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No era un buen día, de hecho había sido horrible, nada podía haber salido peor.

Estaba en la entrada del instituto, con la mochila colgada al hombro y el motivo de mi expulsión en la mano.

No podía llamar a Andy, él estaba de servicio. Ada seguía en el instituto y no creo que le apeteciera saltarse el resto de clases hoy. Así que, ante la escasez de contactos en la que me encontraba, no me quedaba otra. No me hacía ninguna gracia tener que llamar a Connor, pero no tenía forma de volver a casa, el autobús no pasaba hasta el final del horario escolar, y no iba a quedarme esperando.

Saqué el teléfono y marqué su número, ni siquiera lo tenía agendado, que desastre.

- ¿Si? - contestó en el primer tono. Siempre atento, el servicial Connor.

- Hola - saludé algo cabreado - ¿Tienes algo importante que hacer ahora? - pregunté sin saber muy bien qué decir. No me gustaba tener que pedirle nada.

- No, tengo tiempo antes de entrar a trabajar, ¿porque, necesitas algo? - respondió seguro de sus palabras. Puedo apostar cualquier cosa, a que está mostrando su admirable sonrisa de dientes perfectos a la nada, siempre lo hace.

- Podrías... venir a por mi, al instituto - complete sin mucha emoción.

- Claro, pero...¿no se supone que tienes clase? Quiero decir, Ada me dijo que no salía hasta dentro de unas horas - dijo el algo nervioso. Este fue mi turno de sonreír.

- Que puedo decir, soy una persona inesperada, Dawson - contesté sin muchas vueltas burlandome. Se escuchó un resoplido del otro lado de la línea haciéndome sonreír ampliamente - Te paso ubicación date prisa - dije antes de colgar la llamada.

Poco tiempo después, el coche de Connor aparcó justo delante de mí. No pasó ni un solo segundo desde que su pie tocó el suelo cuando me miró horrorizado.

- Si, si, ya sé, no debo de tener muy buena cara - No hacía falta explicar qué pasó para que me expulsaran, mi cara debía de responder cualquier duda.

No me había parado a pensarlo, pero me dolía un poco la mejilla y antes había sentido el sabor a hierro en mi boca, por lo que supuse que tenía sangre, al menos un poco.

- ¿Muy buena cara? ¿Te has visto acaso? ¡Tienes la cara hecha un desastre! - exclamó algo alarmado - ¿Te duele mucho? - preguntó haciendo además de posar su mano en mi mejilla.

- Sí - contesté rápido, apartando su mano antes. - Bueno no. Estoy bien, no te preocupes - dije adelantando un paso - ¿Nos vamos? - pregunté al ver que no se movía.

Sus mejillas habían cogido color, a plena luz del día era difícil no ver el sonrojo en ellas. Connor bajó la vista y yo le seguí. Aún tenía su mano sujeta. Ahora yo también sentí el calor subir a mi cara. Sacudí la cabeza y aparté mi mano rápidamente, antes de caminar hasta la otra puerta del coche.

- Pensándolo mejor, si me duele. Mucho, ¿me llevas a casa? - dije intentando no sonar nervioso, aunque lo estaba, mierda si que lo estaba.

Es solo Connor. El insoportable, amable y perfecto Connor.

Él también subió al coche. El camino de vuelta a casa de mis tíos estuvo acompañado por un molesto y ensordecedor silencio, ni siquiera fuí capaz de moverme para encender la radio. Mantuve las manos en mi regazo limitándome a observar las cosas pasar por la ventana.

Llegamos a la puerta de la pequeña casa en la que vivía, pero yo seguía sintiendo mis mejillas rojas, aún así, me aclaré la garganta antes de hablar.

- Gracias - dije rompiendo en silencio. Recibí un pequeño asentimiento por parte de Dawson y fue suficiente para que yo bajara del coche y entrara a la casa con más prisa que nunca. ¿Qué había sido eso?

Entre combates y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora