Capítulo 51. Cachorros de Garra Blanca. Parte 1

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Ella se alejó de la beta tratando que el enojo que sentía fuera lo menos notable posible.

Las palabras que acababa de decir solo denotaban el resentimiento que le cargaba a la hembra de castaña, por no dejarse ganar tiro al suelo la diplomacia y el poco autocontrol que aun la regían.

«No perderé más mi tiempo»

Fue la razón para dar la media vuelta y dirigirse a los recién llegados.

۞

~ Debes calmarte, ya casi llegamos.

- Si lo se, lo siento.

Di algunos brinquitos sacudiéndome el estrés que tenia y que empezaba a molestarme los hombros.

Enserio que no soportaba a la beta, tal vez la soportaba menos que a la luna de esta manada cosa que era mucho decir.

Quería arrancarle la cabeza cada que veía esa autosuficiencia y descaro en su rostro, como si fuese una santa que solo vela por el bienestar de su gente.

— ¿Maestra?

EL pequeño hermano de Kefrén me miraba con ojos raros, como si yo estuviese loca por mi actuar tan poco habitual.

— Ammm, hola, no se perdieron ¿o sí? — Mejor no entrar en detalles.

— A no, pero dijeron que mi hermano podía quedarse y ayudar y que mejor fue a jugar para no aburrirme.

— A bien, has eso. Te veo en rato de acuerdo.

— Si, maestra.

El tono de voz que tenía no se oía bien, naturalmente los cachorros brincan de alegra cuando se les dejar jugar, ir de aquí para allá, aunque claro eso lo sé porque lo he visto a lo largo de los últimos 4 años en Elpis, y durante el festival del Satélite, tal vez no sea siempre así, así que no hice más.

— ¡Eunice!

— ¡Chicos! — En cuento los vi, olvidé por completo mi enojo. — Jajja que alegría verlos.

Esa era la gran dicha que tenia en Elpis, no solo era un lugar, eran la personas las que te hacían sentir en casa. Su alegría su energía, sus chistes o sus ocurrencias a las cuales solo se debían de poner un poco de atención para hacerte sonreír.

— Chica ¿cuánto tiempo sin verte?

— Pensé que nos dejarías haciendo todo el trabajo pesado.

— Hasta creen que los voy a dejar divertirse sin mi

— Entonces porque la tardanza mujer hace media hora que arribamos y tu ni tus luces.

— Que quieres estaba terminando unos papeles.

— Cierto, cierto... que vas a hacerle de maestra. Bien por ti.

— ah... jaja sí que cosas. — Tal vez había pasado mucho tiempo ensimisma en mis problemas, ocultando y guardando secretos que había olvidado que mi gente aún conservaba esa característica que poseen los poblados chicos, y es que todos se enteran de todo.

— Ah, ósea que al fin te vas a ganar el título de omega ¿o no?

— Jajja, pues creo que sí. — Y ahí iba otro dato. Por que en Elpis, se decía que un omega no era un omega si mínimamente no sabia el significado de "criar" y "educar". En caso contrario a los ojos de los adultos seguirías siendo un cachorro.

— Bien, bien, ya saludaron ahora de regreso al trabajo. — Ella era una señora no muy mayor a los padres de Alicia, por lo que podía apreciar, estaba a cargo. — Pero, también es un gusto verte querida. — Y al igual que los Rossi, me veía como parte de su círculo íntimo, o tal vez como a una cachorra a la que cuidar.

Un  rechazo más para una omega cualquiera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora