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- O te quedas quieto de una vez, o pienso cortarte las piernas y ten por seguro que lo voy a disfrutar - dije ya arto de sentir la mesa temblar por culpa del incesante golpeteo de Niko.


- Lo siento, es que estoy nervioso - hoy íbamos a llevar a cabo mi primer gran golpe. Aster, como prometió, también está implicada y aunque no me convence demasiado, agradezco que así sea. Tener a alguien que sabe que hacer es mucho mejor que trabajar con un rebaño de ovejas que simplemente se deja llevar.

Ví a mi hermana entrar en el comedor con su Ricitos de Oro dando vueltas a su alrededor como las moscas a la mierda. Y me reí al verla tan cómoda con ello. Mirk ya no estaba tan enfadado conmigo, lo cual restaba diversión y aumentaba mi seguridad cuándo él estaba cerca, pero no iba a quejarme, apreció mi cara lo suficiente como para saber buscar la diversión en otra parte. Ellos se acercaron hasta sentarse con nosotros.

- Bien, el enamorado tartamudo ya sabe que hacer así que solo quedáis vosotros parejita - me apresuré a explicar.

- ¿Enamorado tartamudo? - preguntó Aster intentando disimular una carcajada.

- Zayd - respondieron todos al unísono haciéndome sonreír. Buen apodo.

- Ahora nos lo cuentas - respondió Mirk girando hacia Aster. - ¿Qué quieres desayunar, mocosa? - ¿mocosa? ¡Por todas mis noches perdidas! ¿Qué clase de mote es ese? ¿Aster se deja llamar así? Jamás lo hubiera adivinado. Quizá conozco menos a mi hermana de lo que creía. La Aster que yo conocía podía dejarte tirado el suelo si tan solo se te ocurría llamarla "bonita".

- Que caballeroso es eso de tu parte Mirk - dijo Niko con una pequeña sonrisa que me hizo mirarlo mejor. Me caía bien. De vez en cuando me recordaba a lo que solía ser mi hermano Eric de pequeño, tan ingenuo.

- Jódete que a ti no te lo traen - respondió Aster con una sonrisa mientras veía como el rubio se alejaba. Eso me hizo fruncir el ceño. Se la veía feliz, muy feliz de hecho, y eso solo podía significar una cosa. ¡No me lo puedo creer! Mi hermanita está enamorada.

Esperamos a que el comedor se vaciara, Niko salió antes para colarse en el ordenador y apagar las cámaras. Cuando solo quedamos nosotros, Zayd salió a la puerta así evitaría que alguien intentara entrar.

Aster se movía ágilmente de un lado a otro, colocando cables y todo lo que Mirk y yo habíamos traído debajo de las mesas escogidas. Nosotros salimos del comedor ella lo tenía todo controlado, esta era su parte. Pero no dimos ni un paso fuera cuando Mirk volvió hacía atrás sin dudarlo al escuchar a mi hermana.

-¡NO - ME - ESTÁS - ESCUCHANDO! - grito Aster muy enfadada y me alegré de no ser yo quien recibía su reclamo. Con intriga me asomé para ver qué ocurría, tan solo para ver a William detrás de ella, cubriendo el cuerpo de mi hermana. Eso no me gustó.

- ¡ES QUE - ESTAS- LOCA! - gritó William de vuelta frotándose el brazo. Todo se quedó en silencio unos segundos - pero no me importaría probar a donde llega esta locura en una cama. - añadió. Realmente no pensó mucho en sus palabras antes de decirlas. 

Cómo si lo tuviera ensayado, mi hermana le propinó el puñetazo que se merecía y yo no me pude sentir más orgulloso al ver como de un momento a otro la nariz de William comenzaba a sangrar.

- No va a parar - susurré parándome justo al lado de Mirk que también miraba como Aster se desquitaba con William.

- No - respondió el rubio y para mi sorpresa ninguno de los dos nos movimos, permanecimos ahí, quietos, mirando como William recibía todo lo que había sembrado.

Unos segundos después Mirk se acercó a ellos, separándolos. Y cargando a mi hermana en su hombro caminó hasta la puerta de salida.

- ¡Bájame de aquí! - escuché gritar a Aster pero no los miré, ellos desaparecieron tras la puerta y yo me acerqué al tipo que sangraba en el suelo.

Entre combates y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora