16.

10 1 0
                                    

Una vez me sentí con las suficiente fuerza como para mantenerme de pie, decidí hacer algo de caso a Ada y darme una ducha. Caminé hasta las duchas despacio, sin ninguna prisa, no tenía nada más que hacer. Ella se había marchado cuando Jace vino a buscarla hacía algunas horas y no había vuelto a saber nada sobre Lia.

Deje que el agua quitara todo rastro de lo que había pasado esta última semana. No quería saber más sobre aquello. Ada me avisó que en unos meses volverían ella y Connor, y por mucho que me cueste admitirlo, me quiero ver presentable para entonces. Mi teléfono, de nuevo en funcionamiento, empezó a sonar, obligándome a salir del cubículo en el que me había encerrado estos últimos minutos.

- ¿Si? - contesté sin leer siquiera el nombre. Envolví mi cuerpo empapado en la toalla y recogí mis cosas para volver a la habitación.

- Axel - se escuchó la voz cabreada de mi padre del otro lado de la línea. Estoy en problemas. - Llevo llamando más de tres días ¿Porque no lo has cogido? - me reprochó con el tono amenazante de siempre.

- No pude, te recuerdo que estoy en este sitio por tu puro placer no por el mío - dije ya de mal humor.

- No te confiscan el móvil en ese sitio. Necesito que estemos en contacto -afirmó él muy seguro de sus palabras.

- Pues ya ves que sí, me lo han devuelto hoy - mentí con facilidad - Porque aunque a ti no te importe, estoy mejor papá, gracias por preguntar. - contesté cerrando de un portazo la puerta de mi cuarto.

Hubo un silencio después de mis palabras, escuché a mi padre mover cosas y resoplar antes de volver a hablar.

- Según el informe que pedí hace dos días, no salías del cuarto que te habían asignado, no te movías de la cama y alguien te tenía que llevar comida. ¿Pretendes hacer quedar a mi familia como una necesitada?  Axel sigues siendo un Diosado, así que compórtate como tal. - esta vez fue mi turno de no responder, lo que Walter aprovechó para seguir hablando - voy a mandar a alguien cada dos semanas, quiero ver mejoras en cuanto a tu estado, nada de estar en la cama.

Sin tiempo a nada más, colgué la llamada. Arrojé el móvil con fuerza contra la cama, haciendo que cayeran al suelo las cosas que había en esta. "Compórtate como tal" ¿Quiere acaso de que me alegre por estar donde estoy? Todo esto no estaría pasando de no ser por él. No tendría que haberme ido de Munich.

Me dejé caer sobre la cama, lamentando todas y cada una de las decisiones que había tomado estos últimos meses. La puerta se abrió dando paso a quien creí era Lia.

- Creo que me voy a volver a acostar, me duele aún la cabeza - dije en un murmullo lo suficientemente alto como para que ella escuchara - ¿Te importa coger algo para cenar y traerlo?

- Aquí no hay sirvientes, puerco - reconocí la voz del hermano de Lia. Abrí los ojos encontrándolo a unos metros frente a mí. Sonreía con malicia a la vez que me extendía su mano para ¿estrecharla? - Soy Zayd, no tuvimos una presentación muy buena que digamos. - me incorporé estrechandole la mano de vuelta.

- Axel - respondí sin nada más que decir.

- Axel, bonito nombre - contestó de vuelta añadiendo un guiño de ojos. Eso me tomó completamente por sorpresa, y me gustaría decir que mis mejillas no se colorearon por ese insignificante gesto, pero lo hicieron.

- Gracias - respondí con fastidió levantándome de la cama. No fue hasta que estaba a punto de volver a salir por la puerta para evitar cualquier conversación que me di cuenta de mi importante falta de ropa. La toalla se había quedado a los pies de la cama al haberme levantado sin cuidado y ahora solo llevaba unos boxers, rojos, de papá noél.

Entre combates y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora