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La llamada que hice ayer con mi padre, no terminó como esperaba.

Sí, resolvió el problema del chico en el antro, pero ¿a qué precio?

De nuevo, volvía a estar sentado en la parte trasera de uno de los coches negros de mi padre. Andy conducía en silencio, camino del aeropuerto, en el maletero una pequeña bolsa llena de cosas que había empacado la noche anterior descansaba como si nada. Todo volvía a repetirse, me ví a mi mismo esperando por el avión, a mi madre secarse las lágrimas, la frialdad en los ojos de mi padre. Los recuerdos agrios de ese momento se reprodujeron en mi cabeza como si de una película se tratase.

Volvía a Londres. No sé exactamente a donde, porque me habían dejado muy claro que a casa no. Pero por lo menos estaba más cerca.

Walter se enteró a saber como, de la mercancía que faltaba en todas las entregas de los últimos meses. Y como reprimenda, volvía a marcharme. A dejar lo poco que había conseguido atrás. A llevarme conmigo únicamente los recuerdos.

Ni siquiera me molesté en intentar despedirme de nadie, sabía que no me daría tiempo, estaba todo planificado.

- ¿Se encuentra bien jefe? No tiene buena cara - habló Andy de pronto sacándome de mi ensoñación. Lo miré y asentí en silencio. Desde ayer por la noche no había vuelto a hablar con nadie que no fuera mi padre.

Ni siquiera Connor había sido capaz de sacarme algún comentario por su estúpida actitud de héroe.

Walter, desde que nacimos, nos había criado para ser buenos en nuestro trabajo, preparados para todo, capaces de cualquier cosa sin remordimientos, y hasta ahora, ninguno de los tres habíamos cumplido por completo sus expectativas, siempre había algún fallo, algún error que destacar.

Pero anoche, después de contarle lo ocurrido para solucionarlo como fuera, me di cuenta. Él había ganado, su esfuerzo había dado frutos. No sentía ningún remordimiento por ese chico, no había culpa, ni arrepentimiento. Había pasado, era una desdicha, pero a fin de cuentas, era un daño colateral, el trabajo estaba hecho.

Ya no podía volver atrás y deshacer lo ocurrido, por lo que no serviría de nada arrepentirme, tampoco jurar que no volvería a ocurrir, porque ¿quien sabe? quizá si vuelva a pasar, quizá sea peor en otra ocasión. Puede que incluso, en la próxima, el chico que se quede ensangrentado en el suelo sea yo y el otro sea quien piense esto.

El móvil vibró en mi bolsillo llamando mi atención. Un mensaje de Connor relucía en la pantalla encendida << ¿Puedo pasar a verte? Quiero hablar contigo>>

Pobre Dawson, esta vez, su indeseada ayuda no había servido para nada. No había evitado que mi padre me arrastrara de nuevo como si fuera su juguete menos preciado. De Ada no me preocupo, ella sabe cómo van las cosas, se lo imaginará y sabrá manejarlo, pero Connor... El héroe no había ganado esta vez. Espero que su molesta sonrisa no se apagara por esto, realmente le aprecio y no me gustaría ser causante de su tristeza.

Después de sobrevivir a un vuelo de varias horas, me encontraba de nuevo en el aeropuerto de Londres, no fui capaz de levantar la vista del suelo. Andy me guió hasta otro coche que nos esperaba fuera y allí, en la parte trasera de ese coche deje salir toda la frustración, el miedo y el dolor que me producía estar de nuevo en Londres, el revivir toda esta situación. Andy se mantuvo a mi lado, callado y serio mientras otro conductor que no conocía de nada, nos llevaba a algún lugar preestablecido.

El enorme edificio de oficinas de la empresa familiar se dejó ver entre las calles.

De vuelta al trabajo, al parecer esto solo era un cambio de aires.

El coche aparcó justo en la entrada, me sequé el rastro húmedo que algunas lágrimas habían dejado por mis mejillas y bajé. Andy me seguía de cerca.

Quizá mi atuendo no era el más apropiado para el lugar, todos, incluso mi conductor y amigo, vestían traje o uniforme. Sin embargo, yo llevaba una camiseta algo vieja y unos vaqueros rotos accidentalmente por las rodillas, pero no me importó, me gustaba llamar un poco la atención.

Entré con la cabeza en alto, como si no me importará volver, como si el estar aquí no causará efecto alguno en mí, como si las lágrimas que había dejado caer en el coche hacía tan solo minutos no hubieran existido.

Andy asintió de acuerdo con mi actitud y sin pensarlo mucho, me dirigí hasta la oficina de mi padre.

Tardé unos segundos en tocar la puerta, contení la respiración por unos instantes, pero antes de poder hacer ningún movimiento, esta se abrió.

Fruncí el ceño algo confundido, ¿Qué hacía aquí el padre de Ada?

- Ho-Hola señor Cuervo - dije atropelladamente. El hombre de porte intimidante, me devolvió el saludo con una sonrisa forzada de boca cerrada y luego hablo.

- ¿El mayor de los Diosado? - asentí aún sin entender nada - Tu padre no ha llegado, tienes un coche esperando abajo. Tranquilo, vas a recuperarte - dicho esto, siguió andando dejándome en mitad del pasillo completamente descolocado. ¿A recuperarme de qué? Porque estaba este hombre aquí en vez de mi padre, ¿no se suponía que quería verme?

- Le acompaño jefe - la voz de Andy retumbó en mi cabeza en estos momentos vacía.

Seguí a Andy por el pasillo de vuelta al exterior, el mismo conductor que nos había traído hasta aquí, esperaba fuera del coche. Lo miré desorientado antes de subir y él me devolvió la mirada apenado. Me volví para mirar a Andy, él también me veía afligido.

- ¿Qué ocurre? - le pregunté al chofer. Me estaban ocultando algo, todos aquí lo sabían menos yo. - ¿A qué viene esa cara ahora? - Andy dudó un poco antes de contestar e insistió para que entrara en el coche.

- No le va a gustar - me advirtió antes de seguir hablando - No vuelve a casa - dijo en un tono bajo.

¿Eso era? Ya lo sabía, estar en Londres no es estar en casa.

- Lo sé, me lo dijo ayer. Pero no es nuevo, ya he pasado por eso antes - dije recordando mi llegada a Alemania. Andy negó la cabeza algo nervioso.

- Tampoco se va a quedar en Londres, ni va a seguir trabajando, al menos por un tiempo - aclaró intranquilo. -Le van a mandar a un centro jefe, no tendrá comunicación con el exterior y ...

- ¿Cómo? - interrumpí sin creerme sus palabras. Él calló de inmediato - No pienso ir allí. No tengo ningún problema como para que me encierren en un sitio así. Estoy bien, mírame no me pasa nada. - dije angustiado. Andy colocó su mano en mi hombro y dió un ligero apretón susurrando algo que no llegué a entender - No quiero ir allí. No puedo ir. Todo va a estar bien, solo necesito más tiempo - supliqué al entender que no me quedaba opción. Andy se alejó un poco y el otro chófer me empujó hacia dentro del coche.

Cuando la puerta quedó cerrada, miré hacía fuera. El imponente edificio quedaba atrás y cualquier oportunidad de volver a casa se extinguió a medida que nos alejabamos.

No lloré, ni hablé, ni siquiera volví a girar la cabeza. Mantuve mi vista fija sobre mis zapatos. Walter lo había vuelto a hacer.

En cada despedida sentía como una parte de mí quedaba desprendida, se perdía. Por eso no me despedí de Connor, de Ada, por eso no había querido escuchar el adiós de Andy. No quería despedirme más.

Walter quería que mejorará y eso iba a hacer. No me quedaba otra, había gastado casi todas mis cartas, pero las pocas que guardaba las jugaría bien, mejor que nunca. La partida volvía a comenzar. 

Entre combates y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora