Capítulo 32. Niebla parte 2.

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— Shirley no te separes de mí. — El idiota del Alfa se transformó al segundo de su exclamación, era el mismo lobo negro grande de ojos azules.

Seema trato de conectarse con su lobo pero nada.

Era la primera vez que la sentía tan desesperada.

El Alfa tomó un rumbo y lo perdí de vista, aunque mi loba estaba cada vez más nerviosa no podía simplemente seguirlo, debía encontrar a mis hermanos.

Su olor provenía de la mansión... me dirigí así allá, estaba resguardada por betas, sus miradas hacia mí no habían cambiado, para ellos yo era su futura Luna, eso estabilizó a Seema, se repetía que «eso era lo cierto», nadie podía quitarnos ese lugar, éramos la mate de Damián, su Alfa, no la brujita, nosotras SÍ éramos La futura Luna de Ater. Entre y logre ver a mis 3 hermanos, estaban aferrados a la madre de nuestro mate, ella sólo me miro por unos 3 segundos y volvió a ver a mis hermanos.

Me mantuve callada.

Algo no estaba bien en el aire.

Era caluroso y parecía que eso solo yo lo podía sentir...

Cuando los betas que nos resguardaban nos dieron la indicación, al salir por completo de la mansión, alabaciones y aplausos se escuchan desde la plaza todos nos dirigimos hacia allá.

Toda la manada estaba feliz.

— ¡Gracias, señorita Shirley!

— ¡Alabada sea la diosa por traerla!

— ¡Gracias por salvarnos!

— ¡Gracias...

— Por favor, sé que todos estamos muy contentos de que ella se encuentre aquí, y sé que muchos desean hablar con ella, pero debo aprovechar esta oportunidad para informarles sobre una gran decisión que he tomado, tal vez la más importante de mi vida, espero que la tomen con el mismo entusiasmó que en este momento. — «Esa mirada... — Mi querida Shirley... haré de la señorita Shirley mi Luna, ¡La Luna de Ater! — Solo me la daba a mí.»

Seema estaba en shock, yo me movía.

La misma persona que no me había dejado de seguir desde que la conocí, la que me había hecho una promesa, la misma que todos los días con palabras de amor y lealtad se declaraba mío... en este momento escogía a alguien más...

alguien que no era su mate...

alguien que no era yo.

— ...

— Grande nuestro futuro Alfa.

— Que la luna les otorgue felicidad.

— Sabio el joven Alfa.

— Felicidad y prosperidad para la manada Ater

Seema aullaba y gruñía llamando a su alma gemela... estaban siendo opacados por los gritos de la manada, con más entusiasmó, más alegres que antes...

Seema volvió a aullar dentro de mi cabeza y en esta ocasión no sabía si la desesperación y el leve dolor en mi pecho era de ella o mío.

Ella aullaba y aullaba... solo que nada llegaba a su destino, era gritar a un profundo y oscuro pozo, la única respuesta... un eco de su propia voz distorsionada.

...

— Eunice, mañana en la mañana nos iremos de aquí, acompáñanos.

— ...

— ¿Eunice?

— Ja. ¿De verdad piensas que huir te servirá?

— De que tendría que huir. — Desde la tarde todas las miradas se volvieron intimidantes, esa extraña sensación de deja vu no me agradaba. Eunice no pareció diferente.

Un  rechazo más para una omega cualquiera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora