Antes del evento Parte 25

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Era el día del evento. Me levanté temprano porque había demasiado que hacer.

Fui con el grupo, que estaba a cargo del concurso, el escenario ya estaba listo y terminamos de poner todas las fotos en grande de todas las reinas que fueron asesinadas y por los cuales se celebraba el concurso. En memoria de sus logros.

Una puntada aguda sentí en mi pecho cuando acomodé la foto de Lucía. Pero no podía darme el lujo de llorar.

Más aún, una vez que todo estuvo preparado, fui a buscar el momento para poner bajo el auto de Blake el GPS.

Era la hora en dónde Blake estaba dando su clase, así que fui hasta el estacionamiento, asegurándome que nadie me estuviera viendo. Y coloqué rápidamente, el GPS fuertemente atado con amarras plásticas, en unas piezas cerca del tubo de escape, asegurándome qué lugar se mantuviera seco para no dañar el aparato.

Cuando me puse en pie, mire para todos lados y nadie me había visto. Además, contaba con la ayuda adicional, qué el sector donde estaba estacionado su auto, las cámaras tendrían puntos ciegos.

Entonces fui hasta la habitación, para crear la nueva cuenta de correo, y agregar toda la evidencia que tenía hasta el momento que apuntaba al asesino. Programé que la salida del mensaje y todo su contenido, fuera enviada justo cuando ya estaba en curso el proceso de selección de reinas. O sea, casi al final de la ceremonia. De esta forma, el comisario y los demás investigadores no tendrían la oportunidad de parar nada. Y mi plan seguiría su curso. Por si acaso, hice unas copias de todo lo que tenía, en unos discos, que guardé en una caja. La cual escondería, y solo daría la ubicación de sus respaldos a mis dos amigos.

Me encargué de borrar cualquier rastro de la evidencia de mi computador en el caso de que fuera robado por Blake. Y luego lo formatee con un programa especial para que no pudiera saber si acaso había enviado información a alguien o cuánto sabía yo.

Tampoco quería poner en riesgo a mis dos amigos, en qué se volvieron blanco del asesino.

Porque si actuaba con alguien más, podrían llevarme del lugar y luego volver a borrar cualquier evidencia que estuviera en mi cuarto.

Esperé a que Rebeca y Bradley salieron de clases y disimuladamente me los llevé a un lugar más apartado.

— necesito de su colaboración esta noche, todavía no les puedo decir porque, pero sospecho que el instructor es un hombre peligroso, necesito que durante la ceremonia ustedes estén atentos y graven en con sus teléfonos cada vez que el instructor deje el recinto. Hagan de cuenta que es evidencia qué recolectan para ver, por cuánto tiempo sale y en caso de que no vuelva, cuál fue la hora de su salida — les dije

— o sea que vamos a estar recolectando evidencia real? — pregunto Rebeca

— exacto, y él no puede darse cuenta, eso es importantísimo. Por favor sean lo más disimulados posible, traten de que parezca que solo toman fotografías y videos del evento y no de él. Él es un hombre peligroso — les repetí

— está bien no te preocupes tendremos cuidado — dijo Bradley

Y luego les pasé un papel en dónde estaba la ubicación exacta de la caja con los respaldos de la evidencia.

Por si acaso no nos vemos, entreguen el contenido de esta caja, que está en la ubicación que dibuje en la hoja. Al comisario con el nombre que está escrito allí, lo llaman por teléfono y le indican que tienen evidencia para él.

Ambos escucharon atentamente y mostraban sus caras de preocupación.

— qué es exactamente lo que pasa, porque no nos hablas podemos ayudarte mejor — dijo Rebeca

— cuánto menos sepan por ahora mejor, solo observen a ese hombre de lejos, eviten estar cerca de él lo más que puedan. Y actúen con toda naturalidad, en caso de que se les acerque hablarles — les repetí

Desde los computadores del laboratorio de la escuela envío otro correo con el enlace del programa que hacía seguimiento del GPS instalado en el auto de Blake. Ambos correos saldrían de la bandeja a la misma hora.

Y comencé a pensar en dónde escondería la pistola para ponerla en mi muslo antes de subir al escenario.

Y bajo la escalera trasera, que daba acceso al escenario por donde desfilar, vi que había varios espacios, en dónde podría esconderla. Así que fui a mi dormitorio, para buscar el arma y ponerla en ese lugar.

Cuando estaba por entrar me di cuenta que la puerta no estaba cerrada. Me imaginé que Rebeca salió de prisa y se le quedó la puerta abierta. Pero al entrar, el instructor estaba ahí.

— qué hace usted aquí? Es inapropiado que esté en un cuarto de mujeres — le dije molesta

— qué pretendes con este concurso? — me dijo sin responder lo que yo le había preguntado primero

— qué acaso no me oyó?, usted no tiene ningún derecho a estar aquí, esta habitación es personal y solo para mujeres — respondí molesta

Entonces él se paró cerca de mí, justo enfrente, y por su estatura tuve que elevar mi cabeza para poder mirarlo.

— te hice una pregunta. ¿Qué es lo que buscas con este concurso? — pregunto nuevamente

— conmemorar la muerte de Las reinas, acaso eso le molesta?

— seguro que es solo eso? — dijo y me miraba de lado

— porque se supone que tengo que darle explicaciones a usted, solo está aquí para enseñar sus conocimientos — respondí

— tengo años de experiencia como policía, no creas ni por un momento, qué una mocosa como tú puede engañarme. No tientes a tu suerte Isabel, no es inteligente provocarme — dijo con un tono más que amenazante

— así que ahora me amenaza, creo que debería informar esto al rector. No solo se mete en mi cuarto sin mí autorización, sino que además me acecha, y traté de intimidarme. No fue usted acaso que me dijo que no debía temer de usted, que no debía tenerle desconfianza. Se contradice a cada rato — le dije molesta

Entonces me arrojó con fuerza sobre mi cama, y se puso sobre mí. Me sentí afligida con él solo peso de su cuerpo, ni hablar de sus ojos que mataban por si solos, tomó con tremenda fuerza mi mentón, mientras me hablaba demasiado cerca de mi cara, para causar más temor.

— no debes tenerme desconfianza si no me das motivos. Puedo causarte mucho dolor Isabel, no solo a ti, sino a tus patéticos padres. Hasta la madre postiza que tienes, esa que te oculto por cuatro años. Siempre supe dónde estabas. Si te hubiese querido muerta, ya lo estarías hace años. Tengo planes contigo no lo arruines. Pórtate bien ladrona de dulces —dijo para luego besarme y por más que trataba de quitar mi cara no podía, no era como el beso de Bradly, lindo y tierno, era con fuerza y furia, me dolía y no me dejaba respirar. Cuando me soltó estaba no solo enojado, si no que respiraba sin control y salió dando un tremendo portazo que me hizo saltar en mi lugar.

Quedé temblando sin detenerme por un buen rato, tendida sobre mi cama. Y esto era solo una prueba pequeña de todo lo que debe haber vivido Lucía.

Siempre que me atormentaba, tratando de imaginar sin quererlo, lo que habría sido para ella estar en manos de ese hombre se quedaba corto, con lo que ahora me imaginaba que realmente pasó.

Y me di cuenta, que, por su altura, su fuerza, su entrenamiento y sus músculos. Ninguna mujer, por más preparada que hubiera estado habría podido evitar lo que les pasó.

Mi única posible defensa, era un arma cargada o ganarle con astucia, aprovecharme de que me veía cómo una niña tonta y sin experiencia. Incapaz de idear cualquier artimaña. Solo eso me serviría para combatirlo.

Luego de unos minutos en que pude recobrar la calma, continúe con mi plan. Por más miedo que tenía no daría marcha atrás. Estaba dispuesta a soportar lo que fuera necesario para cobrarme el sufrimiento de mi Lucia.

Todas eran reinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora