LA CONFESIÓN

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~CAPÍTULO 41~

Llegó a un barrio de muy mala calidad, basura en todos los sitios, grupos de gente colocándose y lo peor es que también niños... voy avanzando con la camioneta suavemente para poder visualizar a mi objetivo.

Me paro justo en frente de un grupo de hombres tatuados de pies a cabeza.

—¿Wars Fild.?— preguntó y todos se dirigen una mirada entre ellos, hasta que uno de ellos señala el edificio tras ellos. Aparco un poco adelante y me aseguro de que el coche está bien y que no podrá ser robado.

Me adentro en el edificio un poco desastroso, por no decir entero, subo el primer piso y me encuentro con unos muchachos pequeños de unos 15 años.

—¿Wars Fild.?— les preguntó y se miran.

Vaya, creo que es uno de los grandes aquí.

—Cuarta puerta.— señala y le agradezco, saco la pequeña moneda que es mi máscara, me la coloco y me pongo la capucha. Entro sin golpear, varias chicas y mujeres semidesnudas gritan y salen corriendo, dejando solo a mi y objetivo: Wars Fild.

—¿Quien cojones eres?— pregunta un poco tenso, sin dejar su posición, con los pedazos extendidos tras el sillón.

—Solo te pido hablar de Grinter, no utilizaré la fuerza, a menos que sea necesario.— digo

—¿Grinter?— se burla—Soy una tumba—

—En tumba se va ha convertir si no habla— escucho a Rish en mi odio.

—Yo no quería utilizar la fuerza—me encojo de hombros y saco una pequeña estrella, esta vez en vez en ser para dormir es para paralizar.

La lanzó a uno de sus hombros, las agujas se entierran e inyectan el líquido en sus venas, luego cae. El desconcertado intenta moverse pero el líquido ya ha hecho efecto, me acercó a él y recojo la estrella para guardármela.

—¿Con que trabajas? ¿Con las armas o las mujeres y niños?— preguntó y él desconcertado se alarma.—Venga, hombre, habla y esto será fácil.—

—No.— dice con fuerza.

—Tu jefe va a caer muy pronto, es mejor que hables... habla y me encargaré de que no muráis ninguno de los vuestros.— digo y este fue amargamente

—No negoció, no sin propuestas.— dice y sonrió de lado, camino de un lado a otro.

—Las armas y las mujeres serán libres, no te voy a dejar ninguno de esos negocios. Es fácil: me dices todo sobre lo negocios de Grinter y yo os dejo en paz.— digo y este ríe

—No veo en que me beneficia eso a mi—

—Te podría enviar toda la pasma, o simplemente hablamos un rato y os dejo en paz, o en vez de la pasma podría haber una masacre, pero no soy un asesino serial.—

—¿Amenaza? Pero si pareces un crío—

Suspiro y levanto la mano para detener el golpe con una varilla de metal, me doy la vuelta y veo a una chica, ágilmente la cojo de la muñeca y la coloco delante de mi para tenerla del cuello como una rehén.

—¿Tu hija? Se parecen— digo mirándolos

—Suéltala— dice con desesperación

—Vaya, hemos encontrado el punto.— digo burlón, jamas lastimaría a alguien sin razón, sin motivo.

—Suéltala y júrame que no le harás nada a mi familia—

—¿Familia?— recorro la habitación con la mirada y en el armario veo dos pares de ojos.—Tú habla y yo no les hago daño, salid— ordenó señalando el armario, veo como el hombre asiente y un niño y la que supongo su mujer salen.

Suelto a la chica que corre hacia su madre.

—Lo juro, ahora háblame de todo lo de Grinter, necesito fechas, dinero, lugares y cuentas.— digo y el asiente.

—1, empieza la grabación— digo llevándome el dedo índice al odio donde está el audífono.

—Ya está— escucho

—Empieza a hablar— ordenó y empieza a hablar sin parar, explicando cada una de las atrocidades cometidas por él y por Grinter, la ira me llena pero jure no hacer nada.

Tras dos horas de confesión el efecto de la estrella ninja se desvanece.

—Ni una palabra a Grinter— digo antes de salir por la puerta, bajo tranquilamente mientras si tengo calmar mi ira.

Me quito la mascara y la guardo en mi bolsillo, no me encuentro a nadie por el camino y vuelvo al coche, me quedo allí un rato mientras la confesión de Wars Fild pasa por mi cabeza una y otra vez.

—¿Hicieron todo eso?— escucho la voz de Rish

—Y lo peor es que no son los únicos...— murmuro mientras enciendo el motor.—Mañana necesito que busques otro edificio, necesito que esto lo hagamos tú y yo, no quiero meter a los chicos... sería un error, pero a ti te necesito... lo siento—

—No te disculpes, estamos para esto.— dice

—Mañana iremos a esa fábrica abandonada y creo que ya se que me voy a encontrar—

—¿No necesitarás a J?— pregunta

—No quiero meterlos en esto, ahora descansa un poco, mañana hay clase.— recuerdo y me fijo en la carretera solo alumbrada por las luces de la camioneta.

—Necesito que me prometas que estás bien— dice tras pensar mucho

—Estoy bien, te lo prometo— miento y me masajeo el hombro.

Al llegar a casa subo por la ventana y entro a mi cuarto, me tiro en la cama y me quedo dormido.

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Me levanto con un horrible dolor de cabeza, me doy un baño con agua fría y despejo mi cabeza haciendo que deje de doler un poco. Cojo mi mochila guardando algunos libros de hoy y voy a la cocina por una botella de agua, voy tarde, a primera no me dejarán entrar, como mucho llego en el cambio de clase.

Me dispongo a caminar hacia el campus, al llegar los pasillos están abarrotados de gente dirigiéndose a sus clases.

Camino un poco mientras me paso la mano por el pelo para despeinarlo y la veo...Estoy justo tras ella, a unos cuantos metros, justo para ver cada parte de ella, tiene una chaqueta negra de Adidas y un jean gris... que tras fijarme está manchado con una mancha muy pequeña roja.

Sin pensar lo que hago me quito mi sudadera granate quedándome en una camisa sin mangas, me acerco a ella que se ha detenido justo al casillero de Erick.

—Amarratelo a la cintura, la mancha no se nota mucho.— murmuro tras ella, mi aliento chica con su nuca haciendo que su cuerpo reaccione a mi. Me alegra saber que aún lo puedo causar...—Me lo devuelves a en casa, Preciosa— digo e intento actuar lo más normal posible.

"Esto nunca pasó, tu y yo... un nosotros jamás existió... solo olvidemos esto." E intentaré olvidarlo, por que si mas pienso en eso, más me acerco a la verdad, algo que no quiero aceptar.

FARSANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora