Pactando con la mafia Parte 33

141 9 0
                                    

Llego el día en que Blake nuevamente me dejaba con Franco.

—Porque haces de niñero de Blake? — pregunté a Franco

—Nos da información valiosa y paga muy bien

—Pero y tu familia no se va a enojar que lo traiciones?

—No, ya están hace rato molestos con él

—Y eso por qué? —

—Una de las niñas que mataron era hija de un amigo nuestro

—Y por qué lo dejaron vivir si sabían quién era?

—a veces solo tardas el momento, no significa que no fuera a suceder

—¿Entonces para que dejas que yo lo mate, porque no lo hacen ustedes?

—Mi padre quiere que siente cabeza, creo que le va a encantar cuando te presente

—Pero lo nuestro era un trato de encuentros ocasionales

—No soy un secuestrador si eso te preocupa, pero presiento que nos entenderemos bien. Si no es así con unas buenas noches de pasión me doy por pagado. Pero te aseguro que te dejare pidiendo más — dijo muy seguro de sí mismo mientras reía

—Y trajiste el arma

—Si — y el mostro abriendo para que viera que estaba cargada

—Entonces dámela —le dije ansiosa

—No se te ocurra huir con mi pago — dijo sonriendo mientras mordía su labio y me la entregó. Fui y la dejé escondida en un lugar que tenía planificado.

—Te advierto que no esperes mucho, jamás he tenido novio y con Blake me quedo quieta solo para hacerlo rabiar — le advertí

—Estaré encantado de enseñarte — me dijo mientras se lanzaba a mis brazos.

Franco no era mucho mayor que yo, pero seguramente el ambiente en el que creció lo hicieron madurar más pronto y se comportaba como un adulto experimentado.

Yo cerca de cumplir 18 solo sabia de secuestros y muertes. En el fondo, a ambos solo nos rodeaba la tragedia, quizás eso sería lo primero que descubriría que teníamos en común.

Si bien mi cuerpo había perdido la cuenta de cuantas veces había sido tomado por la fuerza, era la primera vez que me entregaba de verdad por decisión propia.

Y la experiencia de Franco lo hizo más fácil, comenzó tiernamente a ganarse mi confianza, para que dejara de estar nerviosa de en sus brazos. Luego con sus primeros besos me recordó mucho a Dereck, tan tiernos y casi sin malicia. Y me acariciaba con ternura, mirando maravillado mis ojos y mi pelo.

Llevaba mis dedos a pasear por sus labios mientras sonreía de forma encantadora.

Y lentamente dejaba surcos de besos en mi cuello, tocando de apoco mi cuerpo.

—Vamos atrévete — dijo y me invitaba a desnudarlo y tocar su cuerpo. Y de verdad me nació acariciarlo. Mi corazón por primera vez latía nervioso, y no de miedo, si no de expectación de saber que se sentiría estar en la intimidad de forma normal, como lo hacía toda la gente. Sin encierros y amenazas.

Cuando estuvimos completamente desnudos, estimulo mi intimidad con su boca y por primera vez en mi vida supe lo que era sentir deseo. Era como si tuviera el conocimiento precio de saber dónde estaban mis partes más sensibles que ni yo conocía. Y después de tantos años de dolor pude sentir alegría y se sentía tan bien.

Tomo si cintura y me besaba entonces se introdujo en mí, y las sensaciones se convirtieron en extraordinarias. De todos mis planes fallidos este fue el más fácil y el que se sentía mejor.

Todas eran reinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora