El intento de suicidio Parte 22

143 8 2
                                    

Cuando salimos en el auto de Bradly se estacionó para dejarme en mi lugar de residencia y mientras me sacaba el cinturón en un descuido sostuvo mi cara y me beso.

—Bradly, ya hablamos de esto —le recordé

—He hecho todo lo que me has pedido, pero es para estar al lado tuyo—dijo con ojos tristes

—Y si conocieras a otra chica — le pregunte

—Pero no conozco a nadie como tu tan concentrada, con mis mismos gustos por la investigación, y ser una buena detective —dijo Bradly

—Yo si conozca a alguien así Bradly, lo que pasa es que andas todo el día conmigo y no conoces a nadie más. Y si te la presento—le propuse

—Bueno, solo si me das, aunque sea un beso—dijo él

Y me recordó tanto a Dereck con su obsesión por los besos. En realidad, era su clon. Pero no era Dereck.

Luego pensé, tantas veces que le negué un simple beso a mi amigo/novio y después me arrepentí que lo pensé mejor.

—Ok Bradly, te daré un único beso, pero después te olvidas de mí y quiero que te concentres en la chica que voy a presentarte; ¿trato hecho? —y asintió con la cabeza sonriente lo deje que me besara.

Como Bradly no tenía 12 años el beso con él definitivamente fue otra cosa. Si no hubiese hecho esa promesa irremediablemente hubiera caído rendida con él. Jamás en la vida había sentido esas sensaciones y por un instante, no existió nada más que Bradly y su labios.

Ambos nos reímos como tontos al despedirnos y subí las escaleras a mi habitación, iba suspirando cuando en el pasillo casi a oscuras veo a alguien que estaba recostado sobre la pared. Pero la oscuridad no me deja ver, todas las bellas sensaciones que dejo Bardly en mi boca se esfumaron para dar paso al miedo. Temía seguir avanzando si saber quién estaba ahí.

Solo se veía como un hombre grande pero no sabía quién era y estaba paralizada.

Hasta que se incorporó de donde estaba recostado y entre sombras pude ver que era el instructor, me miraba con unos ojos que me daban mucho miedo y se acercaba a mí, entonces mi cuerpo solo se fue en la dirección opuesta, pero el me alcanzo y tomo con firmeza mi brazo al punto que me lastimaba.

Iba a gritar pidiendo ayuda y tapo mi boca. Me aprisionó contra la pared. Respiraba completamente agitado.

—Soy yo Isabel, no tengas miedo, no te voy a hacer daño. No entiendo porque me temes. Se que estas asustada porque no han encontrado al asesino de tu hermana, pero no debes huir de mi — dijo y fijaba sus ojos en los míos que estaban llenos de lágrimas.

Mi corazón parecía salir de mi pecho, fue todo tan de improviso que no tuve la capacidad de reaccionar.

—No soy un pedófilo Isabel, pero algo paso en mi ese día que te robaste esos dulces y por mucho tiempo traté de sacarte de mi cabeza, luego te vi en ese hermoso vestido rojo y hasta con tu cara de enojada te veías tan hermosa. Ahora ya casi eres una mujer, sé que tienes 16. Y más admiro tu madures e inteligencia, te desenvuelves mejor que los que son mayores. Puedo esperar a que seas mayor de edad. Pero debes dejar de verte con ese chico. — me dijo mientras besaba lentamente mi pelo y mi cara con lágrimas.

Continuo— te demostraré que soy un hombre normal Isabel, no un asesino. Solo debes darme una oportunidad, por favor. Ahora descansa y no te veas más con él. No quiero que vuelva a besarte.

Y de la nada me soltó y salí corriendo a mi habitación.

Me encerré con pánico por suerte estaba Rebeca durmiendo y ya no me sentí tan sola.

Todas eran reinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora