todas las noches amenazaban con entrar a mi habitación —sigo desafiándolo con duras penas—. ¿Debería decir eso en el juicio si lo encuentran? Decirles que el hombre que de verdad es una verdadera amenaza es mi papá.

Para que me callara me volvió a dar otra patada. Tomo asiento en uno de los sillones de su despacho y se me quedo viendo desde allí, seguro disfrutando en las condiciones que me encontraba.

EL AMOR PUEDE SER ALGO PELIGROSO- (fragmentado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora