15.

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La peor semana de mi vida estaba por acabar, pero realmente no creo que mejore en absoluto la siguiente. El dolor de cabeza constante que no me permitía ni levantarme de la cama exigía tomar eso que ya había gastado. La bolsa y el sobre vacíos reposaban en mi mesillas junto con mi móvil, sin batería.

Hacía una semana que se habían acabado por completo, una semana desde que mi cabeza parecía explotar a cada segundo.

Lia intentaba pasar la mayor parte del día fuera del cuarto y solo entraba cuando creía que yo estaba dormido, pero la realidad es que no he conseguido pegar ojo desde entonces. A cada intento que hago por levantarme acabo vomitando lo poco que puedo comer y por las noches es imposible dormir, mis ojos se llenan de lágrimas y por más frío que pase no dejo de sudar. Es un estado insoportable.

La puerta del cuarto totalmente a oscuras se abrió dejando entrever una sombra pasar dentro de la habitación. Supuse que Lia habría entrado a coger algo, pero me equivoqué.

Las cortinas se esfumaron de golpe dejando entrar toda la luz del día. Cerré los ojos con fuerza a la vez que me quejaba.

- No me lo puedo creer - la voz de Ada retumbó en mis oídos como un pitido molesto. - Levántate de ahí - ordenó quitando las sábanas. Parecía realmente molesta.

- Vete - dije queriendo desaparecer y fundirme con el colchón.

- Axel aquí huele a muerto en descomposición. ¿Cuánto llevas en esa posición?

Es cierto que no salía de la cama desde que se me acabó la magia y el mal humor se hizo mi más fiel compañero. Pero nadie más aparte de Lia había entrado en la habitación, ni enfermeros, ni supervisores. Una vez escuché a Lia hablar con alguien en la puerta diciendo que ella se encargaría de mi, pero no le di mucha importancia.

- Te estoy hablando, sal del agujero de la autocompasión de una vez - se quejó al ver que no me movía.

- ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres? - respondí cabreado enderezandome sobre el colchón.

- Wow, Axel tu no te has visto - dijo sorprendida al verme a la luz.

- Ya sé, no tengo buen aspecto, no me encuentro bien - contesté ante su asombro.

- ¿Has dormido? - negué en respuesta sin querer hablar más. - ¿Comido? - la pregunta se respondió sola al ver la papelera cerca del borde de mi cama. - ¿Acaso te has levantado de ahí las últimas semanas?

Mi respuesta se vió interrumpida por la puerta siendo de nuevo abierta. Esta vez Lia entró en la habitación cargando una bandeja y acompañada por un chico, bastante más mayor que ella, no tuve tiempo de detallarle demasiado, Lia entusiasmada pasó de sostener la bandeja a abrazarme con tanta fuerza que se me dificultaba respirar.

- ¡Estás vivo! - celebró aún abrazándome

- Si, pero por poco tiempo si sigues apretando - reí alejando sus brazos de mi cuello y volviendo a respirar.

Ella se separó un poco volviendo a coger la bandeja con comida y sentándose a mi lado. La habitación se quedó en completo silencio, uno bastante incómodo. Pasé la mirada por encima, todo estaba desordenado, lo que supuse que era la ropa de Lia estaba tirada en un rincón de la habitación, había platos vacíos encima de las mesillas que yo había ido dejando ahí, ahora con la luz del día entrando, se veían las dos camas deshechas y el desastre en el que se había convertido nuestro cuarto.

- ¿Que viven dos cerdos aquí? - preguntó el chico que había entrado con Lia. No debía ser más alto que yo, moreno, con los ojos marrones y cara de recién levantado.

- ¿Y tú eres...? - pregunté algo irritado - Debes ser alguien importante si vienes a opinar donde nadie te ha preguntado - agregué.

Genial ya estoy cabreado. El recién levantado me miró desde su sitio, aún de pie. No parecía muy contento tampoco, no le había hecho gracia mi intervención, una pena. Me obligué a aguantar la mirada, no iba a dejarme humillar por... una mezcla de colores mal hechos. Por mucho que mi cabeza quisiera desconectarse y probablemente lo hiciera en cualquier segundo, no me iba a rendir ahora. Levanté un poco más la cabeza girándola hacia un lado, dando a entender mi oposición a dejar sus ojos.

- Zayd - carraspeó Lia a mi lado. Me había olvidado por completo de que ella y Ada seguían aquí, de hecho, esta última nos miraba como si se trataran de dos condenados imbéciles. - Este es Axel. Mi compañero de cuarto, se está desintoxicando de...

- Ya lo veo, la cara de muerto viviente lo delata - le interrumpió el moreno mofándose aún sin dejar de verme.

- ¿Tan guapo soy que no puedes dejar de mirarme? - respondí ignorando sus palabras anteriores. Se escuchó un resoplido por detrás de mí, al instante supe de quien provenía. Ada odia los comentarios narcisistas de mi parte.

Un pinchazo me cruzó la cabeza haciéndome cerrar los ojos repentinamente deseando pararlo, inspiré con fuerza y volví a tumbarme en la cama queriendo que todos se fueran y me dejaran a oscuras y en silencio.

Oí susurros algo lejanos. Nada se sentía cerca, únicamente el dolor incesante que llevaba días soportando.

La habitación volvió a quedar en silencio segundos después, escuché la puerta cerrarse. Volvía a estar solo, o eso pensaba hasta que la voz de Ada irrumpió en el cuarto.

- De verdad te creí cuando dijiste que estabas bien aquí - la oí decir, aunque parecía que el comentario iba más para ella que para mi.

- Voy a estar bien - le aseguré aún desde la cama - solo necesito tiempo

Un suspiro de su parte me hizo saber que no estaba de acuerdo con mi respuesta. ¿Pero que se esperaba? sigo siendo yo, y sigo sin necesitar su ayuda.

- Connor dijo que quería venir a verte - dijo después de unos segundos.

- No va a venir - respondí inmediatamente.

- ¿Por qué no? Está preocupado - intervino ella de nuevo - Además, tiene derecho a ver como le estas mintiendo, igual que me mentías a mi y seguramente, igual que haces con tu familia cuando viene a verte

- Porque no quiero verle - respondí algo molesto por la mención de mi familia - Y mi familia no tienen nada que ver en esto.

- Pero también los mientes - aseguró Ada

- Ellos me alejaron, ¿porque iban a volver ahora? - dije reincorporándome cuando mi cabeza dejó de sentir tanto dolor.

- ¿No han venido verdad? - negué como respuesta, no quería hablar de esto.

- Y tú deberías hacer lo mismo, vete a ver pececitos, es mucho más interesante que estar aquí - dije levantándome despacio de la cama. La ví rodar los ojos claramente molesta y me reí. - Vamos, tu también lo piensas

- Claro que lo pienso, ¿Has visto este sitio? Parece una cárcel para enfermos ¡Hasta las ventanas tienen barrotes! - sin poder contener más la risa, solté una gran carcajada. - Esto no puede ir a peor ¿Cierto? - preguntó ella con cierta duda.

- ¡Claro que sí! - respondí aún sonriendo - Solo dame un minuto y lo tienes todo ardiendo - Si se pudiera describir el terror en una sola expresión, esa sería la cara de Ada en ese momento. Solté una gran carcajada contenida sin poder evitarlo.

- Me quedaré unos días - avisó Ada algún tiempo después - mi padre quiere que pasemos ¡la mejor semana familiar de nuestras vidas! - dijo con cierta burla.

- Así que vas a estar con tus amados y poco insufribles hermanos - contesté claramente riendo por su poca emoción.

- No los soporto - se quejó sentándose a mi lado. - Lucián es un niño malcriado objetivo de todos los obsequios de papá y William un cerdo con poca clase, ¡Ni siquiera trata de disimularlo! - la dejé quejarse sobre sus hermanos un rato más, mientras aún recuperaba la compostura. 

Entre combates y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora