17.

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Mi charla con el director del centro no fue nada agradable para ninguno de ambos, él parecía cansado, las bolsas debajo de sus ojos y que su incesante insistencia en pellizcarse el puente de la nariz lo delataban.

Para mi, no fue más que otro intento de hacerme cambiar de comportamiento. "No puedes pelearte con tus compañeros y ser así de salvaje" "No es correcto que te comportes así" ... No recuerdo con exactitud la cantidad de veces que he escuchado esas dos frases, no solo en este lugar, en Munich, en el instituto, me las repetían cada vez que acababa expulsado, así que para mi, no eran algo nuevo.

- Tendrás que cumplir con la sanción que te corresponde - dijo él, asentí en su dirección y sin nada más que añadir salí del despacho y caminé de nuevo hasta el jardín.

Ya había anochecido y esta vez no había nadie, no se escuchaba nada más aparte del movimiento de las hojas de los árboles. Todo parecía tranquilo. Crucé el jardín. Aún iba descalzo y sin camiseta, por lo que no me sorprendí cuando un escalofrío me recorrió el cuerpo al dar las primeras pisadas por el camino de tierra.

Me sentía tranquilo, en paz. Por muy loco que suene, aquella pelea me había devuelto la poca cordura que he conseguido reunir a lo largo del tiempo. Quedarme en la cama ya no era una opción. Lo había decidido, saldría todos los días, por mucho que me costara, y si en alguno encontraba a alguien con quien desquitarme, tendría suerte.

Al llegar a mi cuarto, la puerta se abrió antes de que yo mismo fuera capaz de hacerlo. Un chico un poco más alto que yo, con el pelo rubio, algo alborotado salió murmurando cosas que no supe descifrar, no parecía muy contento. Dentro Lia hablaba con su hermano, el cual parecía tener algo de prisa.

- Hola - dije entrando en el cuarto avisando de mi llegada. Lia me devolvió el saludo con una sonrisa a la vez que Zayd em echaba una mirada rápida antes de despedirse de su hermana.

- Me voy antes de que Mirk decida dejarme aquí por tardar tanto - dijo entre risas, dió el último abrazo a su hermana y con una ligera sonrisa desapareció por la puerta.

Eché un vistazo rápido por la habitación, ya no había nada de ropa amontonada en la silla, ni en el suelo. La pila de platos de la última semana ya no estaba, la ventana se encontraba abierta creando un poco de corriente haciendo que la puerta se cerrara sin necesidad de empujarla, las camas estaban hechas a la perfección y por último, un pequeño vaso de agua con una pastilla al lado se encontraba en la pequeña mesilla cerca de mi cama. Mire a Lia bastante sorprendido y confuso a su vez, ella solo me devolvió la mirada con una pequeña sonrisa y se encogió de hombros a la vez que deshacía su cama para acomodarse dentro de las sábanas.

- ¿Ha sido tu hermano? - pregunté asombrado por el increíble trabajo. Ella asintió orgullosa.

- No le gusta mucho el desorden - dijo como si limpiar una habitación de arriba a abajo en menos de una tarde fuera lo más común para ella.

- Estoy impresionado - dije muy sinceramente - agradecele de mi parte si vuelve. - le pedí antes también mover las sábanas de mi cama.

Apagué las luces y me dispuse a dormir. Mañana tenía que encontrar a la chica paliducha, su carisma era digno de admirar.

- Axel - escuhé decir a Lia sacándome de mis pensamientos.

- ¿Sí? ¿Ocurre algo? - pregunté con cautela. Lia era una persona bastante sensible por lo que había comprobado, cualquier mínima cosa a ella le afectaba mucho más que a los demás.

- Hoy vi una pelea - dijo como si nada. Estaba tranquila. Me giré a verla. Tumbada sobre su cama mirando al techo, no parecía estar a punto de llorar así que seguí hablando.

- Y ¿Quién peleaba? - pregunté de nuevo.

- Matt siempre pelea con todos, él es... bueno, está aquí por... - se quedó unos segundos en silencio, pensando bien qué decir - no importa, lo que quería decir es que sobre todo lo hace con Cass y aunque es injusto, no puedes meterte - dijo en un suspiro.

- ¿No puedo? Pues lo he hecho. Y bastante bien si me dejas opinar - respondí algo molesto.

- Ya sé que lo has hecho, por eso te estoy diciendo esto. Mira, Matt es un chico difícil, no puedes ir y simplemente pelear con él - habló con pesadez¿Lo está defendiendo? espero que no, aunque sí lo parece.

- Todos somos difíciles, por eso estamos aquí ¿me equivoco? - dije. Lia no volvió a responder y yo, di por terminada la conversación.


Unos golpes en la puerta me hicieron despertar sobresaltado, miré hacía la cama de Lia algo desconcertado, ella seguía allí tumbada, aún dormía.

Los golpes eran insistentes. Me levanté antes de que despertarán también a Lia y abrí la puerta a quien fuera que llamara en mitad de la noche.

- ¿Quién eres? - pregunté al ver al chico al otro lado de la puerta. Estaba serio, algo cansado quizá. - Mejor. ¿Qué haces llamando a mi puerta en mitad de la noche? - agregué en un susurro cruzándome de brazos.

El chico no pareció inmutarse por mi cara de pocos amigos y siguió mirándome unos segundos. Me pareció ver un atisbo de sonrisa escapando de sus labios pero rápidamente lo corrigió volviendo a su actitud anterior.

- ¿Vas a decir algo o solo has venido a tocar la puerta imbécil? - Estuve a punto de cerrar y volver a la cama al ver que no respondía nada, pero antes de que pudiera hacerlo paró la puerta volviendo a abrirla.

Antes de que pudiera siquiera reclamar, su mano impactó fuertemente en mi mejilla dejándome algo embobado. No conseguí devolvérsela, cuando intenté hacerlo, lanzó un cuaderno contra mi y luego se marchó, desapareciendo como si nunca hubiera estado ahí.

Entré de nuevo en mi cuarto, Lia seguía dormida, como si nada. Sentí algo líquido salir de mi nariz y maldije para mi mismo al ver que sangraba, el cabrón se había desquitado fuerte. Con el cuaderno en la mano, salí de nuevo y caminé hasta el baño más cercano en busca de papel.

Una vez dentro, me encerré en uno de los cubículos y cogí algo de papel para limpiar la sangre que manchaba mi camiseta.

Me fije en el cuaderno en mis manos, estaba algo desgastado, algunas puntas estaban dobladas y parecía tener bastante tiempo usándolo. Abrí la primera página con algo de curiosidad. "Propiedad de Cass"

Ojeé algunas páginas, nada demasiado interesante. Un par de pensamientos por aquí, algún que otro lamento por allá.

Quizá solo me ha tirado el libro a la cabeza porque si, quizá no tiene ningún sentido oculto. En qué estaba pensando, ni que esto fuera una historia de suspense, claro que no tiene nada oculto. Después de ver como nada de lo que había ahí escrito me iba a servir de algo, decidí volverme a dormir antes de que las alarmas sonarán y nos obligarán a ir a desayunar. Iba a salir del cubículo en el que me había metido cuando un papel mal doblado cayó de entre las páginas. Lo recogí y lo guardé en el bolsillo de mi pantalón antes de salir del baño y volver a mi cuarto sin tomarle demasiada importancia, el cuaderno estaba en sus últimas, era muy posible que incluso algunas páginas estuvieran rotas. Lia seguía durmiendo plácidamente, como si no hubiera nada que pudiera despertarla, decidí seguir su ejemplo y me metí de nuevo en mi cama dejando el cuaderno en la mesilla de al lado. 

Entre combates y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora