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Connor Dawson

Cerré la puerta del coche con prisa y le pedí al conductor que arrancará cuanto antes. Vi la intención de Axel por abrir la puerta, pero no lo hizo.

El coche arrancó dejando atrás el edificio. Giré la cabeza para ver a Axel, se quedó parado en mitad de la calle, más lejos.

Cada vez más lágrimas se acumulaban en mis ojos, ¿Qué estaba haciendo?

No fui capaz de hablar, ni siquiera para pedir al conductor que pusiera la radio, como si las palabras se negaran a salir, así que durante todo el camino fuimos en silencio, uno que se vio interrumpido por mis esfuerzos para dejar de llorar.

Una vez estuvimos frente al imponente e impecable edificio blanco, el coche se paró y el conductor permitió que saliera abriendo la puerta en la que yo estaba sentado.

Aún sin decir nada, caminé dentro del edificio. No necesitaba que nadie me acompañara, ya sabía el camino, había estado antes aquí. Antes de ver a Axel.

- Adelante - gritó una voz desde dentro. No era demasiado agradable, de hecho todo el cuerpo me temblaba antes de abrir la puerta. Me armé con todo el valor que fui capaz de encontrar antes de entrar. - Dawson eres tú - saludo el hombre desde detrás de la gran mesa. Sonreía, pero no transmitía tranquilidad. Mis manos sudaban más que normalmente, ¿la habitación siempre ha sido así de pequeña? es asfixiante. - ¿Cómo estás Connor? Sientete agusto de sentarte donde quieras - continuó el hombre sin borrar la falsa sonrisa. Sin más opción, me senté en una de las sillas frente a la suya. Tenía todos los músculos tensos y sentía el sudor correr por mi espalda. Pestañee un par de veces más de las necesarias. Tenía que actuar seguro, aunque no lo estuviera. - ¿Y bien? ¿Cómo está mi hijo?

Axel me iba a odiar. Esto no está bien. Walter, el mismo que envió a Axel, solo, a un sitio totalmente ajeno a él sin ningún tipo de ayuda, ahora preguntaba por él, quería saber de él. Axel odiaba a su padre, lo ha repetido incontables veces. Y aquí estoy yo, trabajando una vez más a su servicio, cumpliendo con lo que dice y sobre todo, traicionandolo a él, al chico por el que vine hasta Londres, al que decidí perseguir dejando todo lo que quería atrás.

- Está bien - dije intentando sonar firme - Según dijo, lleva varios días fuera de su cuarto. Tiene que cumplir una especie de castigo por iniciar una pelea con otros chicos del centro, pero parece haber salido victorioso porque no lleva marcas...


Una vez terminé mi relato, Walter me pagó lo acordado y salí del edificio lo más rápido que pude, con la intención de no volver jamás.

Antes de poder cruzar la puerta de salida para llegar hasta el coche, esta se abrió.

- Sí ya sé William, pero no soy yo la que decide, si te han dicho que necesitas más gente, lo aceptas y punto. Me da absolutamente igual lo mal que te lleves con él - Ada entró hablando algo molesta por teléfono. Al verme paró en seco. Sin saber qué más hacer, sonreí nerviosamente saludando.

- ¿Qué haces aquí Connor? - preguntó ella frunciendo el ceño a la vez que se acercaba.

- Pasaba por aquí - dije nervioso tratando de sonar convincente. Por la mirada que me dedicó, supuse que no había sonado tan creíble como me hubiera gustado.

- Pasabas por aquí... ¿por el edificio en el que trabaja mi padre? - preguntó ella de nuevo poco convencida.

- ¿Trabaja aquí? No tenía ni idea - contesté - Solo he entrado al baño - mentí inútilmente.

- No te creo, ¿Que hacías aquí? - repitió Ada.

Bien, estoy nervioso. No puedo decirle que estaba con Walter, no puede saber nada del trato que hay de por medio. No debe enterarse.

- Está bien - dije rendido - he pedido un traslado. Y estoy aquí porque... quería saber como estaba...

- ¿Axel? - asentí sin decir nada. No todo era una mentira, era cierto que quería saber cómo estaba y necesitaba verle, aunque su aspecto no era el mejor.

- He venido aquí para saber la dirección en la que se encuentra, pero no me la han dado - continué improvisando.

- Ya te lo dije, aún no puede recibir visitas, además prometimos ir juntos cuando se pudiera - fingió molestarse. Ella también estaba mintiendo. Yo sabía que Ada había ido a verle antes que yo, y no era cierto, Axel podía recibir visitas desde hacía semanas, aún así no dije nada, me encogí de hombros fingiendo demencia sobre el tema. - Así que ahora trabajas en Londres...Me habéis dejado sola en Múnich, voy a tener que buscar otro equipo más fiable - continuó bromeando.


Ada y yo paseamos por la ciudad hasta que el sol desapareció del cielo. Jace pasó por ella más tarde. Ni siquiera me saludó, o bajo del coche, iba centrado en la carretera, con la expresión indescifrable con la que siempre lo veía, como si no hubiera nada en este mundo que pudiera hacerle sentir de más.

A veces, me gustaría poder ser como él, parecía no tener preocupaciones, nunca lo había visto alterarse, siempre estaba tranquilo.

De vuelta al apartamento que me habían asignado, pensé en todo lo ocurrido hoy. La expresión de sorpresa de Axel al verme parado en la puerta. Lo decidido que se movía por aquel lugar, las miradas directas que atraía, aunque realmente no creo que él se diera cuenta de eso.

También me fijé en el chico que lo empujó en un momento, pareció decirle algo, pero no creo que Axel lo tomara muy enserio, ni siquiera debió de escucharle. Estaba distraído, algo que no es muy frecuente en él.

No creo que deba preocuparme tanto por eso, está pasando una mala racha. Aún así no pude contenerme, se veía muy bien, a pesar de las ojeras, el pelo desordenado le quedaba extremadamente bien, era imposible no fijarse, daba mucho más juego a su actitud burlona de siempre. Era atrayente para todos, lo había notado, incluso me encontré a mi mismo viéndole sin ni siquiera pestañear.

No me gustaba la idea de informar a Walter sobre cada movimiento de Axel, pero siendo sinceros, verlo más a menudo me reconfortaba bastante. Desde que se marchó de Alemania sin despedirse siquiera, había pasado algo de tiempo, y extrañaba verlo a diario.

Entre combates y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora