24.

13 2 0
                                    

Los nudillos me ardían, mi respiración estaba hecha un asco y muy probablemente mañana tendría un par de moratones en los costados, pero qué más daba. Mi plan acababa de empezar y ya nada me frenaría de salir de aquí y conseguir una vida sin Walter de por medio.

Cass me seguía de cerca, no había dejado de hacer preguntas y aunque no eran muy agradables, entiendo que pueda estar sorprendida, más si ha visto el estropicio de ahí dentro.

Mi oponente no era más que un saco de huesos alto y fuerte, se movía de forma torpe y pocas veces acertó a dar algún golpe en los lugares idóneos. Por el contrario, después de mi pequeña demostración de artes escénicas, decidí acabar con el combate rápido, estaba cansado y quería volver a mi cuarto. El moreno no me lo puso complicado, un par de golpes en el rostro, otros en el costado y tres en la espalda baja, todos con la fuerza y la precisión adecuada, justo como nos pedía papá.

No es que me sienta orgulloso de saber todo eso, pero últimamente me está sirviendo de mucho.

- ¿Quieres decir que si sabes como hacer para acabar con él ? - preguntó Cass de nuevo a mi espalda. Había olvidado por completo que seguía aquí. Su voz sonó irritante frente a mi dolor de cabeza, no quería hablar sobre nada que involucrara peleas y a mi mismo.

- No sería la primera vez que pasa algo así - decidí contestar sabiendo que eso al menos la mantendría un tiempo en silencio.

Al llegar a mi cuarto, me despedí de Cass que me había seguido hasta aquí y luego entré cerrando la puerta detrás de mí.

Intenté no hacer demasiado ruido. Lia estaba durmiendo en su cama, tranquila, como siempre. Debió volver hace un rato de la visita de su hermano.

Después de que Connor se marchó, dejándome con todo un caos de sentimientos atrás, decidí darme una ducha fría y meterme en la cama. Pero para mi mala suerte, Matt y sus dos gorilas aparecieron para, de nuevo, arrastrarme por el centro. ¡Como si yo no supiera andar solo! Lo único agradable de ver a Matt mañana, sería recibir mi querido y ansiado primer pago.

Después de otra noche de insomnio, caminé hasta el comedor con intención de no hablar con nadie. Pero muy a mi pesar, nada más entrar, una muy preocupada Lia se acercó asaltándome con millones de preguntas en un solo segundo.

- ¿Estás bien, no estás herido?¿Cómo se te ocurre? Me dijeron que el tipo era enorme, ¿cómo conseguiste salir ganador? - reí sin ganas apoyando mis manos en ambos hombros y parando su retahíla de preguntas.

- Lia, no me apetece hablar de eso ahora. Dime por favor que tienes a mano algo para comer - ella negó confundida por mi cambio de tema - ¿nada? ni una misera magdalena - insistí, pero ella volvió a negar. Me giré a mirar hacía la larga cola que me esperaba para poder recoger mi comida y suspiré.

- Axel, estás loco, no puedes seguir compitiendo en los juegos de Matt - reanudó ella la conversación haciendo me bufar frustrado con su insistencia.

- Estoy demente si quieres, pero no voy a dejar de participar en esos malditos juegos y es más, pienso ganarlos cada noche - contesté decidido. Antes de que ella pudiera siquiera abrir la boca para rechistar, Cass detrás de ella aplaudió despacio llamando mi atención.

- Aquí tienes - avisó lanzando un bollito mal envuelto en una servilleta. - No voy a comer más. Necesito que me ayudes, sígueme. - tan rápido como apareció, volvió a salir del comedor sin darme más tiempo a reaccionar.

Sacudí la cabeza saliendo de la impresión momentánea que me produjo su tono decidido y la seguí sin perder un solo segundo, dejando a Lia atrás.

- ¿Dónde se requiere mi presencia? - dije abruptamente aún con la boca llena, ganándome una mirada de asco por su parte.

Entre combates y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora