18.

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Antes de que el despertador sonara Lia ya estaba en pie, recogiendo y moviendo cosas de aquí para allá.

- ¿De quién es ese cuaderno? - preguntó. Me levanté deprisa, casi como un resorte y se lo arrebate de las manos.

- Se me olvidó devolverlo ayer, con eso de los golpes se me fue la cabeza- respondí poniendo mi mejor sonrisa. - Pero tranquila, ya lo devuelvo hoy.


- ¿Es de Cass? Si quieres se lo devuelvo yo, total la voy a ver en un rato - se ofreció amablemente. 

- No hace falta, gracias pero puedo hacerlo yo - dije empezando a impacientarme, otra igual que Connor ¿porque todo el mundo se ofrece a hacer cosas que claramente puedo hacer yo solo? Es insoportable.

Ninguno de los dos dijo nada más. Agradecí al cielo que en ese momento alguien tocara la puerta, deshaciendo el silencio incómodo que había entre los dos. Fuí hasta la puerta y la abrí con algo de pesadez.

- Hola - contestó desde el otro lado de la puerta una cabellera rubia, algo despeinada, con una sonrisa brillante. No me siento orgulloso de lo que pasó a continuación, pero no respondí, cerré la puerta de nuevo y me giré a ver a Lia que miraba hacia esta con algo de intriga.

- ¿Tu lo sabías? - pregunté con desesperación. Había pensado mucho en Connor estos días, sé que dije que dejaría de hacerlo, pero no lo hice. Pensé en lo mal que se debió de sentir al saber que no fui ni siquiera capaz de despedirme, pensé en todo lo que él había hecho por mi y que yo no fui capaz de agradecer siquiera, pero sobre todo pensé en los más mínimos detalles que me había permitido admirar de él.

- Ni siquiera sé quién es - respondió Lia con obviedad. Tragué audiblemente y muy despacio volví a abrir la puerta, quizá solo había sido impresión mía y no estaba allí.

- Hola Axel - volvió a saludar cuando abrí la puerta de nuevo. Mierda, no era una ilusión mía, no estaba loco aún. De verdad estaba allí, parado en la puerta.

- ¿Qué haces aquí? - pregunté una vez las palabras fueron capaces de salir.

- Ada me contó que habías mejorado y ya podías recibir visitas - contestó con sinceridad.

Ada. Ella lo había traído, le dije que no lo hiciera. No quería verle, no estaba preparado, no lo estoy aún.

- ¿Has mejorado cierto? - pregunto con duda. Claro, no había recaído en eso, mi aspecto debía de dar la impresión contraria.

- Si, si pero no se suponía que tú vinieras - dije sin ni siquiera pensar. Mi cabeza funcionaba deprisa. ¿Que iba a hacer?

- Si no querías que viniera yo puedo irme...- empezó diciendo con el gesto decaído. Lo estas haciendo genial, ¿no podías decir otra cosa? Claro que quería verle, llevo días sin pensar en nada más.

- ¡No! no es eso, si quería verte, quiero decir, quién no querría verte, es solo que... me ha pillado desprevenido - conseguí decir. Connor se quedó en silencio unos segundos.

Por los altavoces dieron el aviso para ir a desayunar, así que cogí a Connor y lo llevé conmigo hasta el comedor, sin saber qué más hacer.

- ¿Cómo has llegado aquí? - pregunté acusadoramente una vez estuvimos los dos sentados en una de las mesas.

- Jace me trajo - respondió algo cohibido.

- ¿Ha sido idea de Ada? - negó con la cabeza confundiéndome más - ¿Tuya? - volvió a negar - ¿Ha sido de Jace? - pregunté realmente extrañado. Yo no hablaba con Jace, nunca lo había hecho.

Entre combates y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora