37.

10 1 0
                                    

Eric Diosado.

Mirk no dejaba de hacer preguntas y yo estaba a punto de dejarlo aquí tirado y llevarme su coche sin ni siquiera preguntar, por eso me bajé y caminé de nuevo hasta la entrada del edificio. Axel me siguió, y no me hacía falta revisar mi espalda para saber que también había empujado al rubio para que viniera con nosotros, lo escuchaba quejarse en murmullos. ¿Siempre era tan gruñón? No entiendo cómo es que Aster lo aguanta.

Necesitábamos una distracción y sus llaves. No me gustaba la idea de montar todo un numerito dramático aquí, pero estando Axel tampoco me quedaba otra opción, además, no sería yo el que recibiría los golpes esta noche, así que se lo debía.

- Una vez esté dentro, quéjate exageradamente - le pedí a Mirk. Lo cierto es que no estoy muy seguro de que me hubiera escuchado, pero qué más daba, de todas formas Axel sabría hacerlo reaccionar. Entré en el hospital, a punto de poner en marcha el primer acto de la función, que esta noche acababa de comenzar. - Disculpa, mi hermana está ingresada aquí, me gustaría saber a qué hora puedo venir mañana para verla ¿me podría dar los horarios de visita? - le pregunté educadamente a la chica de información. Giré tan solo un segundo para cruzar miradas con Axel, que atisbó una sonrisa y golpeó el rostro de Mirk sin pena alguna. Si soy sincero, no me esperaba esta clase de numerito, pero de nuevo, se lo debía.

Ví al rubio quejarse y molestarse, pero no era suficiente. ¿Es que no había entendido lo que era exagerar? Axel debió de pensar lo mismo que yo porque volvió a empujarlo una y otra y otra vez, al menos hasta que el novio de mi hermana lo empujó de vuelta.

- ¡Deja de darme! - lo escuché gritar bastante molesto hacia mi hermano, pero Axel no le hizo demasiado caso. La chica detrás del mostrador se empezó a ver algo ansiosa por la disputa tras las puertas y yo contení una sonrisa. Mi hermano siempre tenía buena mano para sacar a cualquiera de sus casillas.

- Rob, ve a calmar a los chicos de ahí fuera - mandó la chica a la vez que me entregaba los horarios de visita con una sonrisa forzada. Salí detrás del guardia y me paré a su lado. Para mi sorpresa, Mirk sangraba, pero mi hermano no llevaba ni un solo rasguño. ¿Desde cuando Axel era capaz de esquivar algún golpe? Más estado drogado como sé que iba. Aún así no iba a reclamarle nada, por mucho que me molestase que tirara su vida por la borda justo cuando parecía ir a mejor, lo entendía. Yo tampoco quería ser consciente de lo que íbamos a hacer esta noche.

- ¿Se puede saber qué está pasando? - preguntó el guardia con un tono serio que, intimidaría a cualquiera que no hubiera escuchado a mi padre cabreado. De todas formas, hizo a Mirk dar un paso atrás y eso me devolvió a la realidad.

- Ese chico está sangrando, deberían atenderle - fingí sorpresa señalando a Mirk, y Rob el guardia le pidió que pasara dentro para revisar su nariz. Axel no podía aguantar la sonrisa en su rostro por lo que me ocupé de borrarla de un codazo discreto. Después de una explicación rápida y creíble que Axel inventó de la nada, el guardia nos dejó ir a cambio de un par de billetes que había sacado de la cartera de mi padre antes de venir. Que puedo decir, si hay algo que todo lo mueve, es el dinero.

- No sabía que podías pegar tan fuerte, Hulk - me burlé caminando hasta donde Andy había aparcado el coche. No me fiaba de él, pero era el único que parecía dispuesto a arriesgar su trabajo por nosotros, o más bien por Axel, así que no puse ninguna objeción. Necesitábamos un poco de ayuda si queríamos que todo saliera bien.

- ¿Crees que me he pasado? - preguntó mi hermano arrastrando las palabras por su boca sin una pizca de remordimiento. No sonaba muy presente y eso me hizo reír.

- No. Es un chico muy despistado, ni siquiera ha notado cuando le he sacado las llaves del bolsillo. Tiene que espabilar - contesté haciendo que las llaves resonaran entre mis dedos.

Esperamos hasta que la figura borrosa del chico rubio se dejó ver a través de las ventanas que daban al cuarto donde se encontraba Aster. Me sentía más tranquilo sabiendo que no estaría sola. Y después, Axel arrancó el coche y condujo hasta la arboleda.

Las puntas de mis dedos hormigueaban con impaciencia en el asiento al ver que estábamos cerca.

- No está mal si esto lo hacemos por protección ¿verdad? - cuestioné algo inseguro de mis decisiones hasta ahora.

- No está bien, pero tampoco conozco otra forma para solucionarlo - contestó mi hermano haciendo que lo mirara de reojo. Axel podía parecer un payaso muchas de las veces, con todos esas bromas y comentarios sin gracia, pero solo estaba perdido. Como yo, como Aster. Todos lo estábamos.

Al llegar, lo primero que ví fue la cabellera pelirroja de Cailín y apresuré el paso dejando a Axel algo atrás. No podía quitarme la imagen de su expresión de la cabeza, estaba asustada y preocupada. No quería ni imaginarme lo que Tiago le habría dicho para que nos mirara así. No confiaba en nosotros, al menos no tanto como antes de venir aquí.

- Llévate a Cailín de aquí. Ha cumplido su parte- susurré a mi hermano sabiendo que estaba a tan solo un paso por detrás - Coge la moto y ve al internado - le pedí a la pelirroja. Tragué el nudo en mi garganta y encuadre los hombros antes de dar otro paso. Aquí termina. Esto no puede llegar más lejos. Podemos con esto, solo una vez más.

- ¿Cómo está la traidora de tu hermana? - soltó con desgana Tiago. Sonreí. Yo había crecido alrededor de este chico y ahora, lo iba a ver terminado hasta las cenizas. No quedaría ni un solo rasgo de él que hiciera posible identificar al chico que era ahora.

- Ya sabes cómo está, ¿o me vas a decir que no has sido tú el que ha cambiado los temporizadores? - respondí de vuelta asegurándome de que Axel ya no estaba alrededor. Su expresión decayó un poco, tenía miedo, pero pronto se recuperó sonriendo en su lugar. Era un buen actor, siempre lo había sido.

Axel no tardó en llegar de vuelta y la función comenzó tal y como lo habíamos planeado. Los escuché hablar en murmullos, pero no me interesó nada de lo que pudieran estar diciendo, mi hermano se había agachado para estar a su altura y el rostro de Tiago hacía unos minutos que había dejado de ser agradable a la vista.

El sonido de mi móvil interrumpió entre mis pensamientos y lo cogí algo sorprendido al ver el número de mi madre.

- Hola - contesté aún dudando sobre lo que se venía. Me separé bastante de mi hermano y su espectáculo. No quería que nada de lo que estaba ocurriendo aquí pudiera escucharse a través de la línea.

- Tu hermana está en el hospital - Mierda. Eso no era una pregunta, ni siquiera se la escucha dudar, era una afirmación, una muy clara y rotunda - ¿Que te tiene tan ocupado que no has sido capaz de llamar para decírnoslo a mí y a tu padre? - Mierda otra vez. Estaba cabreada, bastante cabreada.

- No quería preocuparos, Aster está bien, tan solo ha sido un accidente sin importancia - mentí. No podía hacer otra cosa.

- ¡Explosiones Eric! ¡Su internado ha explotado! ¿Y me dices que no querías preocuparnos? No pretenderás que me crea eso - respondió perdiendo la paciencia. Genial, saben lo de las explosiones. Eché un rápido vistazo a mi hermano, seguía concentrado, no dejaba de golpear pero se notaba cansado. - No me esperaba esto de ti. Mañana estamos allí, te quiero en casa antes de ir al hospital - ordenó antes de colgar dejándome con un nudo en la boca del estómago. ¿Cómo íbamos a solucionar esto ahora?

Al menos una hora más tarde, el cielo estaba completamente oscuro mientras las llamas del fuego se balanceaban por la brisa que corría entre los árboles.

No me siento orgulloso de lo que ha pasado hoy aquí, sé que Axel tampoco, pero ya estaba hecho y no teníamos un botón para volver atrás.

Recogí las botellas, ahora vacías, del suelo, me colgué al hombro la mochila y dejé que Axel condujera de vuelta al internado. Mañana iba a ser un día difícil, solo espero que estemos preparados para al menos un cuarto de todo.



Dos capítulos para los exigentes ;)


Entre combates y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora