Nos pusimos de acuerdo con Franco que simularíamos que le robé el auto a Blake mientras un grupo desconocido entro para ajustar cuentas, le disparo con otra arma que tenía al auto de Blake para simular que estaba escapando y los delincuentes me atacaron.
Me dio las indicaciones para llegar a un pueblo cercano a la casa y que buscara a la policía. Ellos mismos al ver mi foto y meterla al sistema se darían cuenta que estaba reportada como víctima de secuestro. De ahí solo mentir en cómo me escape de Blake.
Franco luego de algunos días me contactaría.
El camino de vuelta fue largo, me encontraba en un pueblo apartado de Italia. Y de nuevo llegué hasta la estación de policía. Me hicieron un montón de preguntas hasta que por fin pude volver a lo que era mi antigua casa.
Cuando entre era como si no hubiese estado allí en muchos años. Fueron tantas las cosas que pasé, que parecía que volvía después de estar ausente toda una vida.
Fui hasta mi cuarto y miré mis juguetes, mis escenarios de concursos y mis muñecas. Había capas de polvo, no fue limpiado jamás desde que salí de ahí. Y fui al cuarto de Lucia, la diferencia era evidente. Hasta el día de su suicidio mi madre solo se ocupó del recuerdo de mi hermana y fue inevitable preguntarme si alguna vez me amó.
Me dormí sobre el sillón de la casa y me llamo Franco, dijo que traería ropa para mí y me preguntó mis tallas. Me consiguió un departamento para que no tuviera que vivir sola en esa casa que me traía malos recuerdos.
Cuando llego, me duche y me cambie. Entre la ropa, el maquillaje y mi experiencia de vida no quedaba el más mínimo resquicio de la Isabel inocente, era otra persona.
Sali de la mano con Franco, ahora él era todo lo que tenía en el mundo, pero me gustaba estar a su lado. Después de haberlo mirado con desprecio por ser de la mafia, en realidad solo conté con él para recuperar mi libertad.
De pronto antes de subirnos a su auto alguien me llama.
—Isabel? — dijo en tono asombrado, era Dereck que venía por la calle con otra chica
—Hola Dereck, gusto en verte y a tu novia — le dije y se sonrojó, después miraba de arriba a abajo a Franco y el auto lujoso que manejaba
—Saludos a tu mamá, adiós —y se quedó viéndome como si quisiera hacerme preguntas, yo solo me subí al auto de Franco y este me miraba con una enorme sonrisa, seguramente pensando en los pagos que le debía. Y yo reía sola recordando nuestro show con las pastillas de éxtasis.
Volví a la escuela de policía, pero no porque pensara que en realidad con sus reglas pudiera lograr justicia, sino por el conocimiento, el entrenamiento y la información a la que finalmente pude acceder.
La policía concluyo que Lucia sufrió "menos" que las otras víctimas porque no estuvo en manos del más degenerando de los gemelos, sino de Blake, que al verla similar a su amada muerta no le hizo tanto daño, pero si permitió que su hermano la estrangulara. La causa; mi hermana era muy sumisa y le aburrió. Y yo ya estaba metida en su mente enferma aun siendo niña, entonces decidió esperar. A que creciera y llevarme con él.
Terminé la escuela como era de esperarse con honores, me tomé en serio mi trabajo de convertirme no en investigadora sino secretamente en cazadora de degenerados, usaría la información de la policía y la fuerza de la familia nueva que tenía, la de Franco.
Ya que después de ver lo podrido que estaba el mundo no veía otra forma de hacer verdadera justicia. No me interesaba las actividades de mi nueva familia, que vendía droga en grandes cantidades, después de todo cada quien decide con que quiere matarse. Yo me decantaba por saltar de un acantilado.
Lo único que me importaba eran esas víctimas que no tenían elección, como yo no la tuve.
Creía en mis propios valores morales, sobre todo cuando vi la información completa del desastre que dejaron los gemelos del infierno.
No solo mataron niñas y jóvenes. Si no que vi las fotos y los videos de lo que le hicieron a las prostitutas y a un desdichado transexual con el cual se ensañaron de manera salvaje, porque los engaño, cuando lo secuestraron pensando que en verdad era una mujer.
Todo el horror que se veía en ese material era ignorado porque eran prostitutas y transexuales, según la opinión de muchos, el desecho de la sociedad. Y ni siquiera sus muertes las tomaban en cuenta para informarlas en las noticias, como si sus crímenes no importaran y sus vidas fueran menos valiosas.
Pero seamos sinceros, no existiría esa oferta si no hubiese una gran demanda. Tan despreciables tenían que ser los que ofrecían sus cuerpos como quienes los compraban. Y los que compraban, tenían parejas, eran padres de familias e integrantes disque respetables de la sociedad. Solo se apuntaban los dedos a estas personas, que para mí, sus vidas eran igual de valiosas que cualquiera.
Porque para mí era igual de doloroso ver las imágenes y videos de los abusos de las niñas, de las adolescentes, de las prostitutas y los transexuales. Porque todas sufrieron, todas sangraron y todas merecían vivir.
Aunque de diferentes edades, de distintas familias y realidades, y de distinto estrato social.
Las víctimas de los concursos reinaban en mundos de glamur y belleza rodeadas del amor de sus padres, las prostitutas tenían su reino en las calles escapando de realidades de mayor abuso sin ninguna red de protección y los transexuales en su reino de discriminación y hasta como la única forma de sentirse ellos mismos.
Pero al fin y al cabo, todas eran reinas.
Entonces acepté mi destino, la vida me empujó a patadas a ocupar mi lugar en el mundo.
No estaba destinada a tener dos padres que me amaran y a quien mostrarle mis hijos, ni ser la perfecta policía que de forma intachable hiciera cumplir la justicia. Estaba destinada a sobrevivir en dos mundos, como dijo Sofia. La belleza rubia y de ojos azules que incansablemente analizaba las pizarras hurgando y uniendo pistas, con su impecable uniforme. Y cuando menos lo esperaban los culpables, la asesina despiadada que los ejecutaba ahorrándoles los abogados y el juicio.
Y en mis días de descanso mi reino eran los brazos de Franco, en su familia tuve el apoyo que tanto necesitaba. Mi razón de vivir era cada asesino y degenerado que mandaba bajo tierra
Y con mi carácter, mi forma de pensar y de ser, terminé por ganar el concurso menos esperado de todos, tras la muerte del padre de Franco. Y al casarme con él recibí mi última corona, como la reina de la mafia.
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Todas eran reinas
Misteri / ThrillerIsabel es una niña que crece rodeada del mundo de los concursos de belleza. No porque ella participe, sino porque su hermana mayor participa en ellos impulsada por su obsesiva madre. Que quiere tratar de ganar en un certamen tras otro. Con su herman...