33.

6 1 0
                                    

Al llegar a mi cuarto, Lia estaba tumbada en la cama. No había hablado con ella desde que llegué aquí, tampoco es como si hubiera tenido muchas oportunidades para hacerlo.

- Hola - saludé tirándome en mi cama también. Ella no respondió, lo que me hizo pararme a mirarla - ¿Qué te pasa? - pregunté sabiendo que no debería ser yo quien lo hiciera.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó de forma directa y molesta. Nunca he entendido sus cambios de humor. Esta mañana me ha saludado y ahora me sisea como si fuera una serpiente apunto de atacar. - ¿Para qué has venido?

- Para trabajar, ¿para que sino? - respondí algo que ella ya sabía pues estoy seguro de que Zayd se lo había contado - Pero tú ya lo sabes.

- Prometiste dejarlo. Ya no tomabas nada cuando te fugaste, pero luego volviste.¿Por qué volviste?- volvió a preguntar esta vez más cautelosa.

- Ya no tomo nada - gruñí enderezando hasta quedar sentado en la cama.

- Pero Aster dijo... la bolsa...

- Aster no lo sabe y puede creer lo que quiera - la interrumpí molesto por el rumbo de la conversación.

- Tú, por el contrario, contaste tu propia versión de la historia ¿no? - comenté pensando en que tanto ella, como Zayd o mi hermano tenían una versión muy distinta de lo que ocurrió cuando volví al centro.

- Axel, no sé qué te pasó allí fuera, pero no estás bien - dijo levantando la vista para mirarme aún tumbada en su cama.

- Estoy perfectamente. Mejor que nunca - respondí irónico antes de que la puerta se abriera con rapidez.

Aster se encontraba del otro lado, y no traía muy buena cara. Me levanté, preocupado, de mi sitio y salí hasta la puerta para hablar con ella. Adopté una expresión más amable para, supongo, facilitar las cosas. Aunque ahora tuviéramos una mejor relación, ella seguía pensando cosas que no eran y no quería que pudiera malinterpretar nada.

- ¿Estás bien? te ves tensa - dije fingiendo una risa para tapar mi preocupación.

- No. ¿Cómo podría? Tiago está aquí, sale con la loca que encima es prima de Mirk ¿Crees que así se puede estar bien ? - soltó de carrerilla sin ni siquiera respirar entre palabras.

- Tiago, La loca... ¿esos no eran tus amigos? - pregunté confuso. Sinceramente, no tengo ni idea de quién es La loca, ni porque mi hermana la ha apodado así. Pero a Tiago sí lo conocía, y muy bien de hecho.

- Sí pero ya no. Tiago sabe lo que hacemos y la otra me odia - respondió aún más nerviosa.

- ¿Quieres algo para relajarte? Tengo dentro unas pastillas para eso, van bien yo las uso para dormir - traté de bromear. Pero su expresión de incredulidad sólo me avisó de que quizá no era el momento adecuado.

- No me voy a drogar Axel. Lo voy a matar. Juro que lo odio solo me da problemas - no pude contener una pequeña risa y no porque fuera algo imposible, más bien porque era lo que iba a pasar y ni yo, ni creo que nadie podría impedirlo. El arrepentimiento o la duda brillaba por su ausencia en los ojos de mi hermana.

- ¿Y qué te impide hacerlo ? no es como si fuera la primera vez. Una llamada y listo - le animé sabiendo que no será ella quien se manchará las manos con este pequeño problema suyo. Algo se desvío en sus pensamientos porque se quedó callada, mirándome, perdida en sus propia cabeza - Puedo ver desde aquí cómo se mueven los engranajes en tu cabeza, en cualquier momento empiezas a echar humo - bromeé tan solo para hacerla responder. - sea lo que sea que decidas hacerle a ese chico, tienes que añadir también a la loca de tu amiga. Si ahora están juntos y son tan asquerosos como mi cuñadito el rubio y tú seguro tampoco tienen secretos y es muy probable que ella también esté enterada de los trapos sucios de papá - le recordé algo que seguramente ella ya sabía.

Entre combates y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora