35.

18 1 1
                                    

- ¡No puedes meter a Cailín en esto! - espetó Eric muy frustrado para tratarse solo de una amiga de Aster.

- Ella ha dicho que sí - dijo mi hermana de vuelta con decisión haciendo a Eric gruñir muy molesto. Yo no formaba parte de la conversación había preferido mantenerme al margen. Realmente me daba igual quien fuera el que llevara a Tiago hasta la arboleda.

- Pues yo digo que no - respondió de nuevo mi pequeño hermano sin dar su brazo a torcer. - ¿Te das cuenta que estas poniendo a manos de un loco a tu mejor amiga? - ni que nosotros fuéramos menos locos que el tóxico ese.

- No. La estoy poniendo en tus manos - aclaró Aster igual de testaruda. Esto parecía interminable. No era muy sensato enviar a alguien que quieres con un malnacido como Tiago, pero si había alguien que consiguiera que esa locura saliera bien, era Eric.

- ¡Y en las mías! - agregué al ver a mi hermano marcharse del cuarto. - Ella está de acuerdo y estoy seguro de que lo hará bien - dije persiguiendo a Eric por el pasillo con Aster pisándole los talones.

- No dudo que lo hará bien, pero ¿Y si nosotros no? ¿Y si somos nosotros los que fallamos? la estás poniendo en peligro. - dijo en voz baja - Ya no conoces a Tiago como antes, en un año se puede cambiar mucho - siguió dirigiendo a Aster. La preocupación en su voz me hizo fruncir el ceño. ¿Qué tenía de especial la pelirroja con mala leche que había cautivado al impasible de mi hermanito?

- Y si no mírame a mi, pase de ser la estrella de la familia a... esto, en cuanto ¿meses? - intervine riendo, aunque realmente no tenía gracia - Pero es cierto que ella fue la que se puso en peligro al aceptar voluntariamente la propuesta de Aster - le dije esta vez a Eric aún sonriendo.

- Va a salir bien - aseguró Aster con tanta seguridad que por poco soy capaz de creerla. Aunque si alguien podía hacer que esto no llegara a nadie más, éramos nosotros, los tres habíamos pasado por esto antes, estamos acostumbrados, sabemos cómo funciona.

Quedaban pocos días para el fin, todo estaba en calma, nadie se esperaba lo que iba a pasar y eso nos dejaba una gran ventaja. Nadie se imaginaría lo que estábamos a punto de hacer.

- ¡Hola Axel! - saludó Lia desde la otra punta del lugar. No la había visto antes, y ahora se acercaba a nosotros con los ojos fijos en Eric. Esto no me está gustando.

- ¿Cómo estás Lia? - contesté mucho más tenso, sobre todo al ver que Aster nos ignoraba mirando a cierto rubio cascarrabias que de pronto apareció de la nada.

- ¿No me vas a presentar a tu hermano? Que descortés - siguió hablando mientras me hacía a un lado para ocupar el hueco entre mi cuerpo y mi hermano. - Soy Lia, la compañera de cuarto de Axel desde la rehabilitación. - continuó presentándose.

Genial. Tan solo por si no hubiera sido suficiente que Aster supiera parte de mi paradero durante este tiempo. Ahora gracias a Lia, mi hermano me miraba con la ceja alzada claramente acusándome por dejarle en completa ignorancia, aún más sabiendo que preguntó por ello...varias veces.

- ¿Un centro de rehabilitación? Que curioso, no tenía ni idea de que Axel era capaz de pisar un sitio como ese sin salir ardiendo - bromeó, aunque ambos sabíamos que no se estaba riendo en absoluto. - Yo soy Eric. Ha sido un placer, ahora creo que Axel estaba a punto de enseñarme ...

- Las pistas de fútbol - continué su frase al verle sin idea - ¡Hasta luego Lia! - sonreí en su dirección al verla fruncir el ceño y prácticamente Eric me arrastró lejos de allí.

El camino hasta el pequeño jardín cerca de las gradas del internado fue incómodo. Ambos en silencio, aunque eso no me molestó demasiado. Sin embargo, mi idea de mantener una conversación totalmente pacífica y poder dar una explicación razonable al mal de mis actos se vió frustrada en el momento en el que mi propio hermano me propinó el puñetazo más fuerte que he podido recibir en toda mi vida. ¡Estaba en desventaja, no lo ví venir!

- ¿Rehabilitación? - dijo casi sin poder creerlo. No gritó, ni lloró como hizo Aster en su momento, ni siquiera noté que parpadeará y sin dudarlo un segundo, eso fue mucho peor. Hubiera preferido que gritara, golpeara o incluso que me insultara, pero no. Eric no era así. Se quedó callado, mirándome de esa forma que odio con sus ojos, iguales que los de nuestro padre, fijos en los míos.

Sentí un nudo formarse en mi garganta y como cerré las manos en puños deseando no estar aquí ahora.

- Sí, casi 7 meses - respondí por fin. Eric no dijo nada y yo estuve a punto de salir corriendo, de huir. Me prometí a mí mismo que no volvería a ocurrir. Que si tenía de nuevo la oportunidad de estar con mis hermanos, lucharía por permanecer a su lado. Aunque, ahora mismo, viéndolo ahí, no tengo tan claro si ellos lucharían a mi lado, o en mi contra.

- No puede ser - susurró algo perdido llamando mi atención - Es imposible, tú... Te fuiste de casa hace año y medio. Eso son más de 7 meses ¡muchos más! - reaccionó al final. Sentí el aire llenar mis pulmones de nuevo al ver cómo apartaba la mirada de mí y sonreí asintiendo algo apenado. Tenía razón, eran muchos más.

- Antes estuve en Alemania - murmuré tan solo para que él me escuchara. Asintió oyendo lo que decía pero no fue hasta unos segundos después que me escuchó de verdad.

- Walter... él... ¡Dios Axel, no te vuelvas a ir! - soltó tan repentinamente que creo que ambos nos sorprendimos. Al mirarlo de nuevo, sus ojos empañados lo hacían lucir tan pequeño que no pude hacer nada más, me acerqué y lo abracé. Lo estreché tan fuerte como pude entre mis brazos sintiendo sus lágrimas mojar mi camiseta, pero no importaba si lloraba, era mi hermano y estaba bien.

- No importa si lloras, está bien - susurré sabiendo que lo odiaba. Una vez lo solté, volvió a mirarme, pero esta vez no ví reflejado a mi padre en sus ojos. Esta vez solo estaba él, Eric, mi inteligente y cascarrabias hermano pequeño.

- Pensé que nos habías dejado, que me habías dejado solo - dijo finalmente haciéndome caer de nuevo a la realidad.

- Nunca haría eso, ni siquiera se te ocurra pensarlo de nuevo - me quejé atrayendo de nuevo en un abrazo rápido.

Estamos los tres juntos de nuevo. Sentí mi pecho llenarse por completo y sonreí, por primera vez en mucho tiempo, sonreí de verdad. Eric estaba aquí, había venido, me quería. Aster también estaba aquí, seguía pensando en mí como la mejor solución a sus problemas y no se iba a ir, eso solo me hacía sentir orgulloso de esa parte de mí que tanto los quería y que tanto los había extrañado, porque un año es mucho tiempo, pueden pasar muchas cosas y dejas de conocer a una persona después de un año. 

Entre combates y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora