Adelantando cursos Parte 15

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Ya que tenía habilidades para el aprendizaje, la señora Sofia trajo a la casa profesores para que yo pudiera terminar el instituto en casa. Y un día hablamos de mis metas en la vida.

—Que te gustaría hacer cuando seas adulta Isabel?

—Me gustaría ser policía, investigar casos de desapariciones. Ayudar a la gente como mamá y papá a conseguir atrapar a los asesinos de sus niñas. Y encerrarlos para que no hagan más daño —dije honestamente

—Te ayudaré en eso, es una buena y noble meta. Eres inteligente y disciplinada, esfuérzate, hazlo por tu hermana. Transforma ese dolor en una meta de vida, eso tan negativo en algo que salvará vidas. — dijo Sofia

Y ese día le prometí a Lucia que pondría todo mi empeño en terminar siendo una buena investigadora, para que otras niñas no sufrieran lo que ella tuvo que pasar. Yo terminaría de cumplir su sueño de ser una profesional.

Si me comprometía con mi aprendizaje podría esforzarme por obtener becas, y ahora contaba con el apoyo de la señora Sofia y tenía todo el tiempo del mundo, porque para salvar mi vida, no podía salir de los rincones de aquella casa. Entonces solo me quedó ese camino para tener una vida normal algún día.

Cuando veía las noticias era imposible no darme cuenta como en diversos estados seguían desapareciendo niñas.

Quizás para alguien que no estaba obsesionado con el tema no se daría cuenta, pero yo a lo largo de los cuatro años que viví con la señora Sofia anotaba cada nombre, guardaba cada fecha, cada concurso. Y me daba cuenta que el asesino era muy cuidadoso, elegía a lo lejos a sus víctimas pero bastaba con ver la fotos para encontrar un rasgo físico que las ligara a su asesino. Para mi todas tenían algo en su aspecto o en su personalidad que se parecía a Lucia.

El asesino seguía matando, estaba libre y seguro vivía en paz mientras mis padres morían en vida porque después de tanto tiempo sin poder vivir conmigo era como si también hubiese muerto.

Pregunte muchas veces si podía visitarlos, pero me dijeron que todavía estaba dentro del rango de la edad que el asesino elegía a sus víctimas y que era demasiado riesgoso el solo ir a verlos. Cualquier descuido podría ser fatal. Porque no sabían si acaso ya me había visto y por el solo hecho de parecerme a mi hermana mi muerte estaba más que marcada por la mente del criminal.

Era difícil crecer en esa casa hermosa, pero que en realidad era como mi cárcel, el escondite de donde no podía salir, porque mi vida estaría en riesgo. Y conforme crecí y entendí mejor las cosas más me llenaba de rabia que yo siendo niña y después joven, estuviese encerrada mientras el asesino andaba libre, asechando a otra pequeña en la más completa impunidad.

Y para no terminar sucumbiendo a sentimientos negativos como la depresión ocupe todo mi tiempo en adelantar cursos, presionarme a mí misma para terminar pronto mi enseñanza y postular lo más pronto posible a la academia de policía.

Entrenaba mi cuerpo para mantenerme en forma, como lo hacía Lucia, pero no para concursos de belleza, sino porque al entrar a la academia mi estado físico seria evaluado.

Me volví tanto o más estricta en mis dietas y ejercicios de lo que fue Lucia. Que pronto en mi cuerpo no hubo el más mínimo gramo de grasa que no fuera absolutamente necesario. Pero sin verme masculina, porque Sofia me aconsejo que siguiera viéndome como señorita, ya que estas instituciones eran un poco anticuadas y verme masculina posiblemente se vería como algo negativo.

Mientras estudiaba sin descanso ni tregua para obtener las mejores calificaciones. Y cuando estaba muy cansada, mi motor, lo que me daba fuerza era la imagen de mi hermana. Lucia en su vestido rojo, adornado con piedras de colores, feliz luciendo su corona. Si ella fue una reina yo sería ese caballero en armadura que haría justicia por ella y por todas las demás reinas que murieron y que no tuvieron justicia, y cuyas vidas fueron cortadas antes de tiempo.

—En este mundo Isabel a la mujer se le exige mucho, aprende a ser inteligente y sagas. Muéstrate como la joven bella y elegante, pero en el momento que debas ser fuerte y violenta no dudes sobre todo si es para salvar tu vida. La mejor manera de protegerte de hombres abusadores es que solo le dejes ver tu lado bello y frágil, para que los tome por sorpresa tu lado agresivo y que en su momento deberá incluso ser capaz de matar. Tú sabes que como policía algún día deberás enfrentar a asesinos y no puedes darte el lujo de dudar en acabar con sus vidas antes de que ellos acaben con la tuya. Te moverás en un mundo con dos caras, la perfecta y fina señorita y la policía investigadora sin bacilar a la hora de disparar. —dijo Sofia

Y entendí que tenía toda la razón. Quizás si mi hermana hubiese tenido entrenamiento para defenderse hubiese tenido oportunidad de escapar. Pero el asesino la subió a su auto sin que ella pudiera hacer nada, aun delante de muchos alumnos que en ese momento había en el instituto. No solo causo dolor, sino que era toda una ofensa y humillación la forma en que hacia lo que quería sin que nadie lo enfrentase.

Hasta las víctimas de más edad como las de 16, no habían puesto resistencia a sus capturas y se las llevaba como si cargara muñecas. De seguro el asesino se sentía un dios imparable. Alguien debía acabar con eso.

Y en mis entrenamientos físicos incluía poco a poco la defensa personal.

Y dedicaba especial interés a aprender acerca de distintos casos policiales, era toda una adicta a los programas de asesinatos y los que mostraban como se comportaban los asesinos y sus motivaciones retorcidas.

En medio de todo, paso el tiempo volando y antes de cumplir los 16 ya había acabado con todo mi programa escolar y tenía excelentes resultados en mis notas.

Postulé de inmediato a la academia de policía e investigaciones.

Un día llegó a la casa el comisario.

—Como has crecido Isabel, me alegra verte bien y saludable — dijo él

—También me alegra verlo, ha conseguido el mejor lugar donde esconderme — le respondí

—Sabía que se llevarían bien ustedes dos. También me enteré que postulaste a la escuela de policías, me enorgulleces Isabel. De hecho, yo mismo te traje tu correo porque estoy ansioso de ver cómo te fue — dijo el comisario y ambas con Sofía abrimos los ojos como platos.

Estaba sumamente nerviosa con el sobre en mis manos, mi vida entera dependía de lo que decía ese papel. Y ya no pude más y lo abrí.

Las imágenes de todo lo pasado llegaron a mi mente como ráfagas fugaces, hasta que encontré la línea exacta de la carta que decía "Aceptada".

Saltamos de alegría con Sofia y el comisario se nos unió en la emoción. Una de las tantas afectadas por este asesino pasaba oficialmente a pertenecer a las líneas del bien, por si solo era un triunfo, un alma que el monstruo despiadado no logro doblegar. Ni logro sumir en la depresión ni derrotó en el alcoholismo o en al auto encarcelamiento esperando morir de soledad.

Por fin se abría el camino para buscar la justicia que tanto anhelo mi corazón.

Ese día festejamos con Sofia y el comisario, con veladas de risas y canciones alegres al piano. Y pude enviarle por carta la noticia a mis padres y a Dereck, para que supiera que en estos años mi mente no lo había olvidado.









Todas eran reinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora