La vida sin coronas Parte 7

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Pasaron cuatro años en que no hubo un solo certamen para elegir reinas de belleza.

Después de todo la vida sin coronas seguía siendo igual que siempre.

Con Dereck y su hermana seguimos siendo amigos, avanzando los cursos en la escuela, a veces también nos peleábamos luego volvíamos a ser amigos. Pero al menos estábamos a salvo.

Lo único que mantenía en un estado de alerta constante a toda la comunidad, fue que a ningún padre le resultaba fácil dejar salir tarde a sus hijas. Ya que el asesino de las dos jóvenes reinas en esos cuatro años nunca fue encontrado.

Entonces la respuesta era obvia, el asesino todavía seguía suelto. Pero eran pocas personas que estaban conscientes de este hecho.

Y después de cuatro años comenzaron a sentirse seguros.

Ya que por lo menos en la televisión no se mostraban más muertes de jóvenes o niñas. Si había asesinatos, pero eran de prostitutas. Y Aunque suene cruel, a nadie le escandalizada. Solo estaban pendientes si las víctimas eran niñas o jóvenes provenientes de familias comunes. Ya que consideraban, qué las prostitutas de por sí se movían en un ambiente peligroso y estaban bien conscientes de que su seguridad era nula. Y estaban expuestas a todo tipo de cosas malas.

Mi hermana cambió las prácticas de los certámenes de belleza por idas al gimnasio. A pesar de no estar concursando, mantenía una dieta estricta y a sus casi 16 años se veía como una modelo. No había un gramo de grasa de más en su cuerpo. Y además comenzó a tomar clases de piano y de canto. Alegraba mucho las fiestas que teníamos cuando se ponía tocar, además de que tenía una voz muy bonita.

Yo por otra parte yo no tenía su elegancia ni su delicadeza, cómo prácticamente me crie con Dereck, prefería juegos más masculinos. No subíamos a los árboles, acampados en el patio, íbamos con papá de pesca, y si tomé algunas clases que fueron de defensa personal. Ahí practicábamos con Dereck, ya no nos jalábamos el pelo, practicábamos a puñetazos y patadas. Pero cuando llegamos a los 10 años, debía reconocer, que ya se notaba como me superaba en fuerza a pesar de que yo ponía todo mi empeño.

Las diferencias entre hombres y mujeres se comenzaban a notar.

*En el departamento del asesino

En los cuatro años que habían pasado sin que hubiera certamen de belleza, el asesino se volvía cada vez más loco.

Ansiaba poder ver a esas bellezas con sus vestidos y sus coronas para poder elegir a una y llevarla hasta su sótano.

Pero el tiempo pasaba y en la comunidad sencillamente no se anunciaba absolutamente nada.

Y a pesar de que llevó durante ese tiempo a varias prostitutas para matarlas de las formas más crueles no era lo mismo.

Su mente enferma, necesitaba las jóvenes reinas como si fuera una droga. Y Ya llevaba cuatro años de abstinencia.

En sus tiempos libres salía a rondar con su auto buscando alguna que le inspirara de alguna forma el recuerdo de esas bellezas a las cuales ya no tenía acceso para elegir.

Y no faltaba las desdichadas que vendían sus cuerpos en las esquinas y una noche volvió a encontrar a una prostituta joven.

La examinó detenidamente, sí en su mente imaginaba quitarle el maquillaje y la ropa vulgar que usaba aparentaba tener unos 16 años. Para él, era una edad más que aceptable, lo más parecido que podía encontrar, a esas bellezas que la sociedad le negaba.

Nuevamente ofreció una gran cantidad de dinero, qué a fin de cuentas nunca terminaba en las manos de las prostitutas, porque estas sencillamente terminaban muertas. Y el dinero que tan fácilmente había entregado en manos de ellas, volvía nuevamente a su poder.

En el tiempo que pasó, reparó todos los daños que causó el día de su furia, y hasta se veía mejor adornado su sótano.

Cualquiera que entrara a simple vista veía una cama y todo lo necesario para sobrevivir, pero que se veía como un lugar normal donde pernoctar.

Cuando la desdichada prostituta se subió a su auto, jamás pensó que sería el último cliente de su vida.

Y el asesino hasta se dio tiempo de conversar con ella un poco, quería hacer lo que fuera, para soportar el largo tiempo que llevaba sin poder acceder a sus reinas.

Mientras conducía charlaba con la joven prostituta.

— cuántos años tienes dime la verdad — pregunto el asesino

— soy mayor de edad no te preocupes — dijo ella

— vamos dime, me gustaría más si me dijeras que en verdad eres menor de edad — insistió el

— bueno en realidad tengo 16, pero no eres policía verdad? — pregunto ella

— no cómo se te ocurre, solo quiero cumplir una fantasía — dijo él

— bueno de todas maneras ando sin documentación — dijo ella

— hace cuánto tiempo te dedicas a esto — pregúntale asesino

— en realidad me escape del orfanato hace poco — respondió la joven prostituta

— y no podías dedicarte a nada más? — pregunto a él

— esto es lo que deja más dinero, de forma más rápida, solo quiero estar un tiempo y retirarme para tener mi espacio propio y buscar un trabajo normal — dijo la joven prostituta

Cuando llegaron a su departamento ella miraba hacia todos lados. El lugar en si se veía muy desolado, no veía más personas y se puso nerviosa.

— ojalá no te molestes, pero sabes olvide algo y debo volver a buscarlo, pero no te preocupes que llamaré un taxi luego vuelvo — dijo ella antes de que el asesino la agarrara por el pelo y tapara su boca arrastrándola al sótano.

Cuando llegó a su apartamento, le empujó de una patada por las escaleras y ella rodó hasta el sótano golpeándose en todas partes de su cuerpo. Quedó en el suelo completamente lastimada, pero para su desgracia seguía con vida.

— oye qué haces, solo vengo aquí a darte placer, no necesitas lastimarme de esta manera — dijo la joven prostituta mientras se quejaba del dolor

Y el asesino le ordenó que se levantará y se quitará toda la ropa.

Ella casi no podía moverse, entonces el asesino perdió la paciencia y le arrancó la ropa a tirones. Y no faltaron los golpes por cada prenda que sacaba.

— por lo que más quieras déjame ir, te juro que te doy todos mis ahorros — suplicó ella

El asesino se desvistió también, y empujó a la prostituta en la cama.

Nuevamente descargó toda su furia acumulada por todos los años que no podía tener a sus pequeñas reinas. Y se vengó en el cuerpo de aquella joven. Provocándole todas las heridas que podía en cada parte de su cuerpo. Mientras ella en vano gritaba pidiendo auxilio, porque ese sótano, estaba tan bien aislado. Que, aunque la joven quedará muda de tanto gritar y en el caso de que realmente hubiera alguien para oírla sencillamente de nada serviría.

Estuvo toda la noche torturando a la desdichada prostituta, quién ya no daba más, y solo suplicaba para que la mate de una vez y acabará con su sufrimiento.

El asesino gustoso cumplió con el deseo de la joven, y comenzó con ambas manos a apretar, hasta que ella ya no respiró más.

Y se tomó todo su tiempo en descansar, de todo el daño que le había infligido durante toda la noche, para nuevamente deshacerse del cuerpo como si fuera algo que no tuviera el más mínimo valor.

Todas eran reinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora