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El trato salió redondo. A parte de no pagar nada por la información que me entregó, el amigo de Aster prometió seguir contándome cualquier cambio del que se enterara, con la condición de mantener la propuesta de vernos de nuevo.

No sé qué tan agradable le debí de parecer para que desperdiciara así una cantidad considerable de dinero, pero por mi esta bien. Sería un buen trato, yo sabría cosas sobre mis hermanos y bueno solo me costaría unos viajecitos a Londres de vez en cuando.

Mi móvil no dejaba de sonar, desde hacía ya unos minutos en los que me había propuesto ignorarlo, hasta que, quien fuera el que llamaba a las 8 de la mañana, se cansara y me permitiera seguir durmiendo.

Al ver que el imbécil que llamaba, también era insistente, alcé el brazo desde la cama para coger el móvil y contestar. Lo hice sin mirar, ni siquiera abrí un poco los ojos para ver el nombre en la pantalla encendida.

- ¿Quién es? -gruñí nada más contesté. Mi voz salió más ronca de lo normal, me incorporé y frote mis ojos para espabilarme un poco.

- ¿Te acabas de despertar? Mejor no respondas. No me jodas Fantasma. ¿Otra vez? ¿Cuántas van este mes? - Ada hablaba del otro lado algo molesta.

- No sé, ¿Una?

- Más de cinco. Vístete, Connor está yendo a buscarte - dicho esto colgó la llamada.

Me quedé observando la pantalla del móvil durante unos segundos, miré alrededor, anoche no había bajado la persiana, por lo que la luz entraba de lleno iluminando todo el cuarto. El cuaderno que Eric me había regalado volvía a estar encima de la mesilla, abierto por alguna página al azar. La montaña de ropa volvía a decorar la esquina y un par de libros estaban desperdigados por el suelo. ¿Cuando lo había vuelto a sacar?

Ni siquiera me moleste en recoger algo, salí de la habitación con algo de ropa limpia en la mano, entré en el baño y encendí en agua.

Me di una ducha de agua fría bastante más rápida que de costumbre, ya que cuando aún esperaba por el agua caliente llamaron a la puerta.

Baje las escaleras murmurando maldiciones para quien fuera que esperara detrás de la puerta. Al abrir, lo primero que pude ver fue el cabello rubio de Connor mirando hacia atrás. Mientras, si te fijabas, un poco más alejadas, había una mujer con dos niñas tirando de ella.

- Hola - dije seco haciendo que el rubio volviera la vista al frente.

- Buenos días - me sonrió haciéndose paso a través de la puerta. Me empujó sin mucho esfuerzo y una vez él estuvo dentro volví a cerrar la puerta.

- Me ducho y bajo - dije aún con voz de recién levantado. Connor asintió distraídamente mientras repasaba con la mirada todo a su paso.

No entiendo la afición de hacer este trabajo de mierda los sábados por la noche. Los intercambios pueden parecer sencillos, dejas una bolsa y te llevas otra, así de fácil. Pero no, había que llevar un plan, por mínimo que fuera, solo por si algo no ocurría como esperábamos tener alguna vía de escape. Y eso hacíamos los sábados por la mañana, no había nada mejor que madrugar un sábado.

- Tienes que darte prisa, Ada nos está esperando - dijo Connor sacándome de mis pensamientos. Me había quedado viéndolo mientras él recorría el comedor y no me había dado cuenta. ¿Cómo es que él está tan despierto? Sacudí la cabeza despejándola de pensamientos innecesarios y subí de nuevo las escaleras para terminar de darme una ducha.

Después de unos minutos, salí del baño enrollado en una toalla. Entré en mi habitación encontrándome con Connor sentado en la cama aún sin hacer.

El rubio me miró bastante sorprendido, pero no pude fijarme en su expresión, no cuando entre sus manos, se encontraba la última de las bolsitas que me quedaba con unos billetes.

- Suelta eso Connor - ordené sin ni siquiera acercarme. Sí, hacía algunas semanas que necesitaba dinero, mis tíos pagaban la comida que entraba en la casa pero no era suficiente. Lo que Connor sujetaba, era lo único que me mantenía un poco cuerdo. Mi expresión cambió a una mucho menos tensa. - Déjalo donde estaba, por favor

- ¿Qué es? - preguntó el rubio ignorando mi pedido. Mis palmas dolían, ya que apretaba los puños clavándome las uñas en estas.

- Nada importante. Hazme el favor, déjalo como estaba y sal de la habitación, Ada nos está esperando y aún me tengo que vestir - dije calmado. Connor pareció reaccionar, dejó todo encima de la mesilla y se alejó hasta quedar de frente a mi. Era un poco más alto que yo así que me vi obligado a levantar la cabeza para mirarle.

- Date prisa, espero en el coche - después de eso, salió del cuarto, dejando tras de sí un ambiente bastante tenso.

Suspiré y me acerqué para guardar bien todo lo que Connor había sacado. Me vestí deprisa y salí de casa entrando al coche que esperaba en la puerta.

En el trayecto, ninguno de los dos dijo nada, la atmósfera a nuestro alrededor seguía siendo molestamente tensa. Él no preguntó más, cosa que agradecí enormemente, no me gustaría explicarle toda la mierda que puedo llegar a tener.

Llegamos al piso de Ada, Jace nos abrió la puerta, solo que esta vez se encerró en su cuarto antes de que pudiéramos saludarlo siquiera.

Ada ya andaba de un lado a otro nerviosa, repitiendo una y otra vez murmullos sin sentido.

- Ya estamos aquí, ¿cuál era la urgencia? - hablé acomodándome en el sofá.

- Te recuerdo, que eres parte del "equipo", que tu padre sea el puto manda más, no quiere decir que puedas hacer lo que te de la gana cada vez que quieras - expresó ella enfadada - Te saltas las clases, faltas a los encuentros y no te creas, ya estoy al corriente de la mierda que haces por la noche - dijo señalando mi brazo. Fruncí el ceño colocando bien la chaqueta, de forma que ocultara el aún visible golpe que tenía allí.

- Ya lo sé, hago lo que puedo ¿Si? Él no tiene nada que ver. Nada para mi es más fácil solo porque Walter Diosado sea mi padre - dije molesto.

- Pues no haces lo suficiente. Axel, por el amor que le tengo a los peces, ¿De verdad crees que lo que haces está bien? - No respondí. Qué quería que dijera, claramente que no estaba bien, pero ¿qué más podía hacer?

- Da igual si está bien o no lo que hago. No es tu problema - resople cansando.

No había nada que hacer, las cosas ahora no estaban bien del todo, pero lo estarían, solo necesitaba más tiempo.

- Connor ¿traes vasos y algo de comer? Tiene pinta de que esto se va a alargar - dije ignorando los reclamos de Ada sobre mi forma de vivir.

- Eres imposible - bufó mi amiga siguiendo al rubio camino de la cocina.

- No es algo nuevo - me burlé estirándome sobre el sofá.

Con Ada enfadada y Connor algo perdido, nos esperaba una muy pero que muy larga mañana. 

Entre combates y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora